Plaza de Alcázar con el socavón |
Tras una espectacular rotura de la conducción de agua en pleno centro de
Alcázar, que acaparó la información por vía de las redes sociales la noche
anterior, comprobé a la mañana siguiente
el socavón gigante que había en mitad de la Plaza al tiempo que me dirigía a la
casa familiar a recoger a mi hermano Luis Miguel que, a la postre, fue el único
acompañante fiel para este viaje.
La primera sorpresa tuvo lugar porque no solo no estaba preparado, sino que
no contestaba al móvil ni daba señales de vida. Como me temía, me lo encontré
roncando a pierna suelta y con la mochila sin preparar. Tras despertarlo un
tanto bruscamente, salí a la calle para observar el desaguisado de la
inundación y me topé con Juan Garrido, que me llamó la atención desde donde se
encontraba, en medio del volcán de agua y barro, exhibiendo una mezcla de
irónica sonrisa y preocupación. Aqualia
sigue cavando su propia fosa ante la opinión pública alcazareña. Otros
concejales del equipo de gobierno local deambulaban por la zona como almas en
pena.
En el cruce de Solana del Pino |
Salimos, por fin, pasadas las 9 horas y llegamos hasta Daimiel a tomar un
café. Luis Miguel conduce a partir de ahí el coche y le va tomando el pulso a
la tarea al tiempo que se despereza de la modorra nocturna que lo embargaba. Pasamos
por C. Real, Puertollano y finalmente llegamos a Mestanza. A la salida de esta población me
preparo para comenzar mi andadura ciclista. El trazado de inicio es favorable
con una bajada casi continuada hasta el Embalse de Montoro. Desde allí hasta
Solana del Pino se inicia una ascensión suave pero constante.
Luismi va parando donde se le ocurre, sin mucho criterio ciclista, lógico
porque es la primera vez que hace este tipo de tarea. Le hago ciertas
observaciones para facilitar la mejor coordinación. Paramos a la salida de la
variante que rodea la población de Solana y repongo agua, que va a una
temperatura excelente dentro del bolso nevera. A partir de aquí nos adentramos
en un terreno para mí desconocido. Es el comienzo de la ascensión y paso a
Sierra Madrona, en cuyo puerto alcanzamos el punto más alto de la salida, 960
m.
Solana del Pino al fondo del valle |
Continuando la ruta comenzamos la bajada y nada más entrar en la provincia
de Jaén la calzada se deteriora
hasta el extremo de plantearme la renuncia a
continuar sobre la bici por los numerosos baches y descarnamientos del firme
que ponen en peligro la estabilidad y la posible avería de algún componente de
la máquina. Afortunadamente son solo unos cuantos kilómetros y poco a poco va
mejorando lo suficiente como para desistir del posible abandono. Además el
trazado, sin ser llano, no alcanza grandes desniveles y va serpenteando entre
subidas y bajadas que se hacen llevaderas y breves.
Calzada deteriorada en Jaén |
A lo lejos se divisa el el Embalse del Jándula y cuando la carretera mejora
en su asfalto considerablemente, los árboles que la jalonan en sus orillas,
encinas, quejigos, alcornoques, carrascas y chaparros proyectan una agradable
sombra al tiempo que rebaños de ciervos se ocultan tras la tela metálica de las
vallas y el lince ibérico se hace presente en los numerosos carteles alusivos a
su presencia y protección sin que llegásemos a ver ningún ejemplar en vivo.
Cartel avisando de ciclistas |
También destacan enormes carteles que avisan de la posible presencia de
ciclistas para que los demás vehículos tengan precaución. Buena medida de los
responsables de la Junta de Andalucía que, sin embargo, contrasta con la penosa
situación del estado general de este tipo de carreteras que se muestran
semiabandonadas y necesitadas de una urgente inversión reparadora.
En torno al kilómetro sesenta se divisa al fondo la majestuosa mole del
Santuario de la Virgen de la Cabeza, a cuyo pie aparecen unas cuantas
edificaciones a modo de poblado. Son las casetas y los locales de las
hermandades y cofradías, los bares y restaurantes que han surgido al calor de
la impresionante romería que cada año atrae a miles de personas en
peregrinación y que acababa de celebrarse unas semanas antes.
Llegando al Santuario de la Virgen de la Cabeza |
Ahora el ambiente
está menos concurrido pero no por ello solitario. En uno de los locales se
anuncia con letras gigantes sobre la fachada: “Comunión de Juan”, lo que da
lugar a pensar lo que en él se cuece. También son numerosos los jinetes que
recorren las inmediaciones a la grupa de caballos que trotan con suave
galope.
Habíamos agotado las reservas de agua y parte de los bocadillos. La llegada a
la Hospedería del Santuario sobre las 3:15 de la tarde tras 75 kms. de pedaleo
no me ha supuesto un esfuerzo excesivo y la ducha reparadora, la amable
hospitalidad que nos proporciona Eva, la recepcionista, y el descanso necesario
en la habitación, solo alterado por los ronquidos insufribles de Luismi,
contribuyen a devolver al cuerpo su tono habitual.
DATOS TÉCNICOS:
Distancia: 75 kms.
Tiempo de pedaleo: 3 h. 41’
49’’
Veloc. Máx.: 61 k/h.
Veloc. Med.: 20 k/h.
Calorías: 1845
Con Diego en el centro de Andújar |
Tras la siesta ya mencionada bajamos hasta Andújar a bordo del coche en
busca de los dos objetivos sociales de la salida. El primero era saludar al
Padre Reyes Castaño, el trinitario que nos tutorizó en los años de escolaridad
infantil. El segundo, contactar con mi excompañero y amigo Diego Santaella, iliturgitano
que pasó por Alcázar tiempo atrás y también aficionado ciclista que nos
acompañó e invitó a unas cervezas en el céntrico bar Ciro’s, justo al lado del lugar donde tienen la casa
y colegio los PP. Trinitarios.
Luego decidimos comer algo en una de las terrazas cercanas que se
encontraban muy concurridas y animadas con motivo de ofrecer en sus televisores
el partido de fútbol de la final de la Copa del Rey, que estuvimos mirando de
soslayo y que finalmente no terminamos de ver, para emprender el viaje de
retorno al Santuario pensando en la intrincada carretera que nos esperaba con
las luces nocturnas.
DOMINGO 28 DE MAYO DE 2017
Tras una noche narcotizado por un miolastán
para poder soportar los ronquidos de Luismi, llegó la madrugada y el
perturbador ruido que no cesaba. A las 8:15 forcé la diana encendiendo la luz
de la habitación y preparando el atuendo para una nueva jornada ciclista.
Con el P. Reyes en Andújar |
Durante el desayuno en la cafetería de la Hospedería abordamos a un
trinitario que nos dijo que encontraríamos al P. Reyes si insistíamos llamando
al timbre de la puerta principal. Después de recoger y fotografiarnos ante la
fachada del Santuario, emprendimos el descenso y en poco más de tres
cuartos de hora llegamos a las calles de Andújar que recordábamos bien de la
tarde anterior.
Volvimos a llamar y apareció por fin el ya nombrado fraile trinitario, que no
me reconoció de inicio y que tras identificarme y con la inmediata presencia de
mi hermano, se volcó en atenciones, recuerdos, vivencias y otros comentarios
que nos llenaron con gran rapidez el escaso tiempo que pensábamos dedicarle a
la repetida visita. Al fin, se empeñó en regalarnos una muestra de su
producción artística dándonos a elegir alguno de sus cuadros. Cada uno nos inclinamos
por los que nos resultaron más significativos.
Con Luis Miguel ante la fachada del Santuario |
Salimos en dirección a Marmolejo con algunas dudas debido a instrucciones
equívocas del GPS, que aumentaron con motivo de unas obras en dicha ciudad que
tenían cortado el tránsito señalado. Eran pues las 11:30 horas cuando inicié la
segunda etapa ciclista sin tener muy claro donde la daría por finalizada al ser
un itinerario desconocido y realizado por vez primera en todo el recorrido.
Atravesamos el Embalse de Yeguas sobre el río Guadalquivir para continuar serpenteando
en un incesante sube y baja por la Sierra de Cardeña arropado por encinares,
carrascas y quejigos en unas dehesas inmensas que acogen a rebaños de vacas,
toros y cerdos que se alimentan ahora del seco pasto que les rodea. Al llegar a
Venta del Charco vuelven a aparecer los cartelones que indican precaución por el
paso de ciclistas, otros de protección del lince ibérico y uno más que anuncia
el comienzo del Parque Natural de Los Pedroches, de cuyas bellotas no solo se
nutren los cerdos sino los refranes que las comparan con los más estimados
pezones femeninos.
Cartel protector del lince ibérico |
La llegada a Cardeña y la conexión con la N-420 en dirección Puertollano
marca una sucesión de bajadas con buen asfalto y amplio arcén que permite un
pedaleo fluido y rápido hasta llegar a la desviación a Fuencaliente que se
culmina con una brusca subida de 1,5 kms. con un considerable desnivel que se
aprecia a lo lejos como si hubieran colgado las casas en la ladera de las sierras.
Buen final para dar por terminado el recorrido dadas las circunstancias y el
tiempo, puesto que nos dieron las 14:30 cuando paramos ante el cartel de la
entrada dando por concluida la etapa ciclista donde Luismi había aparcado el
coche.
Con el ganado pastando en las dehesas |
DATOS TÉCNICOS:
Distancia: 55 kms.
Tiempo de pedaleo: 2 h. 33’
10’’
Veloc. Máx.: 58 k/h.
Veloc. Med.: 22 k/h.
Calorías: 1473
Cambiado de ropa y listo para la comida nos dirigimos al Bar “Robleo” por
indicación de Diego que había pasado por allí como cliente y amigo en su etapa
docente. Acertamos de pleno dado que, Alfonso, su dueño, nos preparó un menú
casero compuesto de ajoblanco seguido de cochinillo cochifrito que nos
resultaron manjares especiales.
Bar Robleo en Fuencaliente |
La tranquila soledad del local contribuyó aún más al éxito de la velada
solo alterada por el volumen del televisor que emitía los ecos del triunfo
azulgrana de la noche anterior a los que, afortunadamente, daba la espalda por mi
ubicación como si de un designio feliz del destino me ausentara de esas imágenes. Tiene miga que un Club con vínculos
independentistas, apoyo de la Esquerra Republicana, con varios defraudadores al
fisco entre sus filas y una parte notoria de su afición pitando al himno de España,
se proclame Campeón de la Copa del Rey de ese mismo país. ¡¡¡Qué país!!!
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