sábado, 21 de diciembre de 2019

¡¡ ESOS SILENCIOS !! ...




Siempre que el Real Madrid logra silenciar al Camp Nou, bien sea con goles, bien por su juego o dominio, como pasó el miércoles 18 de diciembre en el partido aplazado, me acuerdo de una amiga, ya fallecida, a la que le gustaba que le contara esa sensación que deja las gradas del estadio mudas y frustradas.

Es verdad que esos silencios no son muy frecuentes y menos aún desde que el Barça cuenta con la figura de Messi en sus filas y el equipo ha gozado de un patrón de juego de mucha solvencia. Habría que remontarse a aquel gesto de Raúl con el dedo sobre sus labios pidiendo silencio para compararlo con lo sucedido la pasada noche cuando los madridistas desactivaron a su rival, le impidieron desplegar su juego y estuvieron a punto de llevarse los tres puntos con total justicia por su dominio. Lástima que los empates en fútbol no se diriman por puntos como en el boxeo.



Y, además, todo ello en el marco de un ambiente hostil, preparado por todo el entramado independentista para hacerse ver y notar, para lanzar al mundo sus falsedades victimistas, sabiendo que este partido tiene una repercusión mundial y que el Real Madrid significa para ellos el virtual ejército simbólico de la españolidad, revertiendo la expresión que acuñó en su día Manuel Vázquez Montalbán.

Pues bien, solo el Real Madrid es capaz de desmontar todo ese engranaje de la manera que lo hizo, con mucho fútbol y ningún temor. Ese silencio final, reflejo de frustración en lo deportivo, anuló carteles, banderas y voces que se fueron disolviendo como azucarillos en agua para dar paso a los grupos más radicales que volvieron a dar una muestra de cívico pacifismo quemando contenedores y lanzando piedras a su propia policía. ¡Esos silencios!


lunes, 16 de diciembre de 2019

SENDERISMO GRUPAL





Acompañando a un grupo de casi treinta personas de diferentes edades y condiciones físicas, aglutinadas por sus profesores de ejercicio, Nuria y Héctor, el pasado sábado 14 de diciembre nos acercamos hasta la ermita de Valdehierro, al pie de las sierras que la circundan, para hacer un recorrido que finalmente supuso casi tres horas de caminata, con un desnivel de 388 metros y una altitud máxima de 1,127 m., realizados a una marcha media de 4 km/h y con un gasto calórico de 980 kcal.

Resultó estimulante la mezcla azarosa y variopinta de un grupo heterogéneo que realizó una incursión senderista como extra a las rutinarias sesiones de sala y gimnasio. El aire libre es siempre un estímulo y más cuando el paisaje es desconocido, abrupto y en unas condiciones climáticas favorables debido al tiempo otoñal, húmedo y templado que favorece el decorado natural de la vegetación.

Además, las zonas que atravesamos y que yo ya conocía de anteriores salidas, suponen un desafío  para quienes no están acostumbrados a estas prácticas. La subida hasta la pintoresca Cueva de Castrola, donde el bandolero se refugió cual alimaña maldita, ya tiene un plus de dificultad no solo por el perfil de las rampas sino por el propio estado del terreno donde abunda la piedra suelta.


Desde allí, la bajada por la otra cara se hace más llevadera hasta tomar el cortafuegos que permite acometer la subida hasta el Vasto por la senda señalada, cuyas últimas partes ponen al límite la resistencia y las pulsaciones de los senderistas que ven compensado su esfuerzo con un descanso al abrigo del frío viento de cumbre mientras reponen energías con un ligero avituallamiento.



El descenso resulta más placentero de nuevo por otro de los cortafuegos seguido por un pinar en el que los bikers han trazado una ruta arriesgada pero estimulante y en la que tuvimos ocasión de ver a seis de ellos en plena tarea por pura coincidencia. Así hasta llegar al llano y continuar por la senda de retorno a la explanada de la ermita siguiendo entre pinos, jara, brezo, encinas y quejigos al tiempo que se dejan ver numerosos hongos y níscalos que han brotado al compás de la humedad.





martes, 3 de diciembre de 2019

UNA PRESENTACIÓN ACERTADA Y EMOTIVA





El pasado viernes 29 de noviembre de 2019 tuvimos la ocasión y el honor de asistir en Córdoba a la presentación de la obra cuyo título y autor figuran en la cabecera de este texto, cuyo acto se desarrolló en el salón de actos de la Fundación Cajasur, en plena Avda. del Gran Capitán, ante un largo centenar de personas.

Abrió el acto el representante de la Fundación patrocinadora del mismo y de la propia edición con breves y elocuentes palabras sobre la importancia de estas investigaciones, para dar paso a Pepe Ríos, un íntimo amigo y colega médico del autor, que no dejó de manifestar su sorpresa ante el reto de glosar no ya la categoría humana y el brillante currículo académico de José Manuel, sino su apasionado vínculo con el deporte futbolístico cordobés, que le ha llevado nada menos que siete años de investigación, redacción y edición de esta obra, que bien pudiera equipararse a un largo parto, como llegó a calificarla Ríos, ginecólogo en activo.

Además, resultó curioso que la obra se presentara en un lugar situado justo enfrente de El Corte Inglés, al tiempo que una multitud se agolpaba de forma frenética y compulsiva a festejar el consumismo del Black Friday, mientras en la sala se exponía el resultado lento, silencioso y acertado de una tarea que conjuga investigación y literatura. Así es nuestro modelo social.

El autor, José Manuel Zarco, oftalmólogo del Hospital Mancha Centro Alcazareño, al que acompañaban parte de su familia y amigos, expuso de manera sucinta pero rigurosa las fases y contenidos de su trabajo, destacando el valor de las entrevistas con algunos de los protagonistas ya fallecidos, así como la figura de Ignacio Cid, su iniciador en las tareas periodísticas, al que ha dedicado su tarea a modo de homenaje tras su fallecimiento.

El trabajo consta de tres tomos y reúne en más de 1000 páginas y de 600 fotografías de personajes y documentos todo lo acaecido en el mundo futbolístico cordobés hasta 1954, lo que da idea del rigor de la investigación, que no deja de ser parte de la cultura social que nos rodea, cuando apenas se contaba con medios digitalizados ni ejemplares al alcance para facilitar las búsquedas.

Particularmente nos resultó muy emotiva la alusión a la figura de mi padre, Justo López Parra, el futbolista Jaro, cuyas botas ilustran las portadas de estos tomos, así como su imagen como jugador de la A.D. Plus Ultra de Madrid que quedó proyectada para dejar constancia de su paso por el césped del antiguo campo de El Arcángel cuando ambos equipos se enfrentaron en competición en aquellos años cincuenta del pasado siglo y ahora tan lejanos.














miércoles, 27 de noviembre de 2019

UN DERBY EN HORAS BAJAS

SPORTING DE ALCÁZAR 0 - 0 UNIÓN CRIPTANENSE



Lo presenciado el pasado domingo en el polideportivo alcazareño entre los equipos rivales y vecinos del Sporting de Alcázar y la Unión Criptanense refleja a la perfección el momento histórico de ambos clubs, que no se encuentran precisamente en su apogeo futbolístico.

En el remozado césped artificial del "Manuel Delgado" solo se vieron destellos de algunos jugadores que intentaron suplir con individualidades el escaso juego colectivo. Me refiero a jugadores como el alcazareño Luis Alberto, jugador de clase y visión, que no se ve correspondido por el conjunto. De modo que todo se convertía en una sucesión de pases horizontales culminados por un lanzamiento final para que los delanteros se estrellasen frente a la zaga visitante, en la que aún resiste Olivares, histórico local alcazareño del Gimnástico, que se permite salir airoso con veteranía para suplir otras carencias del paso del tiempo.

Lo más triste fue la presencia entre el público de lo que ahora viene en llamarse "grada de animación", un coro de jóvenes, masculino principalmente, que a golpe de bombo e insultos generalizados mantienen el escaso ambiente de las gélidas tardes, al tiempo que hacen insoportablemente ruidosa su cercanía al resto de espectadores mientras completan su actuación con cantos previamente ensayados de claro matiz despectivo hacia rivales y equipo arbitral. No mejoramos con el tiempo. ¡ Todo lo contrario!

jueves, 14 de noviembre de 2019

SENDERISMO POR LA CALDERINA

Yo no sé cómo soy...
y no sé lo que quiero
y no sé a dónde voy
cambiando, inquieto, siempre de sendero...

LEÓN FELIPE



Acompañado por dos históricos amigos y anteriores colegas de profesión docente, José María y Jesús María, la mañana del pasado miércoles 13 de noviembre nos trasladamos hasta las cercanías de Fuente El Fresno, desde donde parte el camino que conduce hasta la cumbre más alta de los Montes de Toledo en nuestra zona, el llamado Pico de La Calderina.



Disipada la amenaza inicial de lluvia, que hizo acto de presencia en los momentos previos a la partida desde Alcázar, y tras recorrer la distancia que nos separaba del punto de inicio, llegamos al cruce  de la N-401 con la CM-4167 siguiendo el esquema que nos había facilitado un experto conocedor de la zona, Pepe Pinar, por sus vinculaciones al paso de la Titán de la Mancha por esos lares.

Tuvimos que rectificar en sentido contrario, dado que la distancia entre el punto del referido cruce y el inicio del camino no era la supuesta previamente sino varios hectómetros más alejada. A partir de su localización y siguiendo fielmente el croquis indicado, conseguimos encaminarnos primero por una pista forestal cenicienta para girar posteriormente por otra más descarnada pero igualmente apta para el paso de vehículos normales.

En el círculo señalado dejamos el vehículo e iniciamos el recorrido a pie, ayudados por múltiples dispositivos tecnológicos que nos ayudan a orientarnos, a conocer las distancias, los ritmos y, en definitiva, a entretenernos mientras caminamos. La subida es constante desde el arranque referido pero con rampas muy tendidas y asequibles para cualquier persona mínimamente acostumbrada a caminar. Otra cosa será hacerla en bicicleta como es mi siguiente propósito.


Envueltos en el confortable aislamiento que proporciona la ladera de la sierra y los setos naturales que forman los pinares y otras especies arbóreas, no notamos el fuerte viento que habían pronosticado y que descubrimos una vez llegados a la despoblada cima en donde finaliza la vegetación alta, abunda la piedra y se concentran las antenas y otros ingenios de la moderna comunicación.

Mientras tanto y durante el camino, además de la amena charla de los más diversos temas, con las siempre sagaces ironías de Jesús María, un maestro de la apostilla oportuna, y de las referencias gastronómicas de José María, divulgador de lugares y platos allá por donde va, el caminar se nos hizo más sugestivo con la presencia de una culebra de agua, de unos 50 cms. de longitud que atravesaba la zona y a la que pudimos retener, explorar y fotografiar gracias a los bastones que nos permitieron alejarla de un contacto directo.

¡Poderosos dominadores de la naturaleza salvaje! en palabras de Jesús María, nada más conocer la instantánea que reflejaba la desigual y cruenta batalla de los intrépidos senderistas frente al ofidio, que terminó sin bajas en ninguno de los dos bandos.

Culminamos el recorrido con la llegada hasta las antenas, cumplidos los 4,2 kms. anunciados, desde donde se divisa una espectacular panorámica que puede contemplarse haciendo un giro de 360º con todo el horizonte a la vista, aunque sorteando las torretas de las antenas y mejor cuando las condiciones climatológicas lo faciliten.

El retorno fue coser y cantar estimulados no solo por la facilidad del trazado descendente, sino porque nos esperaba una parada cercana en el mesón Los Moraleda, a escasa distancia del arranque y lugar no muy frecuentado pero que proporciona una colección de productos de la tierra, amén de la barra de bar para saciar las urgencias,  que resuelve las necesidades gastroturísticas del momento.

No hubo para más. Regreso al punto de partida con el compromiso de realizar una nueva salida, seguramente hacia la Pedriza herenciana y la satisfacción de haber pasado una mañana bajo la sugerente, imponente y gratuita presencia de la naturaleza.




miércoles, 6 de noviembre de 2019

RUTA POR EL CALAMINAR

Cartel explicativo sobre El Calaminar

En el inicio de mi temporada invernal, con cambio de bicicleta habitual por la de caminos, me sumé al grupo de los Bikers Yayos que se concentraban en el lugar habitual del cementerio y habían emprendido ya la marcha cuando logré acercarme a ellos.

Ocho ciclistas formamos el grupo en dirección a Villafranca dejando atrás la complicada salida por la zona comercial y el carril bici hasta Carrefour para continuar por la vía de servicio y posteriormente uno de los caminos que desembocan en la población chelera.

Curioso fue escuchar los argumentos culinarios de Juan Antonio que al olor del aroma de una plantación de cebollas, le vino un repentino deseo de verlas en la sartén mezcladas en un revuelto con huevos, morcilla y hasta un aceite que se imaginaba chorreándole por la garganta de puro placer.

No habíamos acabado de hacer la digestión de semejante energético cuando, en uno de los cruces de entrada al pueblo, un conductor indeciso tuvo que frenar ante la llegada del grupo e intercambiar con algunos cariñosas palabras de reproche sobre quién tenía la preferencia de paso. Menos mal que todo quedó en eso.

El grupo de ciclistas tomando el avituallamiento en El Calaminar

Continuamos hacia la carretera de Villacañas tomando el primer desvío a la izquierda y en dirección a las ruinas de El Calaminar. Como si de una ensoñación quijotesca se tratara, las anteriores palabras de Juan Antonio hicieron que algunos viéramos una venta al aire libre en la que los huéspedes disfrutaban de los manjares antes descritos sobre una mesa en pleno campo. Al aproximarnos resultó que no había tales encantos sino unos obreros eléctricos que reparaban una avería. Y lo que nosotros dábamos por cubiertos y vajillas no eran otra cosa que tornillos, alicates y otras herramientas necesarias para la reparación.

El Calaminar lo forman edificios casi ruinosos de una pequeña aldea asentada sobre unos posibles restos iberos y romanos, formada por varias casas de campo con arcos adintelados, una muletá y una pequeña capilla llamada El Conventillo. Todo ello albergó a unas cuarenta personas en torno a 1957, hasta que la evolución de los tiempos la fue postergando al abandono y a la ruina.

Estado actual de El Calaminar

Seguimos el camino y cruzando la carretera entre Villacañas y Villafranca, rodeamos la laguna de Peñahueca, que tiene una capa superficial de agua acumulada pese a la sequía, para llegar posteriormente a las lagunas de Villafranca que, estas sí, agonizan lentamente debido a la falta de lluvias y a las extracciones incontroladas de pozos de riego.

Seguimos por la zona del polvorín próximo a la laguna grande y más adelante cruzamos el puente sobre el Gigüela para llegar hasta el camino que conduce a los paneles solares y, ya en las inmediaciones de Alcázar, al pozo de Tello y al polígono Alces por el que nos incorporamos a las rutas habituales de paso por la población dando por terminado el recorrido.


DATOS TÉCNICOS DE STRAVA

ITINERARIO: Alcázar - Villafranca - El Calaminar - Laguna de Peñahueca - Lagunas de Villafranca - Alcázar
DISTANCIA: 61,6 Kms.
TIEMPO DE PEDALEO: 3 h 07' 08''
VELOC. MEDIA: 19,7 k/h.
VELOC. MAX.: 34,2 k/h.
CALORIAS: 789


lunes, 28 de octubre de 2019

XIII SUBIDA AL ROBLEDILLO 2019

Grupo completo en el inicio de la XIII Subida

Pese a las incertidumbres, los silencios y las ausencias, un grupo de ocho ciclistas acometimos la decimotercera subida al Puerto del Robledillo, desde que descubrimos este reto y paisaje que nos sigue seduciendo. Las dudas se disiparon al final de la semana, como lo hizo la niebla que nos acompañó al inicio de la salida hasta que tomamos la desviación en las cercanías de Consuegra.

Ante el cartel de Retuerta


Y a medida que nos adentrábamos en las estribaciones serranas, la mañana se despejaba dando paso a un espléndido y soleado día. Contábamos con tres debutantes desconocedores de la ruta y, los cinco restantes, ya sabíamos lo que nos esperaba. De ahí que la previsible división del grupo en base al estado de forma y las posibilidades de culminar el recorrido no supusieron ningún inconveniente.

Después de un café en el Bar Román de Retuerta y percatados de que el salón estaba copado por senderistas, con los que nos encontramos en la plaza al arrancar, nos hicimos la foto de costumbre en el cartel anunciador de la población. El grupo completo marchó unido hasta el desvío hacia el Puerto y, antes de las primeras rampas se dividió entre los cuatro más atrevidos: Andrés, Petrosian, Juan Carlos y Justo, y los menos: Juan, Gabriel, Jesús y P. Peinado.

Panorámica serpenteante del Robledillo

Este narrador solo puede dar fe de lo presenciado en su grupo y referir lo que le contaron del otro. En el primer caso, una vez culminado el Robledillo y hechas las fotos de rigor, con la presencia momentánea de P. Peinado que no tardó mucho en seguirnos, pero que renunció prudentemente a exponerse a agravar su lesión de rodilla, continuamos la bajada hacia San Pablo de los Montes y Menasalbas en un frenético descenso marcado por el perfil descendente de la carretera.



Desde allí acometimos el giro hacia Navahermosa en un tramo cada vez más deteriorado, con más tráfico de coches y con un sube y baja de cuestas que lo vuelven incómodo y exigente. En torno al km. 50, parada en Navahermosa para avituallarnos y continuar hacia el cruce con el comienzo de la subida al Risco de las Paradas, afrontando diez kms. de constante ascensión, no muy pendiente pero sí prolongada, por lo que a algunos se les hizo excesiva más por ir engañados casi que cansados, que dijo Gabriel en una de sus sentencias históricas.

Jesús en un descanso de la
subida al Robledillo
La visión espectacular del paraje, el adelanto a dos voluminosas ciclistas, con asistencia al pedaleo en sus bicis y el posterior retorno de bajada vertiginosa pero despejada hasta Navas de Estena, entre riscos pizarrosos y monte bajo, resultaron los momentos más agradables del recorrido, que comenzó a hacerse pesado en los siete primeros kms., camino de Retuerta hasta llegar a la finca Dehesa del Carrizal, cuyo cartel indicador coincide con el descenso y llano hasta el final.

El grupo camino del Risco de las Paradas



Eran en torno a las dos la tarde, con el cambio horario, cuando Gabriel vino a darnos las nuevas del resto de expedicionarios. Juan había pinchado en la subida y fue rescatado por una joven que lo acercó al pueblo para poder subir después su bici al coche. Jesús, no se atrevió finalmente a continuar y volvió sobre sus pasos para acompañar a Juan en tareas sociales y gastronómicas. P. Peinado y Gabriel, visto el panorama, se volvieron también  y nos esperaban en compañía de unas cervezas y de una legión de moscas que ya no nos abandonarían durante toda la comida.

Justo en el risco de las Paradas
Y en ese lapso, no faltó tampoco otro incidente protagonizado involuntariamente por P. Peinado que quedó encerrado temporalmente en los aseos del bar,  ante la pasividad de Gabriel, que no lo echaba de menos, pese a estar tomándose juntos la cerveza y ante el nerviosismo del dueño que se disponía a avisar a un cerrajero cuando Pedro, con su característica habilidad mecánica, logró desatascar la cerradura.

La comida resultó amena y sabrosa, con migas y venao como platos fuertes, y con el relato de lo acaecido, las anécdotas de Jesús en su desempeño como médico, que darían para un monográfico extenso de situaciones cómicas y los recuerdos de Gabriel, que mantiene una memoria fiel de anteriores salidas que lo han dejado marcado en sus neuronas para la posteridad.


DATOS TÉCNICOS DE STRAVA

ITINERARIO: Retuerta del Bullaque - Baños y Puerto del Robledillo - San Pablo de los Montes - Menasalbas - Navahermosa - Risco de las Paradas - Navas de Estena - Retuerta del Bullaque.
DISTANCIA: 86,5 Kms.
TIEMPO DE PEDALEO: 4h 28' 11''
VELOC. MEDIA: 19,4 k/h.
VELOC. MAX.: 60,2 k/h.
CALORIAS: 2.123
DESNIVEL POSITIVO: 1.393 m.

lunes, 14 de octubre de 2019

EL I.C.C. FINALIZA POR RIÓPAR




Con el acostumbrado aprovechamiento de espacios, vehículos y distancias, el I.C.C. acometió la tradicional etapa de fin de temporada por la Sierra de Alcaraz el domingo 13 de octubre de 2019, con la participación de cuatro de sus miembros: Bernard, Malaño, Petrosian y Fontaine.

Parking del Balneario de Benito

Mañana espléndida de sol, luz y temperaturas, con horizontes despejados. El Balneario de Benito (Reolid) fue, una vez más, el marco de partida en bici, con su parking natural de árboles alineados y grupos de mayores deambulando en un primer paseo matinal. 


Ramoneaban las cabras en rebaño, ante la mirada del pastor apoyado en su garrota, y estiraban sus cuellos hacia las ramas más bajas de la encina, formando una preciosa estampa bucólica en los primeros momentos del pedaleo. 

En la cima de El Bellotar
Dejamos detrás Villapalacios y en el km. 12 tomamos el desvío hacia Bienservida, que es la puerta de entrada al entorno serrano por ese lado. Nada más salir del pueblo iniciamos la subida al Puerto del Bellotar. Acomodados al ritmo de Malaño alcanzamos la cima y nos fotografiamos. La posterior bajada hasta la aldea de El Bellotar  es espectacular. Al fondo, los picos más altos con el Cambrón que Bernard recorrió recientemente con senderista.


Pasamos por Villaverde de Guadalimar con evocaciones del Pernales y su historia. Después, la frondosidad deja paso a un panorama más despejado y se llega al cruce que señala la desviación hacia Soles y Cotillas. Giramos hacia la izquierda y subimos camino del Puerto del Arenal. Proliferan casas rurales y pequeñas aldeas: Cueva Ahumada, Salegas del Maguillo, Rincón del Pernales y así hasta llegar al principal atractivo de la zona, el nacimiento del Río Mundo y toda su parafernalia.

Malaño y Bernard codo a codo
Desde allí todo es bajada en dirección a Riópar pasando por nuevos caseríos y la Casa de la Noguera como principal núcleo habitado antes de desembocar en la entrada de la población que estaba tomada por motoristas, ciclistas de montaña preparando la Ruta del Calar y senderistas que reponen fuerzas llamados por el tufillo envolvente de las carnes a la brasa.

Como en otra ocasión, paramos por el centro a comer un bocata y beber unas cervezas que nos sirve una estilizada camarera. Tras el parón, completamos la subida a Riópar Viejo para tomar un café en la barra del único establecimiento, cuya terraza se encuentra atestada de comensales dada la hora. El grupo de camareras, de diferentes volúmenes, no alcanzan para atendernos.

El rebeco observando desde el risco
Acometemos el último tramo de la ruta hacia el Puerto de Las Crucetas donde están las rampas más duras y asistimos al espectáculo de observar a un grupo de rebecos, que se posicionan expectantes y asustadizos en torno a un risco próximo. Logramos fotografiarlos en su trono mayestático. 

Coronada la cima, iniciamos un descenso frenético que nos deja a los pies de Salobre, cuya población atravesamos para, finalmente, recorrer el clausurado Estrecho del Hocino, salteado de rocas desprendidas, hasta llegar al balneario de Benito donde, tras recoger bicis y ropas, tomamos un ligero refrigerio, servidos por Alí, sin dejar de seguir con la mirada pegajosa a cuantas maduronas potables se dejan ver en tan mágico rodal.

DATOS TÉCNICOS DE STRAVA

ITINERARIO: Balneario de Benito - Villapalacios - Bienservida - El Bellotar - Villaverde de Guadalimar -   Puerto El Arenal - Río Mundo - Casa de la Noguera - Riópar - Riópar Viejo - Puerto de las Crucetas - Zapateros - Parideras - Salobre - Estrecho del Hocino - Balneario de Benito.

DISTANCIA: 82,3 KMS.

DESNIVEL ACUMULADO: 1.540 m.

VELOCIDAD MEDIA: 15 k/h.

TIEMPO TOTAL: 5 h. 34' 37''

CALORÍAS CONSUMIDAS: 2.356 k/cal.






martes, 21 de mayo de 2019

MACUTILLO 2019 "PUEBLOS NEGROS"


RUTA POR LOS PUEBLOS NEGROS DE GUADALAJARA

1ª ETAPA: COGOLLUDO - ATIENZA

Mapa de la zona con los recorridos de las dos etapas


Quedaron disipadas las dudas de emprender la salida ante las más que predecibles condiciones climáticas adversas, gracias en parte a la firme llamada de Martinelli a no dejarse llevar por el espíritu del "hombre blandengue", expresión acuñada por El Fary, uno de los referentes filosóficos del pensamiento hispánico contemporáneo plasmado en las letras de sus canciones, siempre de alto valor intelectual.

Quien, sin embargo, quedó descolgado a ultimísima hora fue Malaño, que no pudo superar un cólico intestinal que no le permitió sumarse al grupo la misma mañana de la salida. Por tanto, la pareja procedente del Tomelloso, Bernard y Martinelli, junto a la de los alcazareños, Fontaine y Petrosian, completaron en esta ocasión el grupo de representantes del ICC para afrontar el último Macutillo de la década, antes de que se inicien los felices años veinte del siglo en curso.

La expedición de los cuatro ciclistas, con el apoyo del carrito tomellosero, partió sobre las 9:30 h. hacia Madrid por la A-4 y posteriormente por la A-2 hacia Guadalajara con posterior desvío en Humanes hasta alcanzar Cogolludo previa parada en Marchamalo, en las cercanías del Estadio de La Solana y llegada a las 12:15 al amplio aparcamiento de la Plaza Mayor con las vistas del imponente Palacio Ducal como fondo. Se trata de un palacio renacentista del siglo XV mandado construir por la familia Medinaceli.

Los ciclistas del ICC ante el Palacio Ducal de Cogolludo

El pedaleo comenzó a las 13 h. con un panorama frío y la amenaza de las nubes negras como fondo. No tardaron en convertirse en chubascos de escasa intensidad pero permanentes. Además, la incorrecta interpretación del mapa nos llevó hasta Arbancón, cuando el primer pueblo debía ser Veguillas. El error nos hizo avanzar en sentido contrario a la ruta del segundo día, pero dadas las condiciones, Bernard, en una inteligente maniobra de perspectiva, nos convenció de volver sobre nuestros pasos y retornar a Cogolludo para seguir después el camino más directo hacia Atienza.


Monumento al minero en Hiendelaencina

Lo dimos por bien empleado porque el panorama era sombrío y la orografía y kms. restantes habrían dado fin con nuestras reservas energéticas y quien sabe qué hora marcaría el reloj a nuestra llegada. Dejamos pues el escenario verde regado por el río Sorbe, por cuyo puente saltamos doblemente, para continuar hasta Hiendelaencina, rodeando el inmenso embalse de Alcorlo, pequeña localidad de tradición minera, curiosa plaza porticada y monumento a esa industria que floreció durante el siglo XIX, gracias al mineral de plata que fue explotado hasta su declive allá por 1918.

En Hiendelaencina repusimos fuerzas en el céntrico Bar Sabory, a cuyo frente se encontraba un polaco de rasgos woytilianos que nos autorizó a comer nuestros bocatas, al tiempo que los dueños, José y Julián, no solo lo aprobaron, sino que nos ofrecieron una cazuela de lentejas que recuperaban a cualquier desvanecido. Para remate nos sacaron unos pastelitos de nata caseros para chuparnos los dedos. Toda una muestra de hospitalidad nada fingida que nos invita a repetir la visita.

Recorrido por las calles de Atienza

Llegamos finalmente a Atienza a las 17:30 h. y nos dirigimos al Hostal El Mirador donde teníamos concertado el hospedaje. Quedaba apartado del centro pero con buenas vistas, ásperas toallas y un cobertizo para resguardar las bicis en un clima casi invernal. El recorrido por las callejas del pueblo, sus casas solariegas y blasonadas, además de la monumental iglesia de San Juan del Mercado o San Juan Bautista, hubiera sido más placentero de gozar de un ambiente algo más cálido. No obstante coincidimos en el valor del conjunto, quedamos admirados del interior del templo que goza de un retablo barroco de lo más impresionante, al pie del cual late un reloj de péndulo que dio pie a Giuliano a disertar sobre otra de sus aficiones a la reparación y montaje de estos artefactos de relojería, sin duda bellos, intemporales y dignos de su conservación.

Arcos y casas de piedra en un rincón de Atienza

Durante el recorrido por  el interior del templo tuvimos ocasión de ver a Martinelli arrodillado en uno de los confesionarios al tiempo que nos escenificaba otro de sus chistes sobre un despistado que pregunta al cura que a cómo vendían el Renault Clío. Las carcajadas resonaron en el mismísimo coro, cuyo acceso estaba bloqueado a los visitantes y no pudo ser objeto de remate de la visita, que resultó bastante ilustrativa.

Vista panorámica de Atienza

Desde allí iniciamos el triste casting de locales, con equivocación incluida, deambulando por las calles, atravesando el Arco de Arrebatacapas, al que le encontramos en la práctica todo el acierto de su denominación, además de la Plaza del Trigo, la Iglesia y Museo de la Trinidad, ambos cerrados, hasta dar con nuestros huesos en un cutre bareto regido por dos mujeres de origen sudamericano que atendían con más desidia que entusiasmo a una clientela foránea, desconcertada y escasamente exigente con su oferta gastronómica. Pero es lo que tienen el frío y el cansancio, que unidos te llevan al acomodo aunque sea en el local más inhóspito.

Después de tomar unos platos combinados sin pena ni gloria, retornamos a nuestro lugar de reposo para recuperar fuerzas ante la previsible dureza de la etapa que nos esperaba al día siguiente.

DATOS TÉCNICOS

ITINERARIO: COGOLLUDO - Arbancón - Muriel y regreso a Cogolludo - Veguillas - Congostrina - Hiendelaencina - Naharros - ATIENZA
DISTANCIA: 74, 2 Kms.
TIEMPO DE PEDALEO: 5 H 25'
VELOC. MEDIA: 14 k/h.
VELOC. MAX.: 61 k/h.
CALORIAS: 2445



2ª ETAPA: ATIENZA - COGOLLUDO

A las 9 h. del sábado bajamos al comedor de El Mirador donde nos esperaba un desayuno con tostadas recientes y un buen café con leche, al tiempo que capeábamos al impertinente turista y vecino de fonda que pretendía contarnos su pasado ciclista con la excusa de que le despertábamos sus recuerdos.

Salimos después de liberar las bicis del cobertizo y de contemplar el ondear de las banderas y la mies agitados por el fuerte viento del NO. No solo era un presagio cierto, sino que unido al mal estado del firme, el lógico cansancio del día anterior, hicieron mella como factores negativos añadidos para merma del ánimo y rendimiento de los ciclistas.

Pedaleando por La Huerce camino de más Pueblos Negros

Pasamos por unas microrreservas mineras con abundancia de mineral pizarroso para dar paso a una zona micológica en la que un grupo de aficionados, desplazados en un llamativo microbús violáceo, daban una batida en busca de los apreciados hongos. Se fueron sucediendo pequeños núcleos de población, que representan un ejemplo patente de la España vacía, que ahora tanto rédito electoral se pretende sacar de ella. Lo seguro es que muchos de estos lugares están siendo recuperados como segunda vivienda vacacional como casas rurales.

Al final de este tramo, penoso por las circunstancias referidas, pudimos ver la silueta en alto del castillo de Galve de Sorbe, construido en el siglo XV para los Zúñiga, cuya torre del homenaje está considerada como la más bella de todas las que se conservan en la provincia. Al girar, pasada la pequeña población, pudimos contemplar varios ganados vacunos pastando apaciblemente y notar como el viento se tornaba favorable a nuestra marcha para alivio del pedaleo que se vio apoyado por el potente meteoro.

En las cercanías de Valverde de los Arroyos

El firme también mejoraba en algunos tramos, pero el trazado se fue complicando con notables pendientes que nos iban introduciendo en la parte más montañosa. Así coronamos el Alto de Campanario (1.568 m.) antes de descender hasta Umbralejo, uno de los pueblos emblemáticos a visitar. Paramos brevemente en este entramado de casas negras restauradas mediante programas taller de los organismos oficiales y sede actual de campamentos escolares sin ningún otro atisbo de ocupación.

Plaza y fuente de Valverde de los Arroyos

Desde Umbralejo y por un terreno cada vez más escarpado, con el Pico Ocejón (2.046 m.) situado en la vertiente sur de la Sierra de Ayllón, en el horizonte, llegamos a Valverde de los Arroyos, punto de partida para los senderistas que desean ascender hasta la cima y lugar de encuentro para visitar las Chorreras de Despeñalagua, que no tuvimos ocasión de visitar por quedar fuera de nuestras posibilidades, aunque algunos ya las habíamos conocido en anteriores excursiones.


Muestra de los trazados deteriorados del recorrido

Repusimos fuerzas nuevamente en el céntrico bar de la población, donde nos volvimos a encontrar al vecino de gestas ciclistas que trató inútilmente de volver a darnos conversación. Nos fotografiamos, ahora sí, justo en el encuadre que sirvió de cartel del ICC para esta convocatoria y que así se llenaba de sentido ciclista. Se trataba ahora de llegar a Tamajón con suficientes reservas para afrontar el último tramo, que ya conocíamos de la etapa anterior y sabíamos de sus dificultades.

Panorama de Umbralejo

Paralelamente nos cruzamos dos desfiles motorizados en un escaso lapso. Por un lado, una caravana de motos escoltada por la Guardia Civil, para poner el contraste ruidoso, contaminante y temerario que suelen exhibir sus protagonistas en estos parajes y que Fontaine tanto detesta. Por otro, una sucesión de coches de alta gama y tuneados que desfilaban no sabemos con qué intención unos kms.
más delante.


Ante la Iglesia de Tamajón

Llegamos a Tamajón casi a las tres de la tarde y nos apostamos ante su espectacular Iglesia Románica de la Asunción, templo de origen románico en el siglo XIII y reformado con estilo renacentista en el XVI. Atravesamos la población sin mucha fe en encontrar el necesario acomodo para reponer fuerzas por última vez en la ruta pero, gracias a la aparición de una desenvuelta dama morena que nos aconsejó un par de establecimientos, nos dirigimos a la Casona de Tamara, un complejo turístico con un acogedor entorno arbolado y un bar restaurante que nos proporcionó los bocatas necesarios para el momento, mientras la referida dama-guía hizo acto de presencia para tomar un vino a escasos metros de nosotros, con el desparpajo y familiaridad de quien conoce sobradamente a los propietarios.

Restablecidos el ánimo y las calorías necesarias para el último esfuerzo, emprendimos la última subida hasta llegar cerca de Muriel y del Embalse de Beleña, que acumula gran nivel de agua, hasta alcanzar el punto más alto del ascenso, señalado con un cartel que reza "Sierras Altas de Guadalajara" y que marca el inicio del descenso, ya casi definitivo, hasta la meta de Cogolludo, no sin antes atravesar Arbancón, el lugar que nos llevó al error la tarde anterior.

Con el Honda CRV y el carrito en su lugar y orden esperados, nos cambiamos de indumentaria y tomamos un café en el mismo sitio de la partida, bajo los soportales de la Plaza y con el Palacio Ducal como testigo. A las 17 h. emprendimos el regreso por la misma ruta y antes de las 20 h. ya estábamos de feliz retorno en nuestras localidades de origen, con una nueva conquista en nuestro palmarés.

DATOS TÉCNICOS

ITINERARIO: ATIENZA -Condemios de Abajo - Condemios de Arriba - Galve de Sorbe - La Huerce - Umbralejo - Valverde de los Arroyos - Tamajón - Embalse de Beleña - Arbancón - COGOLLUDO.
DISTANCIA: 106,2  Kms.
TIEMPO DE PEDALEO: 5 h 28' 11''
VELOC. MEDIA: 19,4 k/h.
VELOC. MAX.: 62,2 k/h.
CALORIAS: 2.773
DESNIVEL POSITIVO: 1.773 m.




jueves, 28 de febrero de 2019

PEQUEÑO HOMENAJE A WALDO




El deportista que aparece en el centro de la imagen, con el torso desnudo y el sudor resbalando por su piel, es Waldo Machado da Silva, un futbolista brasileño que triunfó en el Valencia C. F. siendo uno de sus máximos goleadores históricos y Pichichi de la Liga Española de 1ª División en la temporada 1966-67. Procedía del Fluminense de Río de Janeiro en el que aún ostenta el récord como máximo goleador histórico de dicho Club.

La fotografía fue tomada en los vestuarios del Estadio S. Bernabéu tras la final de la Copa de España de 1967, que ganó el Valencia C. F. al Athletic Club de Bilbao por 2 - 1, y en ella aparece el mencionado jugador y a la izquierda, mi tío, el periodista de Manzanares Jolopca, su hijo Pepe, y delante aparezco junto a mi hermano Luis Miguel, todos testigos directos de aquella efeméride futbolística.

Fue el primer mito del fútbol al que pude saludar directamente y, desde entonces, conservo esta imagen como uno de los preciados iconos de mi patrimonio emocional. Waldo ha fallecido recientemente a la edad de 84 años en su Valencia adoptiva, donde residía aquejado de Alzheimer y gracias a una Asociación de ex futbolistas valencianos que le dieron cobijo. Sirvan estas líneas y este recuerdo como un sencillo homenaje a su figura.

Tributo a Waldo

Resumen 
Etiquetas: 
Artículo homenaje a Waldo, futbolista brasileño que dejó huella en el fútbol español durante los años 60.
Abstract
Keywords: Waldo, Valencia, Spain, Football, History
A tribute to Waldo, Brasilian footballer who left an indelible impression on Spanish football during the 1960’s.
Artículo
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Escribo estas líneas pocas fechas antes de que salga a la luz Cuadernos de Fútbol de Marzo. Precipitado por la premura de tiempo para su publicación, no debo dejar pasar la oportunidad de rendir tributo a la figura de un gran futbolista que se nos acaba de marchar: WALDO. Con decir su nombre, para todos los que ya peinamos canas, los pajarillos de la memoria comienzan a revolotear y a extraer de nosotros los mejores recuerdos de aquellos tiempos que ya no volverán.
Cada uno de los lectores tendrá su propia vivencia del delantero centro del Valencia durante aquellos años sesenta. En estos días se recordarán los datos estadísticos y la historia de los logros conseguidos por Waldo Machado Da Silva. No soy el más adecuado para detallarlos, pero, por parte del firmante de este artículo, decirles que todavía tengo muy presente la fecha de 2 de julio de 1967.
Aquel día se jugaba la Final de la Copa de España. La disputaban en el estadio Santiago Bernabéu, el Valencia y el Atlético de Bilbao. Fue un día de mucho calor, y desde Manzanares, con mi padre (José López Cava –Jolopca-) partimos para Madrid, pasando por Alcázar de San Juan, para unirnos a su cuñado Justo López Parra –mi tío Jaro- ex jugador del Real Madrid, Racing de Santander y Real Jaén, entre otros, y a mis primos Justo y Luis Miguel.
Por razones laborales, mi padre, que era representante de fútbol, se movía por el Santiago Bernabéu como por su casa. Su amistad con el Presidente, con Miguel Malbo, o con Miguel Muñoz, hacía todo mucho más fácil. Con los valencianistas le ligaban vínculos por muchas razones. Era íntimo del gerente Vicente Peris, así como del entrenador, Edmundo Suárez, Mundo. Por otra parte, mediante sus gestiones se habían llevado a cabo los traspasos al equipo de la capital del Turia, del portero Abelardo y el medio, Poli, que jugarían aquella tarde de titulares.
A media mañana, llegamos al hotel de concentración del Valencia, situado en el Escorial, desde donde se divisaba a lo lejos el Monasterio. En la puerta, nos estaba esperando el entrenador. Para los niños que éramos mis primos y yo, que conocíamos a los futbolistas a través de los cromos, de nuestros ojos fluían estrellitas de admiración. Allí estaban todas las figuras, entre ellas el brasileño Waldo, atleta, de imponente figura, esperando a disputar la final a partir de las ocho de la tarde.
El partido lo ganaron los valencianos por dos goles a uno, con goles de Jara y Paquito, consiguiendo Argoitia el del Atlético. El espectáculo que se formaba entonces convertía el encuentro en un gran acontecimiento; por aquellos años, con anterioridad a la final de los “mayores” se disputaba la de juveniles, lo que hacía todavía más vistosa la tarde de fútbol, junto con un desfile de banderas como antesala de la gran final para entretener “al respetable”, como se decía entonces para referirse al público asistente.
Acabó la final y accedimos al vestuario de los campeones de la mano de Mundo. El Valencia, aquel día, utilizó el que estaba situado a la izquierda, según se abandonaba el terreno de juego, al final del túnel. Recuerdo que en la parte donde se producía la bifurcación de las escaleras del equipo local y visitante, que daban acceso al campo de fútbol estaba situada la estatua de Alberto Machimbarrena y Sotero Aranguren, pero eso es otra historia. Allí estaban los futbolistas, dando rienda suelta a su alegría… Sol, Roberto, Guillot, Mestre…., Mundo eufórico, y nosotros encantados, como testigos de primera fila, de aquellos momentos de gloria.
Para la historia queda la fotografía de grupo que nos hicimos con Waldo, máximo goleador de la Liga aquella temporada, con la toalla asida de su cintura, apenas acabada la reconfortante ducha.
Qué fácil es escribir sobre recuerdos.
Descanse en Paz.