viernes, 17 de diciembre de 2021

ESCUELAS DE FÚTBOL



Sorprendido y nostálgico al comprobar la evolución que ha tenido el aprendizaje del fútbol en estos tiempos convulsos que nos está tocando vivir mientras contemplo las evoluciones de mi nieto que da sus primeros pasos en este singular escenario. Nada que ver con aquellos años de escasez que rodearon mi infancia, pese a ser hijo de futbolista profesional y mito local dentro del balompié.



Para empezar, los pequeños aprendices del deporte más extendido practican sobre una alfombra de césped artificial que les facilita una suavidad, una limpieza y una regularidad de botes y controles de balón que nada tiene que ver con aquellas superficies de tierra compactada o mezclada con carbonilla ferroviaria que tan áspero, irregular y sucio suelo nos proporcionaban a pequeños y mayores.

A su disposición varias porterías trasladables y de distintos tamaños permiten acortar, o ampliar los espacios de juego y los objetivos de puntería para afinar los disparos a gol que son la suerte suprema de este juego.



Y qué decir de la abundancia de balones disponibles, tantos como participantes en la sesión, que facilitan poder hacer conducciones individuales, juegos por parejas o ejercicios de control y golpeo que son la base técnica para un continuo progreso en habilidades necesarias para dominar esta disciplina.

Todo ello alcanza su cima al comprobar la indumentaria generalizada entre la chavalería, plena de elementos a cual más adecuado: desde botas multitacos para evitar resbalones y facilitar el agarre a la superficie sintética, pasando por múltiples prendas de vestir como camisetas, sudaderas, forros polares y cualquier otro elemento que les facilite adaptarse a los requisitos del juego y de la climatología del momento.



Mi duda razonable consiste en saber si todo este entramado costoso y deseable impide el desarrollo espontáneo de un talento que se adquiría en la calle, en los partidos de barrio aprovechando los descampados, los solares disponibles o las plazas abiertas y sin tráfico, en donde los más dotados adquirían su jerarquía imponiendo su ley por habilidad, destreza e incluso por la fuerza incruenta pero lesiva que permiten los deportes de contacto. Creo que esta duda acompañará al fútbol mientras exista.

lunes, 6 de diciembre de 2021

PRESENTACIÓN Y GOZO

Por fín, el sábado 4 de diciembre de 2021 he podido presentar mi libro biográfico "Una apoteosis breve para un largo recuerdo. Biografía del baloncestista Vicente Paniagua". Además de la poco confortable temperatura gélida del Pabellón que lleva su nombre, la incertidumbre de la pandemia que no cesa y el comienzo del puente que propició el calendario, no es poco haber contado con más de ochenta personas en la sala.



Debo agradecer a Javier Ortega, Concejal de Deportes de la Corporación alcazareña y por extensión a sus componentes que han dado respaldo a mi iniciativa, al propio Vicente, siempre presto y cercano, a Carlos Abengózar por su acertada conducción del acto y a los Vicepresidentes de la Federación de Baloncesto de Castilla La Mancha, A. Arráez y S. Leal, que han otorgado el reconocimiento a V. Paniagua como Presidente de Honor de dicha Federación como parte del evento.


En declaraciones a los medios de comunicación, como autor del libro he explicado que se trata una obra que lleva fraguándose cinco años y que ha estado año y medio durmiendo el sueño de los justos debido a la pandemia, habiéndome decidido a presentarla ya “porque hay mucha incertidumbre sobre la situación sanitaria”.



También he explicado que Vicente fue para mi el primer ídolo deportivo en mi infancia, pues veía muchos partidos del C.B. Balmes y luego, siguiendo su trayectoria, su llegada al Real Madrid lo convirtió en una referencia simbólica. Además es una persona muy vinculada a Alcázar que ha hecho mucho por el baloncesto y con muchas cosas que contar, una persona muy humana y permanente embajador alcazareño.

El libro nació cuando ya me había jubilado, por mi afición a la lectura de periodistas y escritores deportivos que me ha llevado a comprobar que, tradicionalmente, en Alcázar, se perdían los datos o se olvidaban y ese fue el inicio, porque tenía ya algunas semblanzas realizadas de otros personajes del deporte en mi página web.

En este caso, he relatado que se trata de un personaje que está vivo, cercano, solo tenía que empezar y se lo dije. De hecho hemos tenido encuentros mensuales a lo largo de tres años, y además, han quedado muchas grabaciones que no van en el libro “pero son muy jugosas”.

El libro se puede convertir en formato digital y en próximas fechas se podrá comprar en algunas librerías. Además, habrá una presentación en Ciudad Real, donde Vicente jugó durante cinco años, y también en Madrid donde ahora reside y que constituye el marco donde tuvo lugar la apoteosis de su carrera.


Debo recordar que, si los hay como espero, el 50% de los beneficios de la venta del libro irán destinados a la Fundación Comparte, una organización que ampara a niños desfavorecidos y de la que formo parte desde hace más de veinte años apadrinando a un niño hondureño, que se renueva con otros a medida que crecen y se hacen mayores.





REAL SOCIEDAD 0 - 2 REAL MADRID



No quiero dejar de unir la referida presentación de mi libro haciendo alusión, por darse en esta misma fecha, a la exhibición de fútbol que hizo mi Real Madrid en el campo de la Real Sociedad en San Sebastián, como premiándome después de la intensa jornada y disfrutando con gozo de una relajada velada futbolística a través de la televisión.

Hacía mucho que no veía al equipo blanco tan sólido, tan acertado en conducir el partido hacia sus intereses, tan fuete en la disputa de cada balón y tan lúcido en la creación de ocasiones que culminaron en dos magníficos goles y en la aparición de uno de los suplentes casi inédito, Jovic, quien junto al emergente Vinicius ofrecieron un potencial inpensable en ataque que el resto del equipo supo mantener hasta el final.

4 de Diciembre de 2021

sábado, 6 de noviembre de 2021

EL NUEVO BERNABÉU



Son muchos los comentarios que están despertado los videos en los que se difunde cómo quedará el Estadio Santiago Bernabéu una vez que finalicen las obras de su remodelación previstas para finales del año 2022.

Por un lado se habla de lo estrictamente técnico y de ese alarde arquitectónico que permitirá, entre otras cosas, esconder el césped natural mediante un sistema de planchas retráctiles que se acumularán en una especie de sótano en los bajos del propio estadio. Esto permitirá que pueda dársele otros usos sin que el mencionado césped natural sufra o se deteriore. Además y dadas las dimensiones del interior del recinto, será posible simultanear dos actividades paralelas en cada una de las mitades del mismo que se podrán acondicionar en función del espectáculo de que se trate.

También a ello contribuirá la posibilidad de cerrarlo completamente mediante un techo corredizo que podrá abrirse según necesidades. Todo ello en sí es un prodigio de diseño y tecnología que, solo por su vanguardismo, ya merece la pena contemplarse sin ninguna discusión.

Por otra parte, la variedad de posibilidades que supondrá utilizar el escenario hace pensar que en él se podrán ver otros deportes: fútbol americano, tenis, baloncesto, patinaje, etc., además de conciertos, desfiles de moda, ferias de muestras o similares, congresos y cualquier otro acontecimiento masivo que desee lucirse en una plataforma tan emblemática como bien situada en el centro de Madrid. Es de suponer que serán numerosas las empresas y los organismos que desearán desarrollar en este privilegiado marco la exhibición de sus productos o sus actividades estrella.

Pero todo ello no está exento ni ajeno a la principal crítica que se le hace a este nuevo giro empresarial que el presidente Florentino Pérez ha diseñado para el Club. Se trata de que por encima de todo, el Real Madrid es un club de fútbol y es a ese cometido a lo que se deben subordinar el resto de sus tareas. Si el fútbol no funciona adecuadamente o el primer equipo no responde a las expectativas de sus socios y seguidores, mal iremos. Se puede evolucionar en todos los órdenes y obtener beneficios complementarios desde otras fuentes de financiación, pero por mucho que se esmeren los ingenieros de este marketing del siglo XXI y por mucho que estas instalaciones se comparen con el Museo del Prado en cuanto a número de visitantes, lo esencial, es decir, el fútbol de máximo nivel no puede perderse de vista porque de ello depende su buena imagen, su viabilidad y su futuro.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

MIGUEL RODRÍGUEZ "EL SARA"

En uno de los programas radiofónicos que llevé a cabo con la cadena SER, titulados SER en ruta, tuve ocasión de entrevistar a un ciclista de pueblo, Miguel Rodríguez Jiménez ‘El Sara’, natural de San Carlos del Valle y ejemplo de cómo un joven del mundo rural consiguió llegar al profesionalismo salvando no solo las dificultades propias de la época y de su entorno, sino la escasez de incentivos que el ciclismo deparaba en nuestro país a quienes optaban por esta especialidad deportiva.

Miguel, como tantos otros jóvenes rurales, se dedicaba a las tareas agrícolas familiares ayudando a su padre y hermanos en las duras jornadas, al término de las cuales subía a su bicicleta, de un solo plato y unacorona de piñones, para volver al pueblo o dar un paseo por las sierras cercanas como breve diversión.

Su afición por la bici fue creciendo y consiguió el compromiso de su padre de comprarle una de competición si lograba demostrar que podía vencer en alguna prueba por la zona. Así fue cuando se proclamó vencedor en la Feria de Valdepeñas de 1964 y su progenitor le compró su primera bicicleta por un importe de 12.000 pesetas.

Tenía 19 años cuando empezó a participar en este tipo de pruebas sin experiencia previa, sin consejos ni dirección técnica de ningún tipo, solo motivado por sus buenas dotes naturales, su creciente afición y su espíritu aventurero que le llevaba incluso a desplazarse en tren hasta los lugares de las carreras porque ni tenía coche ni dinero para pagarlo.



En 1966 ganó la 23ª edición de la Vuelta Ciclista a Alcázar, que en esos años era una prueba prestigiosa y con tradición, pues comenzó a disputarse en 1933, dos años antes que la propia Vuelta Ciclista a España, y en la que se disputaron tres etapas por parte de los 17 ciclistas participantes de los que solo acabaron 11. En 1967 venció en la 1ª edición de las Rutas del Vino organizadas en Campo de Criptana y de él dijo uno de sus organizadores y quizá el principal impulsor de las mismas, Eugenio Jiménez Manzanares:

“Cuando este espigado mozo, de franca mirada, piel tostada por el sol de la llanura manchega y firme voluntad, dijo en la línea de salida que como en todas las carreras que participa salía a ganar, se ganó mi admiración, vi en él al luchador, al hombre de firmes propósitos, no había en sus manifestaciones ni pizca de orgullo ni pedantería. Si en los primeros 50 kms. no fue nadie capaz de marcharse, en el km. 51 Pablo Suárez logró despegarse del pelotón, siendo Miguel Rodríguez el único que tuvo fuerzas y coraje para saltar del grupo y darle alcance para, después de este momento,ser no solamente compañero de fuga de Suárez, sino el que llevó el mayor peso de la escapada y … ¡qué derroche de facultades! A los gritos de ¡Hala! ¡Hala! De Matías Bermejo, su Director Técnico, recuerdo que en una de las muchas pasadas que dimos a los fugados y en pleno esfuerzo, ya que iba marcando el tren, con cara de chico bueno, nos regaló una sonrisa y un guiño de triunfador. Solo la mala suerte podía privarle de la victoria; ésta le acompañó hasta la meta.



En las dos etapas restantes solo se limitó a ser el mandón de la carrera, dominando a todos, pero principalmente a quienes le podían privar del triunfo final. Si el comportamiento de todos fue digno, el de Miguel fue ejemplar, defendiendo el liderato como un gran campeón. Así elaboró y defendió su triunfo Miguel Rodríguez Jiménez en la I Vuelta Ciclista por las Rutas del Vino, cuyo premio fue el Trofeo Mobylette, original de Francisco Valbuena, y su peso en vino de Bodegas Alberca y Jiménez".




Miguel siguió su carrera y pasó al profesionalismo de la mano del equipo ‘La Casera Bahamontes’ con el cual consiguió varios triunfos de etapa, como los logrados en la Vuelta a Granada o en la Vuelta a Segovia y otro más en el Tour del Porvenir en una etapa que transcurrió entre Francia e Italia en terrenos alpinos, y en cuyo triunfo recibió un estuche de petanca sin saber absolutamente para qué servía cuando se lo entregaron. El colofón profesional le llegó con su participación dos años consecutivos en la Vuelta Ciclista a España con el referido equipo en los años 1970 y 1971, finalizándola en el primero de ellos y retirándose en el segundo.

Su especialidad eran las contrarreloj, especialmente de larga distancia, como lo demuestra que ganó dos pruebas sobre 100 kms. disputadas en Valencia y Mallorca respectivamente. Se retiró con 33 años y desde entonces vive en su pueblo dedicado a las tareas agrícolas como en sus orígenes pero con mayores recursos y terrenos que pudo adquirir gracias a sus ganancias en el ciclismo. En la actualidad sale varias veces en semana para hacer entre 40 y 60 kms., en rutas cercanas y ya he quedado con él para acompañarlo en una de ellas y podamos seguir evocando todas estas vivencias que muestran lo meritorio, dificultoso y apasionante que puede llegar a ser un ciclista de pueblo.



27 DE OCTUBRE DE 2021



Pues bien el día de ese compromiso llegó y en la mañana luminosa y soleada aunque fría de finales de octubre, pude salir junto a Miguel desde la Plaza Mayor de San Carlos del Valle, que se encontraba desierta a primeras horas, hasta el punto de que solo una transeúnte ocasional nos pudo hacer una foto juntos antes de la partida. El escenario no podía ser más espectacular y había que aprovecharlo en su limpia soledad.

Salimos por la carretera que conduce hacia Pozo de la Serna y a escasos metros se bifurca para dar inicio al ramal que lleva hasta los Baños del Peral si se sigue uno de sus atajos. Yo la había recorrido hace la friolera de medio siglo y desde entonces no había vuelto. El tráfico era escaso y el asfalto un tanto áspero por esas razones políticas que suelen acaecer en las pequeñas localidades frente a los intereses de las grandes. El sube y baja es incesante y hay una bajada más pronunciada en el antiguo depósito de las aguas, poco antes del desvío hacia El Peral. Esta zona se encuentra en estado de obras y con los establecimientos a la espera de la normalización de su oferta, pero atractiva para el turismo veraniego y con numerosos chalets poblando los alrededores.



Una vez llegados a El Peral tomamos la carretera que une Valdepeñas con La Solana y nos dirigimos hacia la primera población con intención de dar allí la vuelta y tomar la carretera hacia San Carlos desde su inicio. Dejamos a la izquierda el cementerio valdepeñero, ahora muy concurrido ante la festividad de Todos los Santos que se avecina y pasamos una granja y diversos terrenos que conoce muy bien Miguel. También dejamos a un lado la Hacienda de la Princesa, cuyo vino tuve el placer de catar gracias a Antonio, uno de mis alumnos cristeños. Finalmente entramos a la población por el mismo cruce por el que salimos después de casi dos horas de pedaleo a un ritmo cómodo de 20 k/h y charlando durante todo el recorrido.



Llegados a San Carlos dimos una vuelta por algunos lugares y personas cercanos, haciendo acopio de algunos productos de la tierra y Miguel, junto a su esposa Pilar, me invitaron a su exquisita comida de puchero que sabía a gloria, además de regarla con un estupendo vino tinto. Más tarde pude comprobar en directo la sala donde acumula sus numerosos trofeos y que ocupa las estanterías de toda la pared de un salón, así como de repasar de forma rápida los numerosos recortes de prensa que rememoran sus hazañas ciclistas que comenté anteriormente.

lunes, 25 de octubre de 2021

XV SUBIDA AL ROBLEDILLO 2021

Lo bueno de las tradiciones es que permanecen en el tiempo ciñéndose a lo fundamental, a lo que da sentido a su origen y a su celebración, aunque cambien los tiempos y las personas. Ayer en la XV Subida al puerto de El Robledillo se cumplió esa premisa y variaron los tiempos desde el ya lejano 4 de noviembre de 2007 y variaron bastantes de los ciclistas que entonces la iniciamos, pero se mantuvo lo esencial, pasar una buena mañana en el espectacular marco de las inmediaciones de Cabañeros, pedaleando como nos gusta hacer a quienes practicamos esta saludable y apasionante diversión.


En aquella fecha inicial ya referida fuimos 10 los ciclistas en participar. En esta ocasión uno más, pese a las ausencias de algunos que inicialmente se apuntaron pero que finalmente no lo pudieron concretar. No importa, lo principal es seguir pedaleando para no perder nuestro equilibrio. Aceptar de buen grado a todos los acompañantes y dejar a un lado prejuicios, divisiones, posibles rencillas o malentendidos. El día a día volverá a cada uno a su rincón, al que mejor le vaya por horarios, rutas, ritmos y compañías, al que todos tenemos derecho haciendo uso de nuestra quijotesca libertad, “que es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra…”, como dice el inmortal Cervantes en boca de su mítico e inspirador personaje.



Y con ese espíritu salimos con inusitada puntualidad del cruce del cementerio alcazareño, distribuidos en cinco vehículos y viendo como poco a poco despuntaba el día para dar paso a una jornada luminosa en lo meteorológico, fría en los inicios pero radiante de sol y buena temperatura en su discurrir. Así pudimos hacernos las fotos de rigor ante la pequeña pero coqueta iglesia de Retuerta y, a continuación, ante el cartel de azulejería que da la bienvenida a la población y que ya es uno de los puntos de referencia para dejar constancia de nuestra anual participación.



Con el grupo dividido por razones de forma física y convalecencias, Juan, Berna y José Escelio optaron por mantener su propio ritmo y recorrido pero sin renunciar a la subida que da identidad a la gesta. Gran mérito para ellos, especialmente a los que hace pocos meses han sido objeto de operaciones quirúrgicas, porque demuestran que la voluntad es la mejor de las cualidades que se pueden cultivar para acometer estas y otras muchas actividades.

Subimos los restantes en bloque hasta más o menos las inmediaciones del balneario, donde la carretera ya toma una seria inclinación y cuyos porcentajes, según nos fue describiendo Andrés, que iba dotado de la tecnología pertinente, fueron oscilando desde el 7 % al 13 % de pendientes medias, lo que ya supone una cota considerable pese a ser conocida por la mayoría y no de una única vez. Aquí se puso en marcha el método K -1 que siempre nos recuerda Josemi, es decir, ca uno hace lo que puede y mantiene su propia cadencia. Durante gran parte de la exigente subida, el viento estuvo ausente y eso hacía que el silencio fuera un compañero más, junto a los aplausos figurados de los graznidos de los grajos que se posicionaban en las copas de los árboles.



Llegados a la cima, apenas tuvimos tiempo de contemplar la espléndida panorámica de las primeras rañas de Cabañeros, que se dejaban ver por la claridad atmosférica de la mañana. Siempre se recuerda en estos momentos a los ausentes, a los que no han podido venir ocasionalmente a esta salida y a los que, como Jesús Montarroso, ya no podrán hacerlo nunca y al que nos hubiera gustado acompañar hasta ese punto y verlo romper su barrera de impotencia, más psicológica que física.

Ante el cartel explicativo y antes de deslizarnos hacia la bajada, un numeroso grupo de ciclistas jóvenes de la zona, algunos equipados con un maillot con la publicidad de “Sara y Encarni, carnes selectas” , bajaron en paralelo a nosotros y alguno nos adelantó temerariamente en una de las numerosas curvas que jalonan el recorrido hasta San Pablo, donde nos reagrupamos antes de continuar hacia Menasalbas sabiendo del aumento de la velocidad, que se dispara en ese tramo cuesta abajo, pese a la ausencia casi total de viento en el día de ayer.



El siguiente eslabón suele resultar más incómodo por la sucesión de subidas y bajadas que, sin ser tan exigentes como el puerto, enfrían y relajan la musculatura haciendo sufrir a las piernas en algunos momentos. El café a la entrada de Navahermosa puso un punto de calma y reactivación de fuerzas y tras atravesar la intrincada travesía del pueblo, desembocamos en el cruce hacia el Risco que se encuentra a mitad de su asfaltado y señalización. Los diez kms. que se inician en este punto, salpicados de cruces con motoristas en todo momento, suponen un desgaste mantenido que no ceja en ningún momento y que mantiene una pendiente media del 5 % en casi toda su longitud y solo se endurece en los dos últimos kms. cuando las puntas del Risco se ven al alcance de los ciclistas y la satisfacción de alcanzar la cima otorga las fuerzas necesarias para lograrlo. Allí llegamos y nos fotografiamos Pedro, Agapito, Andrés, Lorenzo, Josemi, Juan Carlos y quien estas líneas escribe, Justo, y solo faltó Alfredo que siguió el camino para no enfriarse.



Porque la bajada hacia Navas de Estena es de cuidado por la velocidad que se alcanza, la peligrosidad de algunas curvas pero también por el atractivo de contemplar a la derecha el inmenso e imponente paisaje de Cabañeros que se presta a una extasiante admiración. Me perdí fotografiarlo por no dar pie a un sospechoso retraso, al no haberlo advertido al resto, cuyos componentes fueron escalonadamente llegando nuevamente al altiplano del Estena y posteriormente acometiendo los últimos kms. hasta Retuerta que suelen resultar los más ásperos por el cansancio acumulado y por las subidas incesantes hasta alcanzar la Dehesa del Carrizal.

A las 13:45 h. nos presentábamos en el origen de la ruta con la prevista puntualidad. Román nos había preparado una mesa donde otros años, pero esta vez el menú y la atención nos defraudaron y no estuvieron a la altura. Para empezar y tras tomarnos nota con cierta displicencia, la bebida llegó tardía y escasa. Una sola gaseosa y dos botellas de agua pequeñas para saciar la sed de once ciclistas que habíamos recorrido una ruta exigente es poco serio. Bernardino se lo hizo notar con acertado humor:

- ¡Anda, trae gaseosas como para una boda!

Al final fueron llegando casi con cuentagotas y a destiempo. Pero lo más lamentable fue la falta de previsión para tener los platos del día preparados. Faltaba ternera para la plancha, el pollo y el cerdo estaban recalentados y se nos ofrecían alternativas en salsa, con lo que eso suele suponer de enmascaramiento del producto. Hasta los helados del postre vinieron en fase de derretirse al ser abiertos. Lamentable. Esto puede hacer que el próximo año, como ya había sugerido Pedro Peinado, cambiemos el lugar de partida por Navas de Estena y así matemos dos pájaros de un tiro al evitarnos los doce kms. más incómodos del recorrido y probar otros lugares más recomendables para el almuerzo.

Al menos tuvimos la satisfacción de encontrarnos con Julio Conde, alcazareño afincado desde hace muchos años en Toledo, en donde gestionó todo el deporte institucional hasta su jubilación, que se encontraba con unos amigos tras haber recorrido a pie el Boquerón del Estena y con el que compartimos un agradable momento de saludo y evocaciones, especialmente recordando la fragua y el salón de recreativos de su padre.



Sin más dilación emprendimos el regreso hacia Alcázar con la esperanza de ver el segundo tiempo del partido de la jornada entre el Barça y el Real, no sin antes parar a repostar gasolina en El Molinillo y hacer acopio de algunos embutidos de ciervo, que tan a mano se nos ofrecen por estos andurriales.

El interés del partido nos devolvió a las prácticas de radioyentes, que tan perdidas tenemos algunos y que ponen de manifiesto esa impostada emoción que utilizan los locutores para enardecer a una audiencia que, al no ver, puede creerse la sobrexcitación que la narración proclama, porque la realidad es mucho más sosa y anodina que la que pretenden mostrarnos con ese énfasis sobredimensionado que trata de despertar una pasión inexistente. ¡Que se lo digan a José Escelio que venía durmiendo como un tronco hasta casi llegados a Alcázar!

DATOS TÉCNICOS EN STRAVA

ITINERARIO:Retuerta del Bullaque - Puerto El Robledillo - San Pablo de los Montes - Menasalbas - Navahermosa - Risco de las Paradas - Navas de Estena - Retuerta del Bullaque

DISTANCIA:86,81 kms.

TIEMPO DE PEDALEO: 4 h 04' 40''

VELOCIDAD MEDIA: 21'3 kms/h.

VELOCIDAD MÁXIMA: 57'4 kms/h.

CALORÍAS CONSUMIDAS: 2.042 kcal.

Algunos datos más sobre estos puertos y sus características tomados de la web altimetrías.net que nos ha facilitado Andrés:

https://www.altimetrias.net/aspbk/verPuerto.mobi.asp?id=660

https://www.altimetrias.net/aspbk/verPerfilusu.asp?id=1451

https://www.altimetrias.net/aspbk/verPerfilusu.asp?id=1621

domingo, 10 de octubre de 2021

EL I.C.C. REGRESA A ALCARAZ

Aprovechando la espléndida climatología de este otoño casi veroño que no termina de enfríar cuerpos y ánimos, el grupo de ciclistas del I.C.C., aunque incompleto por diversos motivos, acometió una de las últimas salidas de esta temporada que ha estado también condicionada por los, esperemos últimos coletazos del coronavirus. En el KIA Sportage de Martinelli con el soporte de Fontaine se acoplaron las tres bicicletas desde Tomelloso para llegar via Sotuélamos hasta Alcaraz con acertado cambio de recorrido propuesto por Bernard para reducir kms. y satisfacer un horario tipo Tour con salida a las 11 h. de la monumental población que ya se encontraba colmada de visitantes.
En un paisaje de rasgos otoñales y el suave frescor del tiempo, los tres ciclistas nos encaminamos hacia el embrujado Vianos antes de comenzar la subida al Puerto del Barrancazo que logramos culminar satisfactoriamente. En el descenso fuimos dejando atrás los innumerables bosques de pinos, encinas, robles y aliantos, ese enemigo invasor que tanto preocupa a Bernard pero que tapiza asombrosamente algunos paisajes.
En Paterna del Madera pudimos hacer una breve parada para un café mientras comprobábamos el retorno generalizado de la gente, el ruido y los carteles taurinos a esta España rural ávida de cachondeo. Siguiendo hasta el cruce que nos hubiera llevado hasta Bogarra, tomamos a mano izquierda el camino hacia Peñascosa y nos encontramos con el tramo de carretera que desmerece del conjunto de la ruta. El asfalto está abandonado además de descarnado y parcheado con ciertas zonas menos malas pero infames para un pedaleo cómodo, especialmente en las bajadas. Fue nuestra particular evocación de la reciente Paris - Rubaix, de épico recuerdo.
Superado el trance, con el Puerto de los Cuervos incluido, según ha desvelado la aplicación Strava, continuamos hasta Peñascosa cuando habíamos sobrepasado las dos de la tarde y decidimos hacer una parada para reponer fuerzas y líquido en una de las terrazas al paso, que nos resultó acogedora, entre el sol y la sombra y rodeados de familias que tomaban el aperitivo y todoterrenos que llegaban o partían con distintos destinos.
Tras el improvisado almuerzo en ruta, emprendimos los nueve últimos kms. con mejor asfalto, en continuo descenso y dejando a un lado el santuario de la Virgen de Cortes que presentaba también movimiento de personas antes de llegar nuevamente a Alcaraz, subir sus empinadas cuestas hasta llegar al coche y dar por concluida la ruta no sin otra parada ocasional para hidratarnos en una terraza de Osa de Montiel concurrida por jóvenes y otras no tanto, que entretenían su ocio aprovechándose también de las bondades del clima.

DATOS TÉCNICOS DE STRAVA
ITINERARIO: Alcaraz - Vianos - Pto. del Barrancazo - Cortijo de Tortas - Paterna del Madera - Pto. De los Cuervos - Catalmerejos - Peñascosa - Ermita de Cortes - Alcaraz

DISTANCIA: 69 KMS.

TIEMPO PEDALEO: 3 H 40' 48''

VELOC. MEDIA: 19 K/H.

VELOC. MAXIMA: 67 K/H.

CALORÍAS:1.690 KCAL.

9 DE OCTUBRE DE 2021

lunes, 9 de agosto de 2021

QUITA D'AHÍ,... MENGAJO !!!

La silueta de Martinelli apareció tras los visillos de la ventana de su vivienda, una vez que Bernard había pulsado levemente el timbre en la calle Dª Crisanta, sede del idolatrado carrito usado por el ICC en sus salidas internacionales. No se esperaba, quizás, esa escrupulosa y anticipada puntualidad en la cita, que además contó con la presencia inesperada de Malaño, que lo hizo de incógnito momentos antes en General Aguilera.
Los planes podían desarrollarse como los había previsto Martinelli para una vez tomada la carretera en dirección Albacete, dejarnos alcanzar por alguno de los numerosos pelotones de tomelloseros que cruzan raudos hacia el cruce de Sotuélamos y posteriormente hasta Ossa de Montiel. No tardaron en cumplirse las previsiones y al cabo de unos minutos, un grupo de siete ciclistas en ordenada fila nos adelantaba a buen ritmo obligándonos a acelerar nuestra marcha si queríamos cogerles rueda.
Así lo hicimos, pese a las dudas sobre los estados de forma de los del ICC, que no llevamos un verano regular de salidas y entrenamientos. El grupo fue acelerando en este tramo en el que se alcanzaron velocidades de más de 40 kms./h aunque de forma intermitente. Los tomelloseros haciendo relevos excepto uno que nos sirvió de referencia para ir tras él todo el camino. La llegada al referido cruce sirvió de pausa en la intensidad y el alejamiento de los tomelloseros que emprendieron el ascendiente recorrido hacia Ossa con mayor ritmo y alejándose paulatinamente. El resto nos adaptamos a nuestras posibilidades, fuimos adelantados por varios pelotones que habrían salido más tarde y llegamos más enteros al café en el Bar Chicuelo de esa población en cuya terraza nos sirvieron dos camareras de las de y aluego... ofreciendo su especialidad en tostadas pero careciendo de churros.
El regreso hacia el Tomelloso fue por la carretera directa y ya conocida por los miembros del ICC que fuimos dejando atrás las numerosas fincas como cerro Moreno, Cuevalosa o la Mierera hasta alcanzar un rodar rápido, compacto y relativamente cómodo que nos puso en la rotonda de llegada en torno a las doce del mediodía. El mito de las litronas y alcahuetas se ha desvanecido con la pandemia y solo una pareja testimonial encontramos sentados en uno de los poyetes callejeros. Mientras tanto, en las terrazas a nuestro paso no faltaban cuadrillas de ciclistas que reponían líquido y tertulia.
Martinelli estaba en su barrio y nos condujo a la terraza del Dora, frente a la Mezquita que es uno de sus templos favoritos. Allí había un grupo de conocidos en torno a la figura del autonombrado George Clooney tomellosero, de quien nos contó su peculiar apodo mientras saciábamos nuestra sed con sendas rondas de cerveza, comentábamos las últimas novedades, como la llegada a la vida de Martinelli de una chica que vino del Este, nos enteramos de la gesta de Petrosian que había subido al alicantino puerto de Tudons, palabras mayores, y nos percatábamos de la abundancia de palomas que merodeaabn por los alrededores. - ¿Mensajeras? - ¡No te ensajero nada!. Según Bernard esta especie está anidando en los pueblos como consecuncia del cambio climático.
Como suele ser habitual, la cuenta final se nos moragó a consecuencia de la invitación que hizo Martinelli al grupo de George Clooney al no diferenciar ambos gastos hasta que las camareras desfacieron el entuerto y pudimos regresar a nuestros destinos a buenas horas y con mejores sensaciones.

lunes, 5 de julio de 2021

LAGUNAS VIVAS DE VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS

Ayer participé en la marcha reivindicativa en defensa del agua de las Lagunas de Villafranca y su entorno natural. Paraje al que le tenemos especial cariño desde pequeños cuando nuestros padres nos llevaban durante el verano a pasar los domingos y festivos y también en alguna que otra temporada de baños. Lo cierto es que Villafranca se fue convirtiendo en una zona atractiva, plagada de árboles y vegetación autóctona así como también un lugar de paso para la realización de numerosas rutas ciclistas tanto por sus caminos como por sus carreteras hacia Camuñas, Quero o hacia otras direcciones.


La Asociación Lagunas Vivas de Villafranca viene desarrollando algunas campañas de difusión de las necesidades que plantean estos humedales y ayer día 4 de julio organizó una concentración de ciclistas en la Plaza de España de la misma para ir a recibir a un grupo más restringido de miembros que venían recorriendo la ruta del río Gigüela desde sus orígenes en el conquense Puerto de Cabrejas hasta llegar a la referida zona de Villafranca en la que el agua es provisional y sufre la sequía durante casi todo el año.

Calculo que estaríamos unas sesenta personas, la mayoría ciclistas habituales, más un grupo de chicas de diferentes edades, algún jovencito acompañando a su padre y los miembros de la Asociación que han coordinado ésta y otras acciones divulgativas. Yo llegué después de salir sobre las 8:15 desde Alcázar y de parar previamente en La Veguilla que estaba plagada de aves, especialmente flamencos. Fui por el camino clásico y continué por la vega hasta pasar el puente de la Tamarilla y entrar al pueblo por el IESO La Falcata cuando el reloj daba las nueve y la concentración estaba a punto de partir.

Recorrimos varias calles de la población antes de tomar nuevamente el camino que yo había recorrido momentos antes hasta el puente de la Tamarilla. En uno de los cruces escuché un gracioso intercambio de palabras. Un señor mayor le preguntó a una joven ciclista del grupo que qué era lo que hacíamos. Esta le respondió:

- Pedimos agua para que no se sequen nuestras lagunas.
A lo que el señor respondió con bastante sorna:
- Vino, es lo que os van a dar.

Después continuó la marcha, a un ritmo bastante cómodo para los habituados a pedalear en grupo, y sucedió otra anécdota de lo más divertida cuando observamos que un ganado de ovejas corría en paralelo a los ciclistas a la misma velocidad que éstos. Resultó que se habían espantado por un descuido del pastor que no logró controlarlas y que venía gritando al poco tiempo acompañado de un perro. Finalmente y al poco de pasar el puente, el rebaño se detuvo dejando una inmensa polvareda y el pastor logró controlar la situación mientras nosotros seguíamos por los pozos de Navarro por la Cañada en dirección a Quero.

Llegados a esta nueva localidad atravesamos algunas de las calles de la población, incluida la Casa de la Palabra, de grato recuerdo, para tomar un camino paralelo a la carretera hasta llegar a la ermita de San Isidro donde nos encontraríamos con el grupo que venía de los orígenes del Gigüela. Allí nos hicimos una foto grupal y tomamos nuestro avituallamiento para continuar después por el margen del río y tras sortear las zonas de tarays, cruzar nuevamente el río por otro puente y llegar al punto donde el agua alimenta a las lagunas, llegamos a estas por la zona del Aula de Interpretación donde finalizaría el recorrido, aunque previamente yo me adelanté para regresar un poco antes hasta Alcázar dado el calor reinante y lo tardío de la hora, recogí la camiseta conmemorativa que había adquirido a los organizadores (Diana, Alejandro, Javier...), a los que hay que felicitar, cerrando así mi particular jornada que resultó amena y satisfactoria con los siguientes datos ciclistas:

DISTANCIA: 73 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 19 k/h.
TIEMPO DE PEDALEO: 3 h 54’ 50’’
CALORÍAS: 907 kcal.


martes, 29 de junio de 2021

I.C.C. MACUTILLO 2021 POR SIGÜENZA Y LA ALCARRIA

1ª ETAPA 25 DE JUNIO DE 2021

ITINERARIO: Armuña de Tajuña - Archilla - Brihuega - Utande - Miralrío - Jadraque - Bujalaro - Matillas - Mandayona - La Cabrera – Sigüenza

DISTANCIA: 98,3 KMS.
Vel. Media: 21 k/h.
Tiempo de pedaleo: 4 h 40’ 21’’
Calorías: 2.201 kcal.


A las 9:30 horas del 25 de junio el grueso de ciclistas del I.C.C. se congregan en la Venta El Molino de Alcázar de San Juan para dirigirse hasta el domicilio de Petrosian, hacer el cambio de vehículo, de Kia a Kia, e iniciar el recorrido motorizado hasta el objetivo de salida dejando atrás Miguel Esteban, Quintanar de la Orden, Villanueva de Alcardete, Villamayor de Santiago, Fuente de Pedro Naharro y Tarancón para cruzar la A -3 y cruzar por la zona sureste de Madrid siguiendo por Belinchón, Estremera, Carabaña, Orusco de Tajuña, Ambite, Loranca de Tajuña, Aranzueque y llegando finalmente hasta Armuña de Tajuña, lugar designado por la organización de Andermatt para el inicio de la etapa ciclista. Aparcado coche y carrito en la recoleta plaza de Armuña, los ciclistas tomamos un café en un kiosko situado a la salida y ya en la dirección adecuada. Además de reponer energías, Martinelli aprovechó para repartir los clásicos Huesitos como avituallamiento energético, mientras contaba su reciente e interesante visita a la fábrica alicantina de los mismos.

Frisando ya la una de la tarde comenzó el pedaleo de los ciclistas camino de Brihuega y siguiendo el curso del río Tajuña a cuyos márgenes se extendían fértiles alamedas, robles, encinas y otra variada flora en un trazado serpenteante, con escasas subidas y favorecidos por un ligero viento. Estos primeros treinta kilómetros se hicieron placenteros porque el calor no apretaba, el trazado era cómodo y las fuerzas intactas.

Con ese optimismo llegamos a Brihuega por su Avenida de la Constitución hasta dar con una carpa natural de frondosa arboleda con tilos, ailantos y un abeto gigante que invitaban al momentáneo reposo y avituallamiento. De ello se encargó el Bar Carlos III cuya camarera resultó ser una joven de bellos ojos semivelados por la mascarilla, simpatía a raudales, buen y eficaz servicio y como comentó Bernard, parafraseando el chiste del andaluz, “y aluego… er culo que tiene la niña”. Así que entre bocadillos, cervezas, cafés, helados y aluegos… se hizo corto el descanso y reemprendimos la marcha no sin que antes Giuliano abordase a un cura que por allí se encontraba para preguntarle por la residencia del periodista Manu Leguineche que pasó allí sus últimos días, pero que no era posible visitar. Por lo que abandonamos este breve paraíso embriagados por el aroma de los tilos y por el humo de los porros que un grupo de jóvenes se fumaban sin pudor en una mesa cercana.


Rodando ya en pleno corazón de la Alcarria fuimos dejando de paso profundos valles salpicados de chopos, encinas, robles, ailantos, catalpas… llegando a Utande donde la carretera se volvió más áspera hasta Miralrío. Bajada espectacular y comienzo del acceso a Jadraque, cuyo castillo proyecta una amplia sombra envolvente a toda su zona. Nada que ver con mis evocaciones de la salida en 1996 con mi grupo de alcazareños. Paramos para las fotos de rigor y siguiendo hacia Bujalaro recibo el picotazo de un insecto que me obliga a parar y quitarme el casco del que veo salir una avispa a toda velocidad, mientras el aguijonazo me deja un profundo dolor y una inflamación que solo logro calmar parcialmente con un chorro de agua del bidón. Para mí será inolvidable el picotazo de Bujalaro.

Continuamos acumulando kilómetros, calor y cansancio, especialmente Giuliano que notó su falta de continuidad en la preparación y unas mermas de alimentación cruciales. Ni siquiera el paso por un reducto patriótico adornado con la enseña de España y cierto simbolismo de su agrado le hizo recuperar sus necesarias energías y después de pasar la Estación de Cutamilla, al lado del río Henares, se dejó caer en la cuneta presa de calambres musculares que Petrosian trató de minimizar con sendos estiramientos.

El Palacete del Monte de Cutamilla es un gran espacio territorial, privado y exclusivo de 1.200 hectáreas en el valle del río Henares. En las cercanías de la ciudad medieval de Sigüenza se encuentra esta reserva natural histórica que figura en el inventario de cazadores reales y en el que, en su momento, disfrutó de la montería Alfonso XI. El palacete, estilo Art Nouveau, fue edificado a finales del S. XIX por el Duque de Pastrana y fue visitado por importantes personajes de la realeza y la política madrileña. Las aguas que rodean el palacete están siendo envasadas como Agua Mineral Natural bajo la marca Font Vella.

El último paso antes de la llegada a destino fue Moratilla de Henares, cuyas cuestas se hicieron interminables dado el calor y el cansancio acumulados aunque siempre con el horizonte de la meta dando las últimas fuerzas para salvar cualquier obstáculo. A la entrada a la población seguntina una figura metálica del Doncel yacente recibe a los visitantes. Es el preludio de todo un patrimonio en piedra que merece ser conocido.

Tras llamada a los anfitriones de la cadena AirBnB en la figura de Ana, nos dejamos llevar por sus indicaciones hasta el Camino Viejo nº 5 en donde nos esperaba amablemente para indicarnos los pormenores de nuestro alojamiento, un piso amplio con cuatro habitaciones, tres para huéspedes y una para propietarios, además de dos cuartos de baño, cocina, terraza, y todo tipo de enseres propios de una vivienda habitada. Las bicis nos acompañaron dada la desconfianza general ante el garaje colectivo que nos ofrecieron.

A partir del obligado aseo y descanso momentáneo, iniciamos el recorrido turístico de una población que la mayoría ya conocíamos pero que siempre merece la pena volver a ella como ocurre con las joyas urbanas tradicionales de cualquier país. ¿Quién se cansa de visitar Toledo, Salamanca, Segovia o Córdoba, por citar algunas de las más representativas?

Y con ese espíritu recorrimos nuevamente su Alameda, la antigua Oficina de Turismo, las calles cercanas a la Catedral, la Plaza Mayor, que ya estaba bastante completa, y emprendimos la subida hasta el Castillo de los Obispos, joya patrimonial seguntina, que igualmente estaba tomada por el turismo y donde se apreciaba el comienzo de la recuperación postpandémica. Los accesos al patio de armas tomados por los moteros y el ambiente en general despertando del fatídico letargo pese a que sigue latente.

Finalmente pudimos encontrar hueco en uno de los locales de la plaza, concretamente en el llamado Los Soportales y acertamos al pedir un menú potente para mitigar el desgaste y cansancio prolongando la velada y retirándonos cuando el fresco nocturno avanzaba imparable.

2ª ETAPA 26 DE JUNIO DE 2021

ITINERARIO: Sigüenza – Pelegrina – Aragosa – Mandayona – Mirabueno – Las Inviernas – Masegoso de Tajuña – Cifuentes – Gárgoles de Abajo – Trillo – Durón – Budia – Peñalver – Tendilla – Armuña de Tajuña

DISTANCIA: 127,6 Kms.
Vel. Media: 18,5 k/h.
Tiempo de pedaleo: 6 h 54’ 46’’
Calorías: 2.455 kcal.
Desnivel: 1.471 m.

Después de una noche tranquila en el piso seguntino y de la desapercibida llegada de Ana, la encargada, a sus aposentos, nos dirigimos sobre las nueve de la mañana al lugar del desayuno que nos había recomendado la propia Ana, llamado Cosas de Antes, una mezcla de pastelería y churrería muy al gusto hispánico, no sin un primer saludo a Just Fontaine por parte de dos canes tipo buldog cuyo dueño dejó deambular libremente desde su piso sin otra precaución que enfilarlos a un paseo matinal. La cosa no pasó del susto por los ladridos y la bici sirvió de parapeto ante una posible caricia de alguno de ellos que, en tópicas palabras del dueño, nunca ladraban a nadie y mucho menos hacían daño. Llegados a la referida pastelería comprobamos que el aforo estaba desbordado, con la terraza exterior colmada y el interior con una única mesa libre que logramos ocupar oportunamente. Buena atención y servicio.

La primera disyuntiva de la jornada se decantó por la visita a Pelegrina en dirección a Torremocha del Campo, con su castillo en lo más alto y cercana al Barranco y Hoz del Río Dulce, paraje espectacular que utilizó en su día el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente y su equipo de ayundantes para rodar algunos de sus documentales con el vuelo de águilas, buitres y presas en un particular desafío basado en la paciencia y el buen hacer.


La mala noticia vino porque la ruta prevista no nos ofrecía continuidad desde ese enclave y tuvimos que retornar una vez realizada la visita. Por tanto, la prolongación en kilómetros era inevitable y especialmente para Giuliano, que después de su sufrimiento el día anterior, vio ensombrecido el panorama que se presentaba. Continuamos por la CM 1101 en sentido opuesto al día anterior y volvimos a pasar por Cutamilla Font Vella y del hito patriótico que le ayudó a subir la moral a Martinelli la tarde anterior.

Dejando atrás nuevamente Mandayona nos desviamos hacia Mirabueno y cruzamos la A-2 en dirección a Las Inviernas no sin antes tomar un café y reponer fuerzas en un bar de gasolinera con sombra y aceptable servicio, sabiendo que la etapa estaba ahora prácticamente en su primer tercio. La carretera hacia Las Inviernas se encontraba desierta de vehículos y con firme en buen estado para facilitar el tránsito ciclista.

Pasamos por Masegoso de Tajuña, de largo recuerdo para los protagonistas alcazareños de 1996, que vivimos entonces una tarde agridulce entre el tedio y la ilusión aislados en un hostal de carretera y rumiando algunos la posible visita a la Feria de Brihuega.

Fuimos de Masegoso hacia Cifuentes por la N-204 cuando el reloj se aproximaba a las dos de la tarde y el recorrido aún no estaba mediado. Era preciso reponer fuerzas y a ello nos encaminamos en su Plaza Mayor de cuyos soportales un gentío de personas nos devolvía a la España más genuina: voces desaforadas, risotadas por doquier, distancia de inseguridad, fuera mascarillas y abundante cerveza y tortilla.

Sin embargo, en la única mesa libre, ni bocadillos ni raciones. Levantarnos y buscar otras opciones que llegaron al momento en un restaurante cercano a la sombra de una parra camuflada por un toldo y una encargada algo sota que nos atendió de fríos modos y tan solo una becaria lo compensó sirviéndonos con agrado sobre un mantel de papel con un mapa incorporado.

Repusimos bien las fuerzas con un plato combinado y abundante cerveza, salvo el pobre Giuliano que permanecía callado dando vueltas a su cabeza, a lo que aún quedaba por venir y al tamaño de las cuestas, con sus botellas de Acuarius, el café y el agua para el camino. Reemprendimos la marcha hacia Gárgoles de Abajo aproximándonos a Trillo, cuya central nuclear queda a poca distancia mientras sus gigantescas torres llenan el cielo de vapor y el reactor permanece inmutable en su semiesfera blanca.

El embalse de Entrepeñas se iba quedando a la izquierda, en el fondo de otro valle bien rodeado de sierras. Por allí pinchó Bernard en el único incidente mecánico de toda la salida, que fue recibido por Giuliano como una bendición de la Providencia, mientras seguíamos subiendo cuestas, el viento arreciaba en contra y el tráfico de la N-320, ruidoso e intenso, acababa con nuestras reservas.

Llegamos por fin a Tendilla y saliendo en la rotonda apareció el cartel de Armuña de Tajuña a menos de un kilómetro, entre árboles frondosos y pensando en el pilón de agua fresca donde nos abocicamos nada más dejar las bicis junto al coche allí aparcado. El reloj cantó las siete con campanadas sonoras y los kilómetros eran 127 tras el recuento. Con el ánimo cansado, con el esfuerzo hasta el máximo, hubo una llamada inefable hacia la dirección de Andermatt que así quedaba plasmada. La horquilla del recorrido debe estar, en función de los trazados, entre los setenta y los noventa kms. como máximo.

Antes de abandonar el pueblo nos encontramos un bar que no dudamos en visitar. La Bodega de la Alcarria ponía en su cartel y allí apareció Paola con su gata Lola que nos ofreció orgullosa una pequeña bodega que algunos visitamos mientras reponíamos líquidos del depósito vaciado tras tantos kilómetros hechos con sol y viento contrarios.

Una vez en el coche de regreso y con ánimos menos frescos por el cansancio acumulado, retornamos por el trazado contrario al que habíamos llevado hasta llegar a la A-3 donde nos equivocamos por no poner el GPS y seguir su mandato. El objetivo era Tarancón para llegar a terreno conocido y seguir los pueblos de Santiago, Villanueva de Alcardete y Quintanar antes de finalizar en Alcázar de San Juan.