martes, 7 de octubre de 2008

PAPÁ ¿POR QUÉ NO MARCAN GOL?


Con esta ingenua e infantil visión del fútbol, se dirigió ante nosotros, un niño de unos cinco años a su padre, que lo había llevado como novedad a presenciar el partido disputado en el Campo Municipal entre el Gimnástico de Alcázar y el Villarrobledo C.F. y que finalizó con el siempre aburrido empate a cero goles. El chaval no podía entender que un partido pudiese terminar sin que ninguno de los contendientes marcaran, pero esa es otra de las miserias o grandezas de este singular deporte.
Por mi parte, renové también la satisfacción de sentirme acompañado en la grada por mi hijo Héctor, que se animó a presenciar el encuentro, aunque al final también lamentara lo aburrido del espectáculo. Al menos, tuvimos la sensación de emular a Nick Hornby, el hincha del Arsenal, que publicó un afamado libro titulado "Fiebre en las gradas" en el que relata los inicios y su posterior conversión como seguidor impenitente del equipo inglés así como sus vivencias en torno a los partidos jugados en su campo de Highbury Park. Todo padre aficionado al fútbol suele sentirse orgulloso de que su hijo lo acompañe alguna que otra vez a presenciar los partidos, y no me cabe duda de que los auténticos apasionados por este deporte han sido espectadores, desde muy niños, de los partidos del equipo de su pueblo.
En lo puramente futbolístico, el Gimnástico volvió a ser un equipo plano, con escasa calidad a la hora de mover el balón o de elaborar jugadas, aunque serio y disciplinado tácticamente, lo que le permite mantener el resultado equilibrado frente a rivales que cuentan con delanteros rápidos y experimentados como fue el caso del Villarrobledo. En fin, un clásico del fútbol manchego venido a menos, pero que cuenta con el renombre de todos los derbys que históricamente se repiten en nuestras latitudes futbolísticas.

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