sábado, 21 de diciembre de 2019

¡¡ ESOS SILENCIOS !! ...




Siempre que el Real Madrid logra silenciar al Camp Nou, bien sea con goles, bien por su juego o dominio, como pasó el miércoles 18 de diciembre en el partido aplazado, me acuerdo de una amiga, ya fallecida, a la que le gustaba que le contara esa sensación que deja las gradas del estadio mudas y frustradas.

Es verdad que esos silencios no son muy frecuentes y menos aún desde que el Barça cuenta con la figura de Messi en sus filas y el equipo ha gozado de un patrón de juego de mucha solvencia. Habría que remontarse a aquel gesto de Raúl con el dedo sobre sus labios pidiendo silencio para compararlo con lo sucedido la pasada noche cuando los madridistas desactivaron a su rival, le impidieron desplegar su juego y estuvieron a punto de llevarse los tres puntos con total justicia por su dominio. Lástima que los empates en fútbol no se diriman por puntos como en el boxeo.



Y, además, todo ello en el marco de un ambiente hostil, preparado por todo el entramado independentista para hacerse ver y notar, para lanzar al mundo sus falsedades victimistas, sabiendo que este partido tiene una repercusión mundial y que el Real Madrid significa para ellos el virtual ejército simbólico de la españolidad, revertiendo la expresión que acuñó en su día Manuel Vázquez Montalbán.

Pues bien, solo el Real Madrid es capaz de desmontar todo ese engranaje de la manera que lo hizo, con mucho fútbol y ningún temor. Ese silencio final, reflejo de frustración en lo deportivo, anuló carteles, banderas y voces que se fueron disolviendo como azucarillos en agua para dar paso a los grupos más radicales que volvieron a dar una muestra de cívico pacifismo quemando contenedores y lanzando piedras a su propia policía. ¡Esos silencios!


lunes, 16 de diciembre de 2019

SENDERISMO GRUPAL





Acompañando a un grupo de casi treinta personas de diferentes edades y condiciones físicas, aglutinadas por sus profesores de ejercicio, Nuria y Héctor, el pasado sábado 14 de diciembre nos acercamos hasta la ermita de Valdehierro, al pie de las sierras que la circundan, para hacer un recorrido que finalmente supuso casi tres horas de caminata, con un desnivel de 388 metros y una altitud máxima de 1,127 m., realizados a una marcha media de 4 km/h y con un gasto calórico de 980 kcal.

Resultó estimulante la mezcla azarosa y variopinta de un grupo heterogéneo que realizó una incursión senderista como extra a las rutinarias sesiones de sala y gimnasio. El aire libre es siempre un estímulo y más cuando el paisaje es desconocido, abrupto y en unas condiciones climáticas favorables debido al tiempo otoñal, húmedo y templado que favorece el decorado natural de la vegetación.

Además, las zonas que atravesamos y que yo ya conocía de anteriores salidas, suponen un desafío  para quienes no están acostumbrados a estas prácticas. La subida hasta la pintoresca Cueva de Castrola, donde el bandolero se refugió cual alimaña maldita, ya tiene un plus de dificultad no solo por el perfil de las rampas sino por el propio estado del terreno donde abunda la piedra suelta.


Desde allí, la bajada por la otra cara se hace más llevadera hasta tomar el cortafuegos que permite acometer la subida hasta el Vasto por la senda señalada, cuyas últimas partes ponen al límite la resistencia y las pulsaciones de los senderistas que ven compensado su esfuerzo con un descanso al abrigo del frío viento de cumbre mientras reponen energías con un ligero avituallamiento.



El descenso resulta más placentero de nuevo por otro de los cortafuegos seguido por un pinar en el que los bikers han trazado una ruta arriesgada pero estimulante y en la que tuvimos ocasión de ver a seis de ellos en plena tarea por pura coincidencia. Así hasta llegar al llano y continuar por la senda de retorno a la explanada de la ermita siguiendo entre pinos, jara, brezo, encinas y quejigos al tiempo que se dejan ver numerosos hongos y níscalos que han brotado al compás de la humedad.





martes, 3 de diciembre de 2019

UNA PRESENTACIÓN ACERTADA Y EMOTIVA





El pasado viernes 29 de noviembre de 2019 tuvimos la ocasión y el honor de asistir en Córdoba a la presentación de la obra cuyo título y autor figuran en la cabecera de este texto, cuyo acto se desarrolló en el salón de actos de la Fundación Cajasur, en plena Avda. del Gran Capitán, ante un largo centenar de personas.

Abrió el acto el representante de la Fundación patrocinadora del mismo y de la propia edición con breves y elocuentes palabras sobre la importancia de estas investigaciones, para dar paso a Pepe Ríos, un íntimo amigo y colega médico del autor, que no dejó de manifestar su sorpresa ante el reto de glosar no ya la categoría humana y el brillante currículo académico de José Manuel, sino su apasionado vínculo con el deporte futbolístico cordobés, que le ha llevado nada menos que siete años de investigación, redacción y edición de esta obra, que bien pudiera equipararse a un largo parto, como llegó a calificarla Ríos, ginecólogo en activo.

Además, resultó curioso que la obra se presentara en un lugar situado justo enfrente de El Corte Inglés, al tiempo que una multitud se agolpaba de forma frenética y compulsiva a festejar el consumismo del Black Friday, mientras en la sala se exponía el resultado lento, silencioso y acertado de una tarea que conjuga investigación y literatura. Así es nuestro modelo social.

El autor, José Manuel Zarco, oftalmólogo del Hospital Mancha Centro Alcazareño, al que acompañaban parte de su familia y amigos, expuso de manera sucinta pero rigurosa las fases y contenidos de su trabajo, destacando el valor de las entrevistas con algunos de los protagonistas ya fallecidos, así como la figura de Ignacio Cid, su iniciador en las tareas periodísticas, al que ha dedicado su tarea a modo de homenaje tras su fallecimiento.

El trabajo consta de tres tomos y reúne en más de 1000 páginas y de 600 fotografías de personajes y documentos todo lo acaecido en el mundo futbolístico cordobés hasta 1954, lo que da idea del rigor de la investigación, que no deja de ser parte de la cultura social que nos rodea, cuando apenas se contaba con medios digitalizados ni ejemplares al alcance para facilitar las búsquedas.

Particularmente nos resultó muy emotiva la alusión a la figura de mi padre, Justo López Parra, el futbolista Jaro, cuyas botas ilustran las portadas de estos tomos, así como su imagen como jugador de la A.D. Plus Ultra de Madrid que quedó proyectada para dejar constancia de su paso por el césped del antiguo campo de El Arcángel cuando ambos equipos se enfrentaron en competición en aquellos años cincuenta del pasado siglo y ahora tan lejanos.