Y... primera salida grupal

Los ciclistas ante los molinos

El día de Reyes se prestaba también para recomponer la salida colectiva y así fue. En el lugar de encuentro o desencuentro habitual quedamos a la siempre temible hora invernal de las nueve de la mañana. El frío seco de este invierno se deja notar especialmente a esas horas. Petrosian y Carlos aparecieron situados en una esquina. P. Peinado no tardó en llegar al lugar de las citas. Aguilar se había dormido pero quería participar de la salida. Y esos fueron junto a mí los componentes de este heterogéneo grupo que va quedando en Alcázar.

Justo posa en la sierra de Criptana

La ruta pareció configurarse sobre la marcha, pero había intención de explorar zonas de Quero o cercanas al Salicor. La aburrida repetición del camino de servicio hacia la Alameda produce hastío en algunos y parece que gusto en quienes la siguen con fidelidad monacal. Finalmente optamos por seguir camino de Piédrola y desde allí continuar por el margen de la vía hasta Quero. Una vez en dicha población giramos en sentido contrario a lo previsto, que era volver por las lagunas del Taray y de Villafranca, pero vista la posible presencia de los perros en una finca intermedia, cambiamos de rumbo hacia la Hidalga y el Salicor.

Café reparador en la Cueva de la Martina

El último tramo, tras cruzar la carretera de Miguel Esteban nos condujo hasta la sierra de los molinos de Campo de Criptana, como casi siempre asaltada por un pacífico ejército de japoneses que se fotografiaban sin cesar junto a molinos, piedras y otros elementos del paisaje tan mitificado por su cultura como despreciado por la nuestra. Un café en la La Cueva de la Martina puso la nota sabrosa y reconfortante previa al final de la jornada que se consumó con más de cincuenta kilómetros recorridos, tres horas justas de pedaleo y un ritmo suficientemente cadencioso como para provocar la sudoración antes de la apetecible ducha.