lunes, 24 de diciembre de 2018

LA BLANCA, CONQUISTADA



Precisemos. La Blanca podría referirse a diversas denominaciones más o menos conocidas entre nosotros. Podría ser la tienda de moda del Paseo de la Estación de Alcázar, como bien apuntó "Purito"Barco con los primeros nervios de la salida, que le impedían acompañar con café algo de humo inhalado, como también podría ser una dosis de cocaína, una barra de tiza escolar o una mujer muy, pero que muy madridista..., sin embargo, la Blanca es el nombre de la laguna más alejada de Ruidera, que se convirtió en objetivo de los Biker Yayos en este señalado día de la lotería.

Preparando la salida
Y en esas estuvimos los seis bikers que emprendimos la marcha guiados, esta vez sí, por un auténtico GPS que Josemi llevaba instalado en la potencia de su bici y al que consultaba en repetidas ocasiones inclinando su cuerpo en un gesto aerodinámico poco frecuente en sus prácticas habituales. El inicio junto a la laguna del pueblo no tenía dudas ni dificultades, sobrepasamos una caravana aparcada en mitad del camino y el único factor indeseado era la densa niebla que ya nos venía acompañando en la carretera desde la salida.


Berna acariciando al mastín
Bernardino acariciaba a un gigantesco mastín antes de subirse a su bicicleta, comparando la mansedumbre del animal con la actual delantera del Real Madrid, y el resto partimos hacia el camino entre el frío, la niebla y las ganas de disfrutar de un paisaje especialmente atractivo. La ruta se convierte en una sucesión de postales a cual más sugerente. Piedras cubiertas de musgo, encinas, quejigos y sabinas jalonando un camino que ofrece todo tipo de alicientes, desde tramos amplios y lisos hasta sendas estrechas, subidas cortas y repentinas, bajadas con alguna dificultad por los obstáculos y todo ello con el fondo del agua de las pletóricas lagunas que se difuminaba con la persistente niebla.

Paramos a contemplar las primeras cascadas de agua y fotografiarnos ante las mismas en una imagen casi insólita para esta época. Juan Carlos puso los dedos donde debía y el retrato resultó completo, fiel y efímero, como todos. Superada la parte más conocida nos adentramos en una zona más alejada en la que los referentes más fiables eran los postes señalizadores de las rutas quijotescas y, naturalmente, el GPS de Josemi, que ahora consultaba cada vez con más frecuencia, con más dificultad por la niebla, por la pérdida de señales y porque, si no nos equivocamos, la salida no tiene gracia.  Pedro Peinado lo repetía sin cesar. Que estaba resultando todo demasiado fácil y eso no es bueno.

Con las cascadas al fondo
El punto culminante de la zona de despiste vino en torno a los 40 kms., cuando hicimos un giro a la izquierda que nos condujo a una zona con abundante maleza, suelo embarrado y una casa lejana en la que un perro de caza ejercía como guardián. El chucho ladró débilmente con nuestro primer paso, pero una vez que repetimos el recorrido las dos veces siguientes delante de sus barbas, ya ni se inmutó. ¡Habría que saber que estaría pensando si hubiera sido humano!


Alfredo pedalea junto al agua
Salvado el obstáculo y retomado con acierto el camino correcto, adivinamos al fondo de un escarpado terreno unas edificaciones rodeadas de cartelería, que nos desvelaban la cercanía de la Laguna Blanca, objetivo de la salida y punto para el retorno. La laguna ofrecía un aspecto fantasmal por la niebla que se mezclaba con la blancura del terreno que le otorga el nombre. Pude comprobar, en un cartel, que entre la flora habita la utricularia, una planta carnívora de agua dulce que posee trampas diminutas y se alimenta de pequeñísimas presas. Por un momento pensé en que podía ser devorado por dichas plantas y desaparecer sin que mis compañeros pudieran evitarlo. ¡Qué muerte tan épica y en un día tan señalado como el de la lotería!

Pedro ante la extraña acampada
Dejadas las ensoñaciones y retomada la ruta correcta, nos dirigimos hacia la margen derecha de las lagunas para continuar el recorrido por sitios diferentes. Atravesamos un rústico puente de maderas sueltas con escasa consistencia y una zona de acampada con tiendas de tinajas cortadas. Llegamos a la Laguna Conceja, donde ya hay chalets y muestras de civilización.  Y tras hacer el tramo de descenso más técnico y arriesgado, cruzamos el puente en la zona de San Pedro, donde ya nos esperaba el asfalto que no abandonaríamos hasta el final. Al llegar cerca de la Laguna Redondilla, una pareja con su cámara, fotografiaba a varias cabras montesas que nos miraban impasibles y altivas desde su atalaya entre los riscos.

El grupo ante la Laguna Blanca
En torno a las trece horas y treinta minutos estábamos en el punto de partida en nuestros coches, con las bicis embadurnadas, la niebla de pertinaz compañera sin querer dejarnos y con el sabor de boca agradable de que más allá de la vía de servicio de la autovía, aún quedan rutas que merecen la pena. Felices fiestas para todos los bikers, presentes y ausentes, y que el próximo año repitamos el mayor número posible de salidas.




Laguna Blanca y niebla






lunes, 10 de diciembre de 2018

EN LA INAUGURACIÓN DEL NUEVO PABELLÓN "VICENTE PANIAGUA"



El pasado lunes 3 de diciembre de 2018 tuvo lugar la inauguración oficial del nuevo pabellón multiusos "Vicente Paniagua" en Alcázar de San Juan, con la celebración de un partido internacional de Fútbol-Sala amistoso entre las selecciones nacionales de España y Serbia que acabó con la victoria de la primera por 3 goles a 1.

Antes del inicio del partido se procedió a desvelar una placa que deja constancia de la efeméride por parte de las autoridades regionales, provinciales y locales que asistieron junto a su séquito a este acto.


Hasta aquí todo bien.   

Lo sorprendente para muchos, entre los que me encuentro, fue que el personaje que le da nombre a este nuevo pabellón, quedó relegado casi como convidado de piedra, acompañando con su presencia a las autoridades pero sin recibir, al menos, el reconocimiento de esas 2.000 personas que llenábamos el recinto, no todas las cuales conocían su figura y trayectoria, como me puso de manifiesto uno de los jóvenes cercanos a mi asiento.

No podemos ignorar que Vicente Paniagua fue 8 veces internacional absoluto, 10 veces campeón de Liga, 9 veces campeón de la Copa de España, 3 veces campeón de Europa y 1 vez campeón del Mundo de Clubes, todo ello como jugador de baloncesto de la plantilla del Real Madrid, además de presidir la Federación de Baloncesto de Castilla la Mancha, de la que es presidente honorífico, entre otros muchos títulos y actividades.


Por todo ello ha merecido, por acuerdo unánime de la Corporación alcazareña en su momento, el título de Hijo Predilecto de Alcázar de San Juan y que el nuevo pabellón que acaba de inaugurarse lleve su nombre.

¿Tan difícil hubiera sido hacer un hueco en el descanso del partido y además de librarnos de la atronadora música ambiental, presentarlo brevemente al publico allí congregado, dando a conocer los logros más importantes de su carrera como deportista? 

Sigo sin encontrar una explicación convincente.




viernes, 7 de diciembre de 2018

LA RUTA DE LAS EQUIVOCACIONES, O CALERA O CARRETERA

Al fondo Alhambra 
Era la tercera vez que me unía a los Bikers yayos para hacer este recorrido,  que tiene su inicio en las inmediaciones de la presa de Peñarroya, así como su final en el mismo punto, aunque tampoco esta vez fue la vencida de recorrerla sin errores. Quiero decir que a falta de otros modernos instrumentos de orientación, seguimos utilizando la intuición, la memoria, el sol y el GPS de Josemi, cuyas siglas hay que entender como Gran Poder de Seguimiento, porque el resto seguimos imantados por su estela y lo seguimos aunque nos saque del camino y nos devuelva al mismo o nos desvíe unos kilómetros para indicarnos que nos hemos confundido y es conveniente volver.

Pedaleando entre encinares milenarios

Pero lo cierto es que así el recorrido tiene ese saborcillo aventurero de quien descubre el camino nuevamente aunque haya pasado por él varias veces. Y también, cómo no, que cada equivocación es un aprendizaje de una vía diferente para llegar al objetivo final. Como diría Pedro Peinado, que se lo pregunten al agricultor del tractor que nos ve todos los años por el mismo sitio perdidos y haciendo señales con los brazos de por dónde continuar.

Fachada de la Quintería
del Telegrafista


Pero al final la ruta y sus encantos compensa pese a las equivocaciones. Atravesamos una zona de encinares de las que van quedando pocas. Recorremos un terreno accidentado pero ciclable, sin grandes subidas ni descensos arriesgados, lo que permite un disfrute diferente y romper con la monótona y repetitiva cadencia de los caminos cercanos o la aún menos atrevida vía de servicio de la Autovía de los Viñedos, auténtica pesadilla para las jornadas húmedas. 

Ante el templete romano


Y en la Calera podemos contemplar la Quintería del Telegrafista y trasladarnos casi al siglo XIX, en Alhambra subir por cualquiera de sus empinadas calles hasta la plaza y coronarnos emperadores en su templete romano, en El Lobillo disfrutar de la paz de su plaza y sus callejuelas sin agobios de tráfico ni contaminación y en Peñarroya comprobar si sube o no el nivel de la presa tras los deshielos. Todo ello en un recorrido en el que saltan las perdices a nuestro paso y en el que los cazadores se encuentran apostados en algunos puntos, escopeta en mano y sillas playeras para los descansos. ¡Ya tengo ganas de volver a repetirla!




En el centro urbano de El Lobillo




Detalle de la finca El Lobill

miércoles, 5 de diciembre de 2018

VISITA A LA CATEDRAL


ESTADIO DE SAN MAMÉS. 25 DE NOVIEMBRE DE 2018. ATHLETIC CLUB 1 - 1 GETAFE

Panorámica del nuevo Estadio de San Mamés


Para los aficionados al fútbol, por encima de las pasiones partidistas por sus colores, siempre ha sido un reto satisfactorio, en muchos casos inalcanzable, conocer los principales templos de este deporte tan unido a la escenificación ambiental que ha influido en la consecución de muchos resultados y, por consiguiente, en el crecimiento y la trayectoria histórica de los clubes propietarios de los mismos.

El grupo con Manolo Delgado
Pero si hay uno en España que representa una tradición especial este es el Athletic Club de Bilbao y su emblemático campo de San Mamés,  la Catedral del fútbol, recientemente reconstruido sobre los terrenos del anterior, aunque con distinta orientación, amparado por la Casa de la Misericordia y la Escuela de Ingenieros de la Universidad del País Vasco, con quienes comparte propiedad y vecindario.

Como dice mi primo Pedro, hay que afrontar las tareas proponiéndose proyectos como hacen los ingenieros. Y eso es lo que tratamos de conseguir desde hacía casi dos años: buscar una fecha adecuada, un partido asequible y un horario que permitiera el retorno sin complicar la situación laboral de los los expedicionarios. Después de un primer intento la pasada temporada, desbaratado por esos imprevisibles y desconcertantes horarios que impone la Liga de Fútbol, encontramos hace escasos meses las condiciones idóneas para la ejecución del plan: rival, el Getafe, hora, 12 del mediodía, día, domingo 25 de noviembre de 2018.
Justo y Pedro en las gradas


Había que aprovechar dos resortes fundamentales. Por un lado, la experiencia de Pedro en el conocimiento del ambiente gastronómico peculiar de la ciudad, dados sus años como integrante de una empresa allí ubicada y sus continuas visitas de trabajo, lo que nos permitiría movernos con soltura para degustar una muestra de su magnífica cocina. Por otro, acceder al partido de la mano de un embajador manchego que es toda una institución en el Athletic Club y, por extensión, en Bilbao, Manolo Delgado.

En el Hotel Carlton con Manolo Delgado
Después de un rápido y satisfactorio viaje, alojados por un favorable azar en el clásico y magnífico Hotel Carlton en la misma Plaza de Federico Moyúa, dimos cuenta de una ronda de poteo como allí le llaman, en una serie de lugares como El Globo, El Iruña y alguno más de la calle Ledesma, antes de dedicar la tarde al paseo por la zona céntrica, siempre recomendable pese a ser conocida por nosotros y así llegar a la hora de la cena que teníamos apalabrada en Casa Rufo, un exjugador de fútbol, que regenta un peculiar negocio gastronómico en una restaurada tienda de ultramarinos que me recordó la que regentó mi padre en la esquina de la Castelar alcazareña durante varias décadas. La cena no defraudó, especialmente la típica chuleta a la brasa que regamos con un imponente Remelluri riojano. La Antigua Cigarrería se encargó de recordarnos lo que supone la marcha nocturna y lo desentrenados que estamos para ella.

Casa Rufo
Llegó la mañana del partido y Manolo se presentó en el Hotel para hacer de embajador hacia San Mamés mientras nos daba una lección de recuerdos anecdóticos sobre el fútbol bilbaíno y nos demostraba su puesta al día en la actualidad futbolística en todas las categorías, lo que le permite colaborar en algunos medios de comunicación con conocimiento de causa. ¡Un fenómeno!

Comparsa de Zanpantzar o Joaldum
En la puerta 25 de San Mamés tuvimos un sabroso rato de espera mientras sonaba la trikitixa de Kepa Junquera, al que después conoceríamos por su amistad con el propio Manolo, el desfile de una comparsa de Zanpantzar, denominados Joaldunak, que visten enaguas de puntillas, abarcas, chalecos de oveja por hombros y cintura, pañuelos de colores, en este caso rojiblancos, al cuello, gorros cónicos con cintas, hisopos de cola de caballo, y un par de cencerros de gran tamaño sujetos a los riñones. Estos cencerros deben sonar al unísono al andar todos los integrantes del grupo al compás.

El paso creciente de aficionados envueltos en sus colores, entre los que reconocimos a Aitor Ocio, con magnífico aspecto de forma física y a Gaínza Jr., hijo del mítico extremo de los años 40-50 del pasado siglo, con el que tuve ocasión de recordar el primer triunfo del Racing de Santander en el histórico campo bilbaíno por un gol a cero y un marcaje excelente de mi padre, Jaro, al propio Piru Gaínza el 3 de febrero de 1952. Encuentro emocionante, sin duda, para enmarcar en mi memoria como aficionado.


Jaro Jr. y Gaínza Jr.
"Piru" Gaínza y El Jaro


La entrada al recinto de juego fue de lo más gratificante, porque la primera impresión es la de un estadio estéticamente armonioso y bello, con predominio del rojo, muy cómodo visualmente para los espectadores y a salvo de la lluvia con su gigantesca y bien planteada techumbre. A eso se fueron uniendo los cantos a capela tradicionales de ánimo al equipo: ¡¡ Athletiiiiii !!! que son coreados y completados por todo el campo en una singular mezcla de onomatopeyas y euskera.

Lástima que en lo futbolístico el equipo esté atenazado y preso de la ansiedad clasificatoria que le hace no dar el máximo de sus posibilidades y le obliga a conceder espacios que aprovechan sus rivales cuando huelen esta debilidad. Es verdad que pudieron ganar, aunque también perder si el Getafe hubiera aprovechado sus oportunidades, por lo que el resultado final de empate a un gol puede darse como bueno para ambas partes.

A la salida el público manifestaba con su silencio la preocupación con la marcha del equipo. Manolo y Kepa nos despidieron en el punto acordado y nuestro paisano siguió con su periplo futbolístico camino de Baracaldo para ver a su Bilbao Athletic esa misma tarde.

Nosotros nos despedimos de San Mamés y de la ciudad recorriendo la emblemática calle Poza para degustar los últimos pintxos en el bar Indusi y salir raudos hacia Madrid y posteriormente Alcázar, dando por finalizadas unas apasionantes jornadas.


   

lunes, 5 de noviembre de 2018

XII SUBIDA AL ROBLEDILLO



COMO UNA VUELTA A LOS ORÍGENES



Aprovechando la prevista buena climatología y aproximando la fecha a ediciones anteriores, programamos esta salida ya clásica para el domingo 4 de noviembre, que era el final de un largo puente de Todos los Santos, lo que motivó diversas ausencias que enviaron sus excusas así como también el silencio administrativo de los Bikers Yayos que no se manifestaron. 

Juan Garrido ascendiendo El Robledillo
La realidad es que solo tres ciclistas respondimos a la propuesta y como si de las primeras ediciones se tratase, acordamos tácitamente realizar una ruta siguiendo el recorrido y paradas casi como en los inicios. La única diferencia estuvo en el punto de partida que fijamos en Retuerta del Bullaque para posteriormente subir el Robledillo, parar en San Pablo de los Montes y retornar por el Lanchar.

José Escelio en una de las curvas del Robledillo

Y la primera y grata sorpresa fue comprobar que Juan Garrido y José Escelio se animaban no solo a participar sino a hacerlo sobre la bici de carretera, que en ocasiones anteriores habían desestimado. Como el grupo era pequeño y estaba controlado, retrasamos la salida hasta las 8 horas acertadamente pues, pasado El Molinillo, una persistente niebla se adueñó del panorama y nos obligó a retrasar el  arranque desde Retuerta hasta que comprobamos que la visibilidad era suficiente como para evitar riesgos.

Justo con la niebla de fondo
Tras los primeros 5 kms. de rodaje, tomamos el desvío hacia El Robledillo y la subida se fue haciendo más dura pero bien acometida con un ritmo suave y cómodo para los tres ciclistas y numerosas paradas para tomar imágenes insólitas con nubes circundando los montes y un fondo gris de nebuloso decorado. El punto de encuentro en San Pablo estaba claro, la tradicional churrería del Asador Galán, en la que sus propietarios nos reconocen y tratan como parte de los acontecimientos anuales. Además del café, tomamos unos exquisitos cruasanes ante la falta de los típicos "cortadillos" de la localidad que se habían agotado los días previos.

Vacas pastando apaciblemente


Reanudamos la marcha y acometimos la subida y  bajada por el Puerto del Lanchar, cuya carretera se encuentra en un estado de deterioro importante pero que obliga, para bien del disfrute paisajístico,  a una marcha controlada y suave. Y realmente era para disfrutar porque con el cielo ya despejado, el verde inundando las dehesas, y las vacas y ovejas pastando apaciblemente en las laderas, todo invitaba a recrearse en tan natural como estimulante y gratuito espectáculo.

Bajada del Puerto del Lanchar

De vuelta a la población del Bullaque la niebla aún persistía a menor escala, pero para entonces todo estaba resuelto. Solo nos quedaba reponer fuerzas de la mano de Román, ese cocinero con aspecto de chef rural que acumula reconocimientos por sus especiales migas de pastor. Las probamos para gloria de nuestro paladar y las completamos con dos raciones de venado que no les fueron a la zaga. Fueron el colofón a una jornada tranquila, satisfactoria y plena de sabores.


DATOS TÉCNICOS:

DISTANCIA: 45 KMS.

TIEMPO: 2 H 19' 30''

VELOC. MEDIA: 19 K/H.

VELOC. MAX.: 60 K/H.

CALORÍAS: 715



viernes, 26 de octubre de 2018

IV RUTA CICLISTA SOLIDARIA



Por cuarta vez consecutiva he participado en esta ruta solidaria que, como se indica en el folleto explicativo, es un colofón del Cine Solidario como actividad arraigada de compromiso en proyectos de colaboración y ayuda a causas de zonas desfavorecidas. Este año, la principal novedad ha consistido en la compañía de mi nieto José durante el recorrido, dándole así un peculiar bautismo de fuego en la actividad ciclista que espero en lo sucesivo le quede grabado.



Y grabado le ha de quedar porque lo que para mí y cualquier otro adulto practicante de ciclismo es un breve paseo, acostumbrados a hacer decenas de kilómetros habitualmente, para un niño de tres años, aunque sea subido en el sillín delantero holandés que le permite ser protagonista de la conducción y vista del panorama, supone un esfuerzo considerable.



Así me lo manifestó a mitad del recorrido y eso que el viento soplaba entonces a favor. Conseguí entretenerlo y convencerlo de que había que llegar al río, aunque de vez en cuando insistía en regresar. Una vez allí se decepcionó al no haber agua ni peces, que son los elementos que forman parte del imaginario de cualquiera que oiga hablar de este accidente geográfico. Ni siquiera el animado grupo de personas conocidas, especialmente mi amigo Juan Barrilero, que le dieron conversación, lograron disuadirlo de su cansancio.



En vista de lo cual, previendo la lenta marcha de retorno con el grupo y la dificultad añadida de un viento en contra nada despreciable en intensidad, decidí salir en solitario lo más rápido posible. Me costó coger un buen ritmo por la subida constante en el Bernardillo, pasada la vega del Mamello, pero lo peor fue que a unos dos kms. de casa se quedó profundamente dormido y cabeceando sobre el manillar, por lo que me vi obligado a sujetarle la cabeza con una mano, mientras con la otra conducía la bicicleta y trataba de señalizar los giros lo mejor que podía. Una odisea con final feliz que José completó con un largo sueño en el sofá de casa.




miércoles, 10 de octubre de 2018

EL I.C.C. CIERRA LA TEMPORADA POR ALCARAZ


Como si de un calendario programado se tratara, los miembros posibles del ICC se dieron cita el pasado 9 de octubre para llevar a cabo la última cita antes del padrón invernal. Faltó Petrosian por motivos laborales y acudió Giuliano Martinelli aprovechando sus jornadas de descanso y dando así continuidad a su reintegración activa en el grupo.

Bernard repara un pequeño problema de ajuste

El primer encuentro de los componentes del equipo se produjo en Tomelloso donde se juntaron Bernard, Fontaine y Martinelli, quienes tras solucionar el primero un problema de ajuste de los cerrojos de la baca en su vehículo, partieron hacia La Solana para encontrarse con Malaño en la clásica plaza de Santa Ana, cerca del monumento al maestro zarzuelero Federico Romero, precisamente a escasos días de que La Rosa del Azafrán obra se represente en el célebre Festival de esta localidad.

Y no tardó Malaño en contagiarnos de ese espíritu, camino de Alcaraz, al interpretar de manera espontánea y a pelo varios de los pasajes de la obra que tiene memorizados para su puesta en escena cuando encuentra ocasión. Y no por desmerecerlo, pero como dicen que el canto atrae la lluvia, así sucedió a medida que nos acercábamos a las sierras albacetenses y nada más llegar al balneario de Benito cerca de Reolid, nos recibió una fina llovizna que nos anunciaba lo que nos podía esperar.

Primer paso por la localidad de Bienservida


Tras un café en la poco concurrida cafetería del complejo y un breve intercambio de palabras con los felices jubilados que por allí se dan cita, aprovechando que el tiempo mejoraba, partimos en dirección Jaén pasando por Villapalacios y tomando el cruce a la izquierda en dirección a Bienservida y más adelante comenzando la subida del Puerto de El Bellotar.  Subida que hicimos a un ritmo cómodo antes de que en el descenso las nubes comenzaran a descargar parte del agua acumulada.

La carretera se hizo peligrosa pese a su aspereza y hubo que extremar la precaución. Los ciclistas nos comenzamos a empapar tanto los que llevamos protección de chubasquero como los que no. Antes de llegar a Villaverde de Guadalimar y cuando habíamos completado 30 kms., decidimos no continuar con el recorrido previsto y retornar hacia el origen subiendo de nuevo El Bellotar por su cara más dura. La lluvia había cesado y el calentón del puerto nos hizo recuperar el tono muscular.

En la cima del Puerto El Bellotar


Llegados a Bienservida, Martinelli propuso hacer una parada para reponer fuerza teniendo en cuenta que la hora del almuerzo se nos había echado encima. Además quería sorprender a una compañera de trabajo, lugareña del pueblo enviándole un testimonio gráfico de nuestro paso. Paramos en el bar más céntrico que encontramos y tomamos unos bocadillos mientras nos recuperábamos del remojón.

Con el cuerpo alimentado pero la musculatura fría por el parón, volvimos por nuestros pasos hasta llegar de nuevo al balneario donde tomamos un reconfortante café, cambiados de ropa y listos para el retorno a nuestros orígenes al tiempo que comentábamos diversos asuntos en un clima de fluida conversación que ayudó a superar los tonos y malentendidos que surgen con el uso inapropiado de los foros virtuales. La temporada se cerraba oficialmente salvo alguna cita esporádica que vuelva a surgir.

Plácido café en el balneario de Benito


DATOS TÉCNICOS:
Itinerario: Balneario de Benito - Villapalacios - Cruce - Bienservida - Puerto El Bellotar y regreso.
Distancia recorrida: 60 kms.
Tiempo de pedaleo: 2 h 58' 21''
Velocidad media: 20kms/h.
Calorías gastadas: 1.286









miércoles, 19 de septiembre de 2018

MI PRIMERA Y QUIZÁ ÚNICA TITÁN DE LA MANCHA



La bicicleta es sufrimiento y gloria. Para quienes nos consideramos aficionados sin otro ánimo que cumplir retos al margen de los logros competitivos, la única satisfacción deriva de esa mezcla inexplicable de alcanzar metas que mejoren las propias posibilidades y más sabiendo que esta sociedad encumbra únicamente a quienes gozan de un talento, unas cualidades y un rendimiento que no está al alcance de la mayoría.



Mi participación en esta edición de la Titán de la Mancha como prueba MTB de ciclismo obedece al deseo de experimentar las sensaciones de una prueba equiparable a la que en otro momento también me llamó la atención, la Maratón Popular de Madrid que corrí el año 1989 y logré igualmente terminar con un discreto tiempo de 3 h 58'. Esta vez han sido 6 h 58' sobre una bicicleta de montaña y casi treinta años después.



Mi aventura contó con la complicidad de dos compañeros con los que previamente había pactado recorrer la ruta. Por un lado,  José Alcañiz, mi yerno y fiel acompañante durante todo el trayecto, ambos con el uniforme glorioso del I.C.C. y, por otro, Carlos Abengózar, amigo y maestro radiofónico que finalmente voló libremente en un subidón de positividad que le permitió alcanzar la llegada en 6 h 32', es decir, 26 minutos antes de sus compañeros de inicio, lo que le honra por su descaro y pundonor deportivo.



La salida en la Plaza de España a las 8 en punto de la mañana es todo un espectáculo de masa deportiva con los 1.200 participantes aglomerados en la estrechez de las carpas en la calzada y una fila en la que era difícil hacerse un hueco para no arrancar entre los más rezagados. El grupo se fue estirando a medida que pasábamos por las primeras calles y cuando cruzamos la N-420 a tomar el camino hacia Criptana era ya una larga serpiente visible por la polvareda.



El primer tapón se produjo donde yo preveía, dado que había hecho parte del recorrido en tramos parciales. Tomamos el camino del Pico hacia Criptana y al girar a la izquierda para subir hacia San Isidro por la zona del vertedero de residuos la cola de ciclistas parados era abrumadora. A las primeras rampas, de fuerte pendiente aunque breves, se unía la estrechez de paso. La mayoría de ese inmenso pelotón puso pie a tierra y se generó el bloqueo del paso. Yo lo había subido en fechas previas pero libre de obstáculos y ahora me vi obligado a parar como el resto para evitar otros males.



El siguiente paso por la zona de San Isidro, los pozos de Villalgordo y los molinos de Campo de Criptana  especialmente, fueron gratificantes porque el grupo ya iba estirado, conocíamos los pasos, había muchos conocidos que animaron a Jose y nuestras familias estaban apostadas en una de las calles próximas dándonos tempranos ánimos antes de abandonar la población por el polígono del Pozohondo.



La marcha hacia Alcázar se hizo frenética con el viento empujando como un amigo misterioso e invisible. Suele ser el aliado más agradecido por los ciclistas cuando sopla a favor y el más odiado cuando lo hace en contra. De nuevo hubo fluidez hasta que subimos al cerro de San Isidro de Alcázar donde hubo que sortear unas fuertes rampas entre los pinos que volvieron a provocar una situación similar a la ya comentada.



Desde allí tras el paso de la vega hasta Herencia salvando el canal y el cauce del río y entrando por el camino de San Cristóbal no tuvo apenas dificultad. Pero a partir del desvío hacia el primer paso por el Picazuelo y la senda de los molinos herencianos comenzaron los problemas y el sufrimiento. Las rampas se hacían exigentes y multitud de ciclistas no podían permanecer subidos, por lo que empezó un extenso reguero de gente empujando a duras penas su bicicleta entre cardos, piedras y abrojos.



En una de esas saludé a un conocido, Joserra, que se alegró de verme y me estrechó la mano. Esto le sirvió a otro que venía cerca para justificar que le habíamos roto el ritmo por saludarnos. Cualquier excusa es buena para justificarse. No obstante, le pedimos disculpas. Alcanzamos la cima de los molinos y emprendimos dos de los descensos más abruptos y peligrosos del recorrido. Yo solté los bloqueos de la amortiguación y, pese a ello, no sé cómo la bicicleta aguanta semejante tortura de botes,  rebotes de piedras y derrapes de tierra que aumentan la tensión irremediablemente.



Superado este episodio, camino de La Pedriza y de la Copa del Agua, donde repostamos en su fuente como conocedores de la misma, con Jose siempre atento a esperarme en mis retrasos, noté una sensación de exigencia respiratoria que me puso en guardia. Pese a no llevar el pulsómetro, pero conocedor por experiencia de mis alarmas, comprobé que no debía forzar en próximas subidas. Llegamos a Puerto Lápice rodando favorablemente. Pero después de un primer ascenso aceptable en la ladera de la sierra, volvimos en dirección al molino por otra intrincada pendiente que nos obligó de nuevo a poner pie a tierra y recuperar el aliento y el pulso adecuados.



El retorno hacia Herencia nuevamente lo hicimos atravesando un túnel bajo una calzada para evitar cruzar  la carretera nacional, pero se encontraba enlodado tras la últimas tormentas y no hubo forma de pasarlo sin chapotear por el lodazal y terminar de embadurnarnos. Por el áspero pedregal ascendente llegamos a la sierra de La Sevillana, cuyas rampas conocía bien y pasamos con relativa facilidad, incluso disfrutando en el descenso, que no es tan brusco como en los anteriores tramos.



Nada más retornar a las inmediaciones de Herencia, Jose me comunica que ha recibido un mensaje de Alba, mi hija, diciendo que Héctor ha sufrido un accidente y está en el hospital aunque fuera de peligro. Aún no se sabía el alcance de las lesiones. Por un lado, me pareció bien saberlo, pero eso aumentó de algún modo mi preocupación y me llevó a ser aún más prudente en los tramos que restaban. Jose iba bien y yo tiraba de fuerza mental, recordando que otras veces lo había pasado mal pero aguanté. Visionaba los calambres en el Marie Blanche de los Pirineos, la interminable subida al Alpe D'Huez o la llegada al Petit Saint Bernard entre aguanieve y frío en pleno mes de julio.



Sin embargo, el segundo paso por Herencia fue demoledor. Volver a subir la ladera de la sierra de los molinos antes de retornar por el camino del cementerio fue durísimo mientras avistábamos una larga fila de ciclistas nuevamente empujando a pie su bicicleta. Fue el rubicón de mi aventura y tomé la atrevida decisión de que ya nada me detendría. Si lograba bajar a la vega y atravesar el Gigüela, aún bajándome, la cosa estaba hecha. En ese último tramo el viento arreció y Jose hacia de parapeto en el que yo me refugiaba para desgastarme menos. El río lo salvamos poniendo pie a tierra y Jose hizo un tirabuzón inesperado que llevó sus huesos al suelo aunque sin consecuencias. Quizá fue una forma original de afrontar el cruce del cauce.

A la llegada a Alcázar por la vía de servicio ya llevábamos 102 kms., por lo que aún nos quedaban casi diez para rematar. Un joven exclamó:

- Pero que hago yo aquí penando, con lo bien que estaría en el bar viendo a mi Atleti.



Como nos temíamos aún había que superar otra fuerte subida, esta vez a los molinos alcazareños, que enfilamos por el camino asfaltado y desviándonos cerca del Campo de Tiro subimos hasta la cima donde estaba el último control de Cronomancha para certificar el rigor del recorrido. Bien puedo decir que me tentaba la idea de evadirlo y tomar el camino de bajada directamente, pero hubiera sido un acto de cobardía deportiva y una mancha en mi palmarés del que me habría lamentado posteriormente.



Descendimos las últimas y arriesgadas sendas desde la parte alta del cerro de San Antón y continuando por el puente sobre el ferrocarril y la calle del Porvenir fuimos a dar a la Avda. Pablo Iglesias ya en olor de triunfo por lo conseguido y tras pasar por el recinto ferial nos encaminamos  hasta la meta en la puerta de Correos mientras Rosi nos grababa enlazados por las manos en señal de cómplice compañerismo. Carlos se nos había esfumado hasta en la línea de meta y solo lo pude localizar mediante mensajería a posteriori.



Podría hacer un comentario crítico de todo lo positivo y negativo acaecido durante el desarrollo de la prueba, pero creo que no es mi papel poner en evidencia una compleja organización como es esta de la Titán de la Mancha que surgió como una quedada de amigos y está traspasando todas las previsiones. Tiempo y ocasión habrá. Lo que sí puedo decir es que pese a estar muy satisfecho por lo realizado, ni mi edad ni el tipo de ciclismo que en ella se practica, responde a mis futuras pretensiones. De ahí que quizá haya sido la primera pero también la última, como ya lo fue la Maratón de Madrid  en su momento.