lunes, 24 de diciembre de 2018

LA BLANCA, CONQUISTADA



Precisemos. La Blanca podría referirse a diversas denominaciones más o menos conocidas entre nosotros. Podría ser la tienda de moda del Paseo de la Estación de Alcázar, como bien apuntó "Purito"Barco con los primeros nervios de la salida, que le impedían acompañar con café algo de humo inhalado, como también podría ser una dosis de cocaína, una barra de tiza escolar o una mujer muy, pero que muy madridista..., sin embargo, la Blanca es el nombre de la laguna más alejada de Ruidera, que se convirtió en objetivo de los Biker Yayos en este señalado día de la lotería.

Preparando la salida
Y en esas estuvimos los seis bikers que emprendimos la marcha guiados, esta vez sí, por un auténtico GPS que Josemi llevaba instalado en la potencia de su bici y al que consultaba en repetidas ocasiones inclinando su cuerpo en un gesto aerodinámico poco frecuente en sus prácticas habituales. El inicio junto a la laguna del pueblo no tenía dudas ni dificultades, sobrepasamos una caravana aparcada en mitad del camino y el único factor indeseado era la densa niebla que ya nos venía acompañando en la carretera desde la salida.


Berna acariciando al mastín
Bernardino acariciaba a un gigantesco mastín antes de subirse a su bicicleta, comparando la mansedumbre del animal con la actual delantera del Real Madrid, y el resto partimos hacia el camino entre el frío, la niebla y las ganas de disfrutar de un paisaje especialmente atractivo. La ruta se convierte en una sucesión de postales a cual más sugerente. Piedras cubiertas de musgo, encinas, quejigos y sabinas jalonando un camino que ofrece todo tipo de alicientes, desde tramos amplios y lisos hasta sendas estrechas, subidas cortas y repentinas, bajadas con alguna dificultad por los obstáculos y todo ello con el fondo del agua de las pletóricas lagunas que se difuminaba con la persistente niebla.

Paramos a contemplar las primeras cascadas de agua y fotografiarnos ante las mismas en una imagen casi insólita para esta época. Juan Carlos puso los dedos donde debía y el retrato resultó completo, fiel y efímero, como todos. Superada la parte más conocida nos adentramos en una zona más alejada en la que los referentes más fiables eran los postes señalizadores de las rutas quijotescas y, naturalmente, el GPS de Josemi, que ahora consultaba cada vez con más frecuencia, con más dificultad por la niebla, por la pérdida de señales y porque, si no nos equivocamos, la salida no tiene gracia.  Pedro Peinado lo repetía sin cesar. Que estaba resultando todo demasiado fácil y eso no es bueno.

Con las cascadas al fondo
El punto culminante de la zona de despiste vino en torno a los 40 kms., cuando hicimos un giro a la izquierda que nos condujo a una zona con abundante maleza, suelo embarrado y una casa lejana en la que un perro de caza ejercía como guardián. El chucho ladró débilmente con nuestro primer paso, pero una vez que repetimos el recorrido las dos veces siguientes delante de sus barbas, ya ni se inmutó. ¡Habría que saber que estaría pensando si hubiera sido humano!


Alfredo pedalea junto al agua
Salvado el obstáculo y retomado con acierto el camino correcto, adivinamos al fondo de un escarpado terreno unas edificaciones rodeadas de cartelería, que nos desvelaban la cercanía de la Laguna Blanca, objetivo de la salida y punto para el retorno. La laguna ofrecía un aspecto fantasmal por la niebla que se mezclaba con la blancura del terreno que le otorga el nombre. Pude comprobar, en un cartel, que entre la flora habita la utricularia, una planta carnívora de agua dulce que posee trampas diminutas y se alimenta de pequeñísimas presas. Por un momento pensé en que podía ser devorado por dichas plantas y desaparecer sin que mis compañeros pudieran evitarlo. ¡Qué muerte tan épica y en un día tan señalado como el de la lotería!

Pedro ante la extraña acampada
Dejadas las ensoñaciones y retomada la ruta correcta, nos dirigimos hacia la margen derecha de las lagunas para continuar el recorrido por sitios diferentes. Atravesamos un rústico puente de maderas sueltas con escasa consistencia y una zona de acampada con tiendas de tinajas cortadas. Llegamos a la Laguna Conceja, donde ya hay chalets y muestras de civilización.  Y tras hacer el tramo de descenso más técnico y arriesgado, cruzamos el puente en la zona de San Pedro, donde ya nos esperaba el asfalto que no abandonaríamos hasta el final. Al llegar cerca de la Laguna Redondilla, una pareja con su cámara, fotografiaba a varias cabras montesas que nos miraban impasibles y altivas desde su atalaya entre los riscos.

El grupo ante la Laguna Blanca
En torno a las trece horas y treinta minutos estábamos en el punto de partida en nuestros coches, con las bicis embadurnadas, la niebla de pertinaz compañera sin querer dejarnos y con el sabor de boca agradable de que más allá de la vía de servicio de la autovía, aún quedan rutas que merecen la pena. Felices fiestas para todos los bikers, presentes y ausentes, y que el próximo año repitamos el mayor número posible de salidas.




Laguna Blanca y niebla






lunes, 10 de diciembre de 2018

EN LA INAUGURACIÓN DEL NUEVO PABELLÓN "VICENTE PANIAGUA"



El pasado lunes 3 de diciembre de 2018 tuvo lugar la inauguración oficial del nuevo pabellón multiusos "Vicente Paniagua" en Alcázar de San Juan, con la celebración de un partido internacional de Fútbol-Sala amistoso entre las selecciones nacionales de España y Serbia que acabó con la victoria de la primera por 3 goles a 1.

Antes del inicio del partido se procedió a desvelar una placa que deja constancia de la efeméride por parte de las autoridades regionales, provinciales y locales que asistieron junto a su séquito a este acto.


Hasta aquí todo bien.   

Lo sorprendente para muchos, entre los que me encuentro, fue que el personaje que le da nombre a este nuevo pabellón, quedó relegado casi como convidado de piedra, acompañando con su presencia a las autoridades pero sin recibir, al menos, el reconocimiento de esas 2.000 personas que llenábamos el recinto, no todas las cuales conocían su figura y trayectoria, como me puso de manifiesto uno de los jóvenes cercanos a mi asiento.

No podemos ignorar que Vicente Paniagua fue 8 veces internacional absoluto, 10 veces campeón de Liga, 9 veces campeón de la Copa de España, 3 veces campeón de Europa y 1 vez campeón del Mundo de Clubes, todo ello como jugador de baloncesto de la plantilla del Real Madrid, además de presidir la Federación de Baloncesto de Castilla la Mancha, de la que es presidente honorífico, entre otros muchos títulos y actividades.


Por todo ello ha merecido, por acuerdo unánime de la Corporación alcazareña en su momento, el título de Hijo Predilecto de Alcázar de San Juan y que el nuevo pabellón que acaba de inaugurarse lleve su nombre.

¿Tan difícil hubiera sido hacer un hueco en el descanso del partido y además de librarnos de la atronadora música ambiental, presentarlo brevemente al publico allí congregado, dando a conocer los logros más importantes de su carrera como deportista? 

Sigo sin encontrar una explicación convincente.




viernes, 7 de diciembre de 2018

LA RUTA DE LAS EQUIVOCACIONES, O CALERA O CARRETERA

Al fondo Alhambra 
Era la tercera vez que me unía a los Bikers yayos para hacer este recorrido,  que tiene su inicio en las inmediaciones de la presa de Peñarroya, así como su final en el mismo punto, aunque tampoco esta vez fue la vencida de recorrerla sin errores. Quiero decir que a falta de otros modernos instrumentos de orientación, seguimos utilizando la intuición, la memoria, el sol y el GPS de Josemi, cuyas siglas hay que entender como Gran Poder de Seguimiento, porque el resto seguimos imantados por su estela y lo seguimos aunque nos saque del camino y nos devuelva al mismo o nos desvíe unos kilómetros para indicarnos que nos hemos confundido y es conveniente volver.

Pedaleando entre encinares milenarios

Pero lo cierto es que así el recorrido tiene ese saborcillo aventurero de quien descubre el camino nuevamente aunque haya pasado por él varias veces. Y también, cómo no, que cada equivocación es un aprendizaje de una vía diferente para llegar al objetivo final. Como diría Pedro Peinado, que se lo pregunten al agricultor del tractor que nos ve todos los años por el mismo sitio perdidos y haciendo señales con los brazos de por dónde continuar.

Fachada de la Quintería
del Telegrafista


Pero al final la ruta y sus encantos compensa pese a las equivocaciones. Atravesamos una zona de encinares de las que van quedando pocas. Recorremos un terreno accidentado pero ciclable, sin grandes subidas ni descensos arriesgados, lo que permite un disfrute diferente y romper con la monótona y repetitiva cadencia de los caminos cercanos o la aún menos atrevida vía de servicio de la Autovía de los Viñedos, auténtica pesadilla para las jornadas húmedas. 

Ante el templete romano


Y en la Calera podemos contemplar la Quintería del Telegrafista y trasladarnos casi al siglo XIX, en Alhambra subir por cualquiera de sus empinadas calles hasta la plaza y coronarnos emperadores en su templete romano, en El Lobillo disfrutar de la paz de su plaza y sus callejuelas sin agobios de tráfico ni contaminación y en Peñarroya comprobar si sube o no el nivel de la presa tras los deshielos. Todo ello en un recorrido en el que saltan las perdices a nuestro paso y en el que los cazadores se encuentran apostados en algunos puntos, escopeta en mano y sillas playeras para los descansos. ¡Ya tengo ganas de volver a repetirla!




En el centro urbano de El Lobillo




Detalle de la finca El Lobill

miércoles, 5 de diciembre de 2018

VISITA A LA CATEDRAL


ESTADIO DE SAN MAMÉS. 25 DE NOVIEMBRE DE 2018. ATHLETIC CLUB 1 - 1 GETAFE

Panorámica del nuevo Estadio de San Mamés


Para los aficionados al fútbol, por encima de las pasiones partidistas por sus colores, siempre ha sido un reto satisfactorio, en muchos casos inalcanzable, conocer los principales templos de este deporte tan unido a la escenificación ambiental que ha influido en la consecución de muchos resultados y, por consiguiente, en el crecimiento y la trayectoria histórica de los clubes propietarios de los mismos.

El grupo con Manolo Delgado
Pero si hay uno en España que representa una tradición especial este es el Athletic Club de Bilbao y su emblemático campo de San Mamés,  la Catedral del fútbol, recientemente reconstruido sobre los terrenos del anterior, aunque con distinta orientación, amparado por la Casa de la Misericordia y la Escuela de Ingenieros de la Universidad del País Vasco, con quienes comparte propiedad y vecindario.

Como dice mi primo Pedro, hay que afrontar las tareas proponiéndose proyectos como hacen los ingenieros. Y eso es lo que tratamos de conseguir desde hacía casi dos años: buscar una fecha adecuada, un partido asequible y un horario que permitiera el retorno sin complicar la situación laboral de los los expedicionarios. Después de un primer intento la pasada temporada, desbaratado por esos imprevisibles y desconcertantes horarios que impone la Liga de Fútbol, encontramos hace escasos meses las condiciones idóneas para la ejecución del plan: rival, el Getafe, hora, 12 del mediodía, día, domingo 25 de noviembre de 2018.
Justo y Pedro en las gradas


Había que aprovechar dos resortes fundamentales. Por un lado, la experiencia de Pedro en el conocimiento del ambiente gastronómico peculiar de la ciudad, dados sus años como integrante de una empresa allí ubicada y sus continuas visitas de trabajo, lo que nos permitiría movernos con soltura para degustar una muestra de su magnífica cocina. Por otro, acceder al partido de la mano de un embajador manchego que es toda una institución en el Athletic Club y, por extensión, en Bilbao, Manolo Delgado.

En el Hotel Carlton con Manolo Delgado
Después de un rápido y satisfactorio viaje, alojados por un favorable azar en el clásico y magnífico Hotel Carlton en la misma Plaza de Federico Moyúa, dimos cuenta de una ronda de poteo como allí le llaman, en una serie de lugares como El Globo, El Iruña y alguno más de la calle Ledesma, antes de dedicar la tarde al paseo por la zona céntrica, siempre recomendable pese a ser conocida por nosotros y así llegar a la hora de la cena que teníamos apalabrada en Casa Rufo, un exjugador de fútbol, que regenta un peculiar negocio gastronómico en una restaurada tienda de ultramarinos que me recordó la que regentó mi padre en la esquina de la Castelar alcazareña durante varias décadas. La cena no defraudó, especialmente la típica chuleta a la brasa que regamos con un imponente Remelluri riojano. La Antigua Cigarrería se encargó de recordarnos lo que supone la marcha nocturna y lo desentrenados que estamos para ella.

Casa Rufo
Llegó la mañana del partido y Manolo se presentó en el Hotel para hacer de embajador hacia San Mamés mientras nos daba una lección de recuerdos anecdóticos sobre el fútbol bilbaíno y nos demostraba su puesta al día en la actualidad futbolística en todas las categorías, lo que le permite colaborar en algunos medios de comunicación con conocimiento de causa. ¡Un fenómeno!

Comparsa de Zanpantzar o Joaldum
En la puerta 25 de San Mamés tuvimos un sabroso rato de espera mientras sonaba la trikitixa de Kepa Junquera, al que después conoceríamos por su amistad con el propio Manolo, el desfile de una comparsa de Zanpantzar, denominados Joaldunak, que visten enaguas de puntillas, abarcas, chalecos de oveja por hombros y cintura, pañuelos de colores, en este caso rojiblancos, al cuello, gorros cónicos con cintas, hisopos de cola de caballo, y un par de cencerros de gran tamaño sujetos a los riñones. Estos cencerros deben sonar al unísono al andar todos los integrantes del grupo al compás.

El paso creciente de aficionados envueltos en sus colores, entre los que reconocimos a Aitor Ocio, con magnífico aspecto de forma física y a Gaínza Jr., hijo del mítico extremo de los años 40-50 del pasado siglo, con el que tuve ocasión de recordar el primer triunfo del Racing de Santander en el histórico campo bilbaíno por un gol a cero y un marcaje excelente de mi padre, Jaro, al propio Piru Gaínza el 3 de febrero de 1952. Encuentro emocionante, sin duda, para enmarcar en mi memoria como aficionado.


Jaro Jr. y Gaínza Jr.
"Piru" Gaínza y El Jaro


La entrada al recinto de juego fue de lo más gratificante, porque la primera impresión es la de un estadio estéticamente armonioso y bello, con predominio del rojo, muy cómodo visualmente para los espectadores y a salvo de la lluvia con su gigantesca y bien planteada techumbre. A eso se fueron uniendo los cantos a capela tradicionales de ánimo al equipo: ¡¡ Athletiiiiii !!! que son coreados y completados por todo el campo en una singular mezcla de onomatopeyas y euskera.

Lástima que en lo futbolístico el equipo esté atenazado y preso de la ansiedad clasificatoria que le hace no dar el máximo de sus posibilidades y le obliga a conceder espacios que aprovechan sus rivales cuando huelen esta debilidad. Es verdad que pudieron ganar, aunque también perder si el Getafe hubiera aprovechado sus oportunidades, por lo que el resultado final de empate a un gol puede darse como bueno para ambas partes.

A la salida el público manifestaba con su silencio la preocupación con la marcha del equipo. Manolo y Kepa nos despidieron en el punto acordado y nuestro paisano siguió con su periplo futbolístico camino de Baracaldo para ver a su Bilbao Athletic esa misma tarde.

Nosotros nos despedimos de San Mamés y de la ciudad recorriendo la emblemática calle Poza para degustar los últimos pintxos en el bar Indusi y salir raudos hacia Madrid y posteriormente Alcázar, dando por finalizadas unas apasionantes jornadas.