Cuando alcanzamos la 18ª edición de este pequeño reto ciclista y estamos a punto de redondear dos décadas del mismo, el balance se impone por sí mismo. La primera edición, allá por noviembre de 2007, nos reunió a diez ciclistas de diferentes edades y condición. Ayer fuimos ocho, de los cuales tres, repetíamos con fiel regularidad a la cita que surgió ante la propuesta de Pedro Peinado, conocedor solitario de esta zona de los Montes, al que acompañamos también entonces Pedro Álamo y Justo López junto a los que figuran en la foto retrospectiva que se acompaña.
Desde entonces muchas cosas han cambiado. Se han sucedido diversos compañeros que han continuado o se han descolgado. Han evolucionado las bicicletas y sus prestaciones. Se han mejorado parcialmente las carreteras, mientras otras siguen con los mismos baches y grietas. Hemos variado los itinerarios ampliando un bucle que se hace duro pero completo e interesante. También se han cerrado negocios, se ha superado una pandemia y ha fallecido alguno de los compañeros que nos acompañaron. Todo como la vida misma.
Por eso, ayer hubo también de todo. Ocho ciclistas y puntualidad en el cumplimiento de los horarios. Unanimidad en afrontar la ruta común más exigente, pese a las recientes lesiones de algunos y el paso del tiempo para todos, que obliga a encontrar energías renovadas para soportar las rampas en las subidas y no descolgarse en llanos y bajadas. Unos lo solucionan con el impulso de la batería, que garantiza la reserva necesaria en las duras subidas, como es el caso de Josemi, quien tira de electrodos y veteranía para disfrutar del día. Otros consumen guayaba, el moderno maná ciclista que aporta hidratos, sales y vitaminas en la actividad ciclista.
Sin caer en la anarquía, el grupo marchó unido desde la salida en Navas hasta la foto ya clásica ante el cartel de azulejos de Retuerta, donde se inicia el tramo que da lugar a la desviación hacia el Puerto del Robledillo pasando por esas fincas de ganado que pace sigiloso y tranquilo entre las nebulosas y el frío relente de la mañana hasta que el sol va imponiendo su luz y calor.
La subida fue dispersa en sus contrastes pero consiguió que Pedro Álamo testase sus posibilidades con ejemplar pundonor. Héctor fue capaz de doblar el tramo de subida haciendo gala de su potente juventud. El resto subimos como pudimos y notamos que el tiempo es el peor enemigo para mantener intacta la energía. Repito, guayaba o batería. Cada cual debe elegir en lo sucesivo.
Y como ya había ocurrido en ediciones anteriores, Alfredo Barco mostró su poderío en la subida mientras recurría a su peculiar sahumerio en cada parada. J. Carlos volvió a tener problemas en la llegada a San Pablo porque nunca aprendemos que es preciso señalizarla a los nuevos o a quienes no la recuerdan adecuadamente. Y volvimos a comprobar que incluso con el viento en contra, el descenso hacia Menasalbas es de los más placenteros para cualquier ciclista que solo tiene que dejarse llevar por el impulso. Así también, tras la parada del café, las cuestas que conducen a Navahermosa se vuelven más ásperas que las del resto del recorrido.
El tramo final es la subida hasta el Risco de las Paradas que el grupo afrontó disperso, con Pedro Álamo a un ritmo convaleciente pero firme y tenaz, ayudado únicamente por la compañía de Bernard que dio un ejemplo de apoyo grupal muy propio del espíritu que reclama para los miembros del I.C.C. que algunos omitimos. En la cima todo estaba resuelto, pero la diferencia de tiempos impidió una foto colectiva y el resto es una bajada espectacular que cada cual realiza con el grado de riesgo o precaución que le dicta su estado de ánimo.
El colofón de la jornada debía ser la comida en el restaurante Montes de Toledo tras reserva previa con antelación. Es el único lugar que nos permite este recorrido para no tener que recurrir al coche. Sin embargo, algo nos decía que no era eso lo esperado. La actual camarera no responde ni ética ni estéticamente al recuerdo de su antecesora. ¡Cómo añoramos el suave aroma a hembra que desprendía la europea del Este ahora ausente! ¡Qué diferente contorno marcaba el límite de sus caderas su sucesora! Además, no fue clara en la oferta culinaria donde no aparecían precios claros del menú y menos aún para advertirnos del desproporcionado importe de las botellas de vino que nos ofreció. Sin duda una metedura de pata, pese a nuestra veteranía en estas lides.
Que nada empañe el reto ciclista que quedó conseguido con creces y que esta nueva prueba de adaptatividad al requerimiento del ambiente nos sirva de aprendizaje para futuras experiencias, que no dudamos en llevar a cabo y para las que, como buenos deportistas, ya pensamos en la siguiente edición del 2025.
DATOS TÉCNICOS
PARTICIPANTES: Justo López, Pedro Álamo, Pedro Peinado, Bernard Fdez.-Pacheco, Héctor López, Alfredo Barco, Juan Carlos Romero y Josemi Hernández.
RECORRIDO: Navas de Estena – Retuerta del Bullaque – Puerto del Robledillo – San Pablo de los Montes – Menasalbas – Navahermosa – Risco de las Paradas – Navas de Estena.
DISTANCIA: 85 kms.
TIEMPO DE PEDALEO: 4 h 15’ 58’’
VELOCIDAD MEDIA: 20 kms/h
CONSUMO CALÓRICO: 1.631 cal.
GRADA 54
Comentarios y crítica deportivos
lunes, 11 de noviembre de 2024
sábado, 5 de octubre de 2024
REGUILLO, UN CAMPEÓN SILENCIOSO
Abrumado aún por su fallecimiento el pasado 2 de octubre y más por la trágica desaparición, casi al mismo tiempo, de su esposa Mª Carmen, bellísima persona, prudente, guapa y discreta, me resulta obligado dedicarle unas líneas a modo de homenaje póstumo, pues su recuerdo permanecerá siempre.
Regui, como le llamábamos cariñosamente, ha sido para mí como un padre deportivo. Él me rescató para el fútbol local aficionado cuando yo estaba deambulando entre otros intereses ajenos al deporte y me incluyó en su Boyman, un equipo peculiar que tuvo su momento, formado por amigos, pero bajo su disciplina de “base”. Este equipo lo asumió después la Asociación Cultural Abrego en los años 80-90 y llegó a ser campeón de las XXIV horas de Fútbol Sala en dos ocasiones. La de la foto que se acompaña es en 1985. Y también la de su última ficha como jugador local en la temporada 1985-86.
En septiembre de 1994 le tributamos un homenaje por su compromiso con el deporte local y particularmente con el fútbol, al que acudieron muchos de los jugadores que lo habíamos acompañado. La foto que también se acompaña ilustra ese día y el siguiente texto sirvió como motivo para el brindis en la posterior cena:
No te esperabas, Reguillo, este acto singular,
no sospechabas de “base” que la gente que jugaba
conservaría tu amistad.
Atrás quedaron los goles, las camisas sin planchar,
el cestón tosco de mimbre y la tabla con la lista
del equipo titular.
Aquí los tienes a todos, titulares y suplentes,
los porteros, los leñeros y los que la saben pegar.
Esto no es cuestión de nombres
ni de tácticas sin más.
Aquí nos une el recuerdo
de gratitud personal.
Por ello…
Alcemos todos la copa y brindemos cada cual:
Boyman, Ábrego… REGUILLO,
¡¡Estrellas del fútbol local!!
En esa misma época me animó a acompañarlo a preparar la Maratón Popular de Madrid en 1987, cuando él llevaba casi una decena de participaciones y no le importaba ser uno de esos chalados que corrían por Alcázar y sus alrededores ante el asombro o la incredulidad de los vecinos. En esto siempre fue pionero y jamás presumió de sus logros.
Nunca me olvidaré de aquellas mañanas heladas saliendo desde la Escuela de Maestría, ahora IES “Juan Bosco”, del que fue profesor muchos años, para calentar por esas avenidas y hacer luego 20 o 30 kms. por los caminos y carreteras cercanos a la población para ir cumpliendo con su plan de entrenamiento.
Finalmente llegó el día de la prueba y en las fotos se nos puede ver al grupo de alcazareños que nos reunimos en la calle Menéndez Pelayo de Madrid antes de la salida y a mí con Regui en pleno calentamiento. A la postre fue mi primera y única participación en la misma, pero supuso un logro que se lo debo agradecer a él principalmente. También de esta época conservo la foto de una participación en el Cross de Navidad en Alcázar con nutrida representación de atletas de la A.C. Ábrego y Reguillo como entrenador.
Paralelamente a estas actividades, su inclinación hacia la práctica de cualquier deporte nos llevó a organizar una salida veraniega en bicicleta, cuando la temporada futbolística estaba paralizada por las fechas. Hasta entonces no pasábamos de una ruta dominguera por las cercanías de Alcázar, pero a partir de ese momento decidimos ampliar recorridos y hacer noches en algunos lugares de interés.
La primera salida fue por la zona, partiendo desde Alcázar y pasando por Puerto Lápice, Daimiel y Almagro, donde tomamos la foto que aparece en el Parador de Turismo con los pioneros del grupo: Juan Garrido, Juan Ramos, Juan Barrilero, Justo López y Juan A. Reguillo. La noche la pasamos en un hostal de Calzada de Calatrava y el regreso fue al día siguiente. Todo ello sucedió en el verano de 1982, pero desde entonces fueron más de 25 años recorriendo casi toda España a lomos de nuestras bicicletas en rutas más o menos largas y con desiguales perfiles y dificultades.
No es objeto de este homenaje describir la cantidad de anécdotas, cientos de fotografías y recuerdos acumulados en esos años, pero no me resisto a evocar algunas muestras significativas.
Además de la ya reflejada etapa inicial, que supuso el bautismo aventurero para nuestro grupo, la siguiente de 1983 por terrenos de Albacete y tomando el tren hasta el punto de partida, nos llevó hasta la Suiza Manchega, es decir, Ayna, en plena sierra de Alcaraz, donde Regui estuvo a punto de llamar a un taxi para salir de esas impresionantes subidas.
Por la Serranía de Cuenca en 1984 tuvo lugar una de las salidas más recordadas por los contactos que Reguillo tenía con algunos empleados de telégrafos en la etapa en la que ejerció como funcionario de dicho servicio.
En Arroba de los Montes, allá por 1985 nos unimos un amplio grupo y salimos con el uniforme del Club Ciclista Alcazareño con el objetivo de dejarnos ver en otras localidades. Nos acompañaba Emilio Fernández Agraz, entonces Alcalde de Alcázar y amigo de Reguillo.
En 1993 hicimos la llamada ruta del Río Tajo, pasando por Aranjuez, Toledo y Chinchón, a cuya plaza corresponde la foto que se incluye y en la que aparece también su hijo Juan Antonio Reguillo Jr.
En el año 2000 salimos hasta Salamanca para realizar una ruta por la Sierra de Francia que resultó inolvidable no solo por la visita a la histórica y monumental ciudad universitaria, sino por el paso de localidades como San Martín del Castañar, en cuya pensión nos encontramos una peculiar pareja de anfitriones y la presencia de Luda, inmigrante de los países del Este.
Poco a poco, como consecuencia de la edad y la merma de fuerzas, Regui se fue apartando del grupo para estas salidas, siendo la última vez en 2010 en una ruta por las Hoces del Cabriel. Nos alojamos en Enguídanos, donde pudimos disfrutar de su animada presencia y donde hizo uso de su bici de montaña, modalidad que no era precisamente de su agrado, pero que utilizó dadas las necesidades de esta ruta.
Sé que Reguillo habría huido de estas alabanzas y le hubiera procurado una incomodidad hablar de su persona y sus valores, como también rehusó a que lo presentara como candidato a la trayectoria en los Premios del Deporte Local, que se siguen celebrando en nuestra población. Pero seríamos injustos si no ensalzamos su figura, que es la de todo un campeón, aunque sea un campeón voluntariamente silencioso. Descansa en paz, amigo Regui.
lunes, 26 de agosto de 2024
TOSTÓN CON VARIOS FOGONAZOS MAGISTRALES
El partido de ayer tarde en el Bernabéu solo se salva por lo anecdótico. El Madrid tiene asumido un fútbol a cámara lenta que le hace sestear gran parte del tiempo, hasta que la necesidad le obliga a dar el arreón final cuando los puntos pueden estar en peligro. La mayoría de las veces le suele salir bien, otras pincha lamentablemente. Ayer pudo ocurrir tras el gol de Valverde y gracias a otra prodigiosa mano de Courtois el Valladolid no sacó más provecho e incluso algún punto.
Pero así, así gana el Madrid. Es capaz de dormir a su acalorada y veraniega afición hasta el extremo de que los más activos eran los de la grada de animación y en dos fogonazos de última hora conseguir un triunfo abultado y engañoso en cuanto a los méritos. Y de esos lances eléctricos de última hora hay que tomar nota de sus protagonistas.
Mbappé tuvo varias ocasiones en la boca de gol y no acertó o las salvó el meta vallisoletano. Cierto que todos quieren meterse hasta el mismo corazón del área pequeña y así es muy difícil.Lo más destacable de su actuación fue una galopada circular en la que no llegó a ningún destino, pero dejó a varios rivales sentados por el camino. Brahim, en cambio, demostró que es capaz de aprovechar todas sus ocasiones y una rara habilidad para anticiparse y marcar con el defensa encima. Y otro de los debutantes, Endrick, puso de manifiesto que no necesita mucho para encarar la portería rival y ¡de qué modo! Su derechazo fue como un misil que entró como una exhalación por el palo corto, ese que dicen los cánones que debe proteger el portero. En este caso no pudo ni verlo por la fuerza y precisión del tiro.
Todo ello en el marco de un Estadio Santiago Bernabéu que inauguraba la temporada de Liga de 1ª División en su campo, casi finalizado en su remodelación, aunque queden servicios tan básicos como los aseos, que dejan mucho que desear, o como tampoco es de recibo que en el bar vendan agua por 3 euros el botellín y no esté fría, más en una tarde en la que a las altas temperaturas se suma el cierre del techo que convierte el recinto en una sauna. Cosas a mejorar, aunque me temo que los precios no irán a la baja.
Mis nietos recordarán, en esta su segunda visita al Estadio, que debutaron dos de las actuales estrellas madridistas recién incorporadas, Mbappé y Endrick. De ambos se llevaron una buena impresión y más de este último que marcó un gran gol nada más salir al campo. Del resto poco que añadir, pues el partido fue soporífero en líneas generales y nos recordó a aquellos partidos de pretemporada en los que el mayor aliciente era ver debutar a los nuevos.
martes, 18 de junio de 2024
MACUTILLO GUADALUPE 2024. CITA DE FE, ARTE Y … CICLISMO
JUEVES 13 DE JUNIO DE 2024
ITINERARIO:
Fuenlabrada de los Montes – Herrera del Duque – Castilblanco – Alía - Guadalupe
DISTANCIA: 70 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 18 k/h.
TIEMPO DE PEDALEO: 3 h 42’ 30’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 1.497
Disciplinada salida horaria desde Alcázar de San Juan a las 8:15 para llegar al Tomelloso en el Honda de Fontaine que junto a Petrosian era conducído por Pepy para retornarlo, una vez que todo el grupo, salvo Malaño, ultimase los preparativos de este nuevo reto a bordo del Citröen Xantia de Bernard, que ofrecía su dinámica movilidad con casi tres décadas de servicios, acompañado del ya tradicional y fiel escudero carrito, cuyo régimen de préstamo se resiste a ser abordado por su propietario, desperdiciando así una suculenta fuente de ingresos extra. No tardamos en alcanzar el segundo punto de cita en Manzanares tras surcar la CM-43 vía Argamasilla y contactar con Malaño que estaba aparcado junto al cercano hospital.
En el viaje hacia el punto de arranque ciclista no faltó la recurrente intromisión de los móviles que apenas dejaron respiro salvo al conductor y a Fontaine que ejercía de pasmado observador y añoraba esos sabrosos relatos que produce la acertada oralidad espontánea. Tendremos que cuidar que esta no sea otra lamentable pérdida y nos quedemos sin conocer las últimas aventuras del gitano del mercadillo y su incombustible rijosidad.
Transitamos desde la autovía ya referida a la N-430 a la altura de Ciudad Real circunvalando sin grandes complicaciones pese a la sucesión de atajos que se descartaron al paso por La Poblachuela. A partir de ahí, todo fue un constante cruce de camiones en una zona que está pidiendo a gritos la construcción de la reclamada autovía con urgencia.
Llegados a Fuenlabrada de los Montes, ya en tierras extremeñas y punto de arranque del pedaleo, tuvimos que ubicar el lugar de parking del coche y carrito además de visualizar un pilón con caño de agua que siempre evoca la posibilidad de un reconfortante alivio para el regreso.
Continuas subidas y bajadas jalonaban la ruta tras dejar al paso Herrera del Duque y continuar hacia Castilblanco, en cuyo bar conseguimos una reserva hídrica de valor incalculable dadas las posteriores necesidades que se fueron produciendo. La señora que nos atendió amablemente no escatimó cubitos de hielo, agua y Acuarius, que fueron providenciales.
Pese a que el calor no era excesivo y el termómetro no rebasaba los 29º, la necesidad de agua unida al ascendente terreno y ausencia de viento en algunos tramos, nos produjeron sensación de agobio. Nada comparado a ocasiones anteriores. Al llegar al punto de Alía girando hacia la izquierda, el viento vino de cara y ello nos animó a terminar por la entrada sur de Guadalupe, previa parada ante un espectacular viaducto rodeado de especies de árboles gigantes como los eucaliptos, así como un mirador desde el que se contempla una panorámica de la población en alto rematada por el espectacular e imponente conjunto del Monasterio. Bernard, que se recuperaba como podía de un fuerte catarro, se bajó de la bici de manera poco ortodoxa y nos dio un ligero susto sin mayores consecuencias.
Eran las 18:15 horas cuando nos adentramos en el siempre asombroso entorno guadalupeño, con cuestas y revueltas de consideración, hasta dar con el Hotel Hispanidad, céntrico y cercano, cuyo encargado se encontraba ausente y nos obligó a llamarlo para poder hacer la recepción y proceder al aseo correspondiente antes de la salida a recorrer la población.
Visitamos de forma exprés la Basílica del Monasterio, título otorgado al templo por el Papa Pio XII, que quedó interrumpida por el comienzo del rezo del Rosario e impidió que Fontaine continuara con la lectura de su apreciada Guía turística que conserva con celo desde 1981 de una anterior visita entre docente y turística. “El gótico se hace espíritu y luz en los ventanales y en las portadas que separan cinco columnas de hermosos pináculos flamígeros. Un airoso rosetón gótico-mudéjar restaurado, engrandece la fachada del viejo templo”. Seguimos con la visita al claustro y después al Parador de Turismo, antiguo Colegio de Infantes cuyo patio, plagado de limoneros, encanta a sus visitantes.
Llegó la hora de tomar una cerveza para aliviar el cuerpo de sus pérdidas y nos vimos envueltos en un casting de forzosa deliberación dada la inusual e incruenta lucha que tiene establecida el clan de los Cerezo por el dominio de la clientela turística de la plaza. Una joven sudamericana nos captó la atención para hacernos llegar sus ofertas mientras sus compañeros nos abordaban, carta en mano, para no dejarnos escapar. Sin embargo, tanto Bernard como Malaño no son presas fáciles cuando de elegir un lugar o menú se trata.
La cerveza inicial si nos la sirvió Cerezo, pero tras constatar el cierre de otros lugares y descartar los reconocidos, dimos con nuestros huesos en otro de los Cerezo de notable posicionamiento frente a la fachada del Monasterio y unos serviciales ecuatorianos a quienes Fontaine les apremió para que fueran diligentes en su tarea so pena de cambiar de establecimiento. El menú no pasó de la discreción culinaria y pese a sus detractores, el vino de Caraba, bodegas que divisamos antes de la llegada, fue de lo más suculento de la elección. El chupito final al que nos invitaron nuestros anfitriones limó asperezas dándonos un toque de euforia a los momentos últimos de la jornada.
Dimos un paseo nocturno por las desconocidas callejuelas que rodean el centro de la población analizando sus luces y sombras arquitectónicas y decorativas para finalmente llegar al Hispanidad que nos ofreció unas horas de descanso, no sin ciertas interrupciones nocturnas de voces y ruidos. Seguimos en España.
VIERNES 14 DE JUNIO DE 2024
ITINERARIO:
Guadalupe – Obando – Navalvillar de Pela – Casas de Don Pedro – Talarrubias – Fuenlabrada de los Montes
DISTANCIA: 108 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 22 k/h
TIEMPO DE PEDALEO: 4 h 54’ 54’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 2.025
Poco apresuramos la salida cuando ya habían sonado las nueve de la mañana y aún deambulábamos por el vestíbulo de acceso a la cafetería del Hispanidad donde tomamos un buen desayuno para hacer frente a una etapa que se planteaba llena de indecisiones.
Siendo las diez ya pasadas arrancábamos en dirección a Obando atravesando más dehesas, plantaciones de pinos, eucaliptos, olivas abedules y, lo más sorprendente, un encinar de reforestación con alineados ejemplares jóvenes desafiando su longevo proceso de crecimiento. ¡Si se puede!
Al descenso brusco de los kilómetros iniciales le ha sucedido un largo trecho de llano favorable que recorrimos con rigor de equipo en disciplinados relevos. El primer núcleo habitado tras casi 50 kms. de pedaleo ha sido Obando y algo más retirado Navalvillar de Pela donde encontramos un local que la Junta de Extremadura ha subvencionado para su restauración y funcionamiento. Allí repusimos fuerzas y cargamos líquido con vistas al resto de la etapa.
Tramo complicado por la N-430 hasta Casas de Don Pedro debido a un intenso tráfico de camiones pesados y un firme irregular lleno de gravilla en su arcén. Evitando continuar por ese trazado, nos desviamos hacia Talarrubias por una carretera mucho más tranquila y en buen estado de conservación. La población está muy mal señalizada en sus accesos y nos costó alcanzar la plaza principal. En ella se abre la majestuosa e inclasificable iglesia formada como por módulos alineados y torres en las que las numerosas cigüeñas han asentado su presencia y emiten un crotorar inacabable.
Ahí repusimos líquidos y decidimos continuar el recorrido sabiendo de lo inconveniente de la hora y del peso añadido del calor y los kilómetros que restaban. Además, como si de un laberinto se tratase, fueron varias las indicaciones para seguir la ruta adecuada, antesala siempre de las equivocaciones, salvo las de un camionero que se encontraba parado circunstancialmente en el arcén y nos indicó la dirección correcta. De allí hasta Mejorada de los Montes todo un sinfín de subidas y bajadas en un entorno ambiental que hace honor a su denominación: La Siberia Extremeña.
Animados por la inminente cercanía de nuestro objetivo final, hicimos un esfuerzo para alcanzar la pequeña localidad adornada de guirnaldas y con el bar más cercano abierto a escasa distancia del calenturiento Xantia que aguardaba imperturbable nuestro regreso. En el bar, como muestra rural, se movía una clientela familiar resacosa de la fiesta, con el jefe al frente haciendo gala de sus deseos de acabar cuanto antes la jornada y ofreciéndonos las viandas frías de que disponía.
Dueños de la escenográfica terraza, salvados del sol por unas lonas, dimos cuenta de dos rondas de cerveza fría, lomo de orza, jamón, queso curado y morcilla extremeña. Todos ellos ingredientes generadores de posterior sed a medida que la digestión avanza, pero dignos de los chismes que se despiertan al calor de la tertulia dulcificada por la consecución de un nuevo reto, el Macutillo 2024.
Malaño nos refirió el caso de Bernabé, un sacamuelas solanero en el que confiaba la gente y cuya tarifa era de lo más pintoresco al finalizar su trabajo.
- ¿Qué te debo, Bernabé?
- Déjame pagado un litro en ca Urigas.
Atravesamos Ciudad Real con la rapidez que ofrece el conocimiento de la travesía y llegamos a Manzanares donde las aves del cielo habían decorado el coche de Malaño, que se despidió allí del grupo. Un rato más tarde y tras repostar el depósito del Xantia, llegamos al Tomelloso a la par que Pepy hacía su entrada con el Honda para retornar hasta Alcázar a sus expedicionarios. El Macutillo 2024 había llegado a su fin.
ITINERARIO:
Fuenlabrada de los Montes – Herrera del Duque – Castilblanco – Alía - Guadalupe
DISTANCIA: 70 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 18 k/h.
TIEMPO DE PEDALEO: 3 h 42’ 30’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 1.497
Disciplinada salida horaria desde Alcázar de San Juan a las 8:15 para llegar al Tomelloso en el Honda de Fontaine que junto a Petrosian era conducído por Pepy para retornarlo, una vez que todo el grupo, salvo Malaño, ultimase los preparativos de este nuevo reto a bordo del Citröen Xantia de Bernard, que ofrecía su dinámica movilidad con casi tres décadas de servicios, acompañado del ya tradicional y fiel escudero carrito, cuyo régimen de préstamo se resiste a ser abordado por su propietario, desperdiciando así una suculenta fuente de ingresos extra. No tardamos en alcanzar el segundo punto de cita en Manzanares tras surcar la CM-43 vía Argamasilla y contactar con Malaño que estaba aparcado junto al cercano hospital.
En el viaje hacia el punto de arranque ciclista no faltó la recurrente intromisión de los móviles que apenas dejaron respiro salvo al conductor y a Fontaine que ejercía de pasmado observador y añoraba esos sabrosos relatos que produce la acertada oralidad espontánea. Tendremos que cuidar que esta no sea otra lamentable pérdida y nos quedemos sin conocer las últimas aventuras del gitano del mercadillo y su incombustible rijosidad.
Transitamos desde la autovía ya referida a la N-430 a la altura de Ciudad Real circunvalando sin grandes complicaciones pese a la sucesión de atajos que se descartaron al paso por La Poblachuela. A partir de ahí, todo fue un constante cruce de camiones en una zona que está pidiendo a gritos la construcción de la reclamada autovía con urgencia.
Llegados a Fuenlabrada de los Montes, ya en tierras extremeñas y punto de arranque del pedaleo, tuvimos que ubicar el lugar de parking del coche y carrito además de visualizar un pilón con caño de agua que siempre evoca la posibilidad de un reconfortante alivio para el regreso.
Continuas subidas y bajadas jalonaban la ruta tras dejar al paso Herrera del Duque y continuar hacia Castilblanco, en cuyo bar conseguimos una reserva hídrica de valor incalculable dadas las posteriores necesidades que se fueron produciendo. La señora que nos atendió amablemente no escatimó cubitos de hielo, agua y Acuarius, que fueron providenciales.
Pese a que el calor no era excesivo y el termómetro no rebasaba los 29º, la necesidad de agua unida al ascendente terreno y ausencia de viento en algunos tramos, nos produjeron sensación de agobio. Nada comparado a ocasiones anteriores. Al llegar al punto de Alía girando hacia la izquierda, el viento vino de cara y ello nos animó a terminar por la entrada sur de Guadalupe, previa parada ante un espectacular viaducto rodeado de especies de árboles gigantes como los eucaliptos, así como un mirador desde el que se contempla una panorámica de la población en alto rematada por el espectacular e imponente conjunto del Monasterio. Bernard, que se recuperaba como podía de un fuerte catarro, se bajó de la bici de manera poco ortodoxa y nos dio un ligero susto sin mayores consecuencias.
Eran las 18:15 horas cuando nos adentramos en el siempre asombroso entorno guadalupeño, con cuestas y revueltas de consideración, hasta dar con el Hotel Hispanidad, céntrico y cercano, cuyo encargado se encontraba ausente y nos obligó a llamarlo para poder hacer la recepción y proceder al aseo correspondiente antes de la salida a recorrer la población.
Visitamos de forma exprés la Basílica del Monasterio, título otorgado al templo por el Papa Pio XII, que quedó interrumpida por el comienzo del rezo del Rosario e impidió que Fontaine continuara con la lectura de su apreciada Guía turística que conserva con celo desde 1981 de una anterior visita entre docente y turística. “El gótico se hace espíritu y luz en los ventanales y en las portadas que separan cinco columnas de hermosos pináculos flamígeros. Un airoso rosetón gótico-mudéjar restaurado, engrandece la fachada del viejo templo”. Seguimos con la visita al claustro y después al Parador de Turismo, antiguo Colegio de Infantes cuyo patio, plagado de limoneros, encanta a sus visitantes.
Llegó la hora de tomar una cerveza para aliviar el cuerpo de sus pérdidas y nos vimos envueltos en un casting de forzosa deliberación dada la inusual e incruenta lucha que tiene establecida el clan de los Cerezo por el dominio de la clientela turística de la plaza. Una joven sudamericana nos captó la atención para hacernos llegar sus ofertas mientras sus compañeros nos abordaban, carta en mano, para no dejarnos escapar. Sin embargo, tanto Bernard como Malaño no son presas fáciles cuando de elegir un lugar o menú se trata.
La cerveza inicial si nos la sirvió Cerezo, pero tras constatar el cierre de otros lugares y descartar los reconocidos, dimos con nuestros huesos en otro de los Cerezo de notable posicionamiento frente a la fachada del Monasterio y unos serviciales ecuatorianos a quienes Fontaine les apremió para que fueran diligentes en su tarea so pena de cambiar de establecimiento. El menú no pasó de la discreción culinaria y pese a sus detractores, el vino de Caraba, bodegas que divisamos antes de la llegada, fue de lo más suculento de la elección. El chupito final al que nos invitaron nuestros anfitriones limó asperezas dándonos un toque de euforia a los momentos últimos de la jornada.
Dimos un paseo nocturno por las desconocidas callejuelas que rodean el centro de la población analizando sus luces y sombras arquitectónicas y decorativas para finalmente llegar al Hispanidad que nos ofreció unas horas de descanso, no sin ciertas interrupciones nocturnas de voces y ruidos. Seguimos en España.
VIERNES 14 DE JUNIO DE 2024
ITINERARIO:
Guadalupe – Obando – Navalvillar de Pela – Casas de Don Pedro – Talarrubias – Fuenlabrada de los Montes
DISTANCIA: 108 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 22 k/h
TIEMPO DE PEDALEO: 4 h 54’ 54’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 2.025
Poco apresuramos la salida cuando ya habían sonado las nueve de la mañana y aún deambulábamos por el vestíbulo de acceso a la cafetería del Hispanidad donde tomamos un buen desayuno para hacer frente a una etapa que se planteaba llena de indecisiones.
Siendo las diez ya pasadas arrancábamos en dirección a Obando atravesando más dehesas, plantaciones de pinos, eucaliptos, olivas abedules y, lo más sorprendente, un encinar de reforestación con alineados ejemplares jóvenes desafiando su longevo proceso de crecimiento. ¡Si se puede!
Al descenso brusco de los kilómetros iniciales le ha sucedido un largo trecho de llano favorable que recorrimos con rigor de equipo en disciplinados relevos. El primer núcleo habitado tras casi 50 kms. de pedaleo ha sido Obando y algo más retirado Navalvillar de Pela donde encontramos un local que la Junta de Extremadura ha subvencionado para su restauración y funcionamiento. Allí repusimos fuerzas y cargamos líquido con vistas al resto de la etapa.
Tramo complicado por la N-430 hasta Casas de Don Pedro debido a un intenso tráfico de camiones pesados y un firme irregular lleno de gravilla en su arcén. Evitando continuar por ese trazado, nos desviamos hacia Talarrubias por una carretera mucho más tranquila y en buen estado de conservación. La población está muy mal señalizada en sus accesos y nos costó alcanzar la plaza principal. En ella se abre la majestuosa e inclasificable iglesia formada como por módulos alineados y torres en las que las numerosas cigüeñas han asentado su presencia y emiten un crotorar inacabable.
Ahí repusimos líquidos y decidimos continuar el recorrido sabiendo de lo inconveniente de la hora y del peso añadido del calor y los kilómetros que restaban. Además, como si de un laberinto se tratase, fueron varias las indicaciones para seguir la ruta adecuada, antesala siempre de las equivocaciones, salvo las de un camionero que se encontraba parado circunstancialmente en el arcén y nos indicó la dirección correcta. De allí hasta Mejorada de los Montes todo un sinfín de subidas y bajadas en un entorno ambiental que hace honor a su denominación: La Siberia Extremeña.
Animados por la inminente cercanía de nuestro objetivo final, hicimos un esfuerzo para alcanzar la pequeña localidad adornada de guirnaldas y con el bar más cercano abierto a escasa distancia del calenturiento Xantia que aguardaba imperturbable nuestro regreso. En el bar, como muestra rural, se movía una clientela familiar resacosa de la fiesta, con el jefe al frente haciendo gala de sus deseos de acabar cuanto antes la jornada y ofreciéndonos las viandas frías de que disponía.
Dueños de la escenográfica terraza, salvados del sol por unas lonas, dimos cuenta de dos rondas de cerveza fría, lomo de orza, jamón, queso curado y morcilla extremeña. Todos ellos ingredientes generadores de posterior sed a medida que la digestión avanza, pero dignos de los chismes que se despiertan al calor de la tertulia dulcificada por la consecución de un nuevo reto, el Macutillo 2024.
Malaño nos refirió el caso de Bernabé, un sacamuelas solanero en el que confiaba la gente y cuya tarifa era de lo más pintoresco al finalizar su trabajo.
- ¿Qué te debo, Bernabé?
- Déjame pagado un litro en ca Urigas.
Atravesamos Ciudad Real con la rapidez que ofrece el conocimiento de la travesía y llegamos a Manzanares donde las aves del cielo habían decorado el coche de Malaño, que se despidió allí del grupo. Un rato más tarde y tras repostar el depósito del Xantia, llegamos al Tomelloso a la par que Pepy hacía su entrada con el Honda para retornar hasta Alcázar a sus expedicionarios. El Macutillo 2024 había llegado a su fin.
domingo, 16 de junio de 2024
VOLVIÓ EL CICLISMO DE VERDAD
XLVI EDICIÓN DE LA VUELTA CICLISTA A ALCÁZAR
15 de JUNIO DE 2024
Sí, veintisiete años más tarde ha vuelto a celebrarse una nueva edición de lo que fue la Vuelta Ciclista a Alcázar, una de las más veteranas y afamadas en el calendario nacional en su época y que arrancó en 1933, dos años antes que la propia Vuelta a España.
Gracias a la labor del Club Alcázar Bikes, con su Presidente, José Luis Pinar, a la cabeza, rodeado de un entusiasta grupo de voluntariado colaborador, más la ayuda institucional del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, que no solo han sido capaces de elevar la Titán de La Mancha a una de las referencias del Ciclismo de Montaña o MTB, sino que apuestan por otras modalidades, sabiendo que la carretera es la reina de este deporte.
Salvando todas las comparaciones y sabiendo que nadie se baña dos veces en las mismas aguas, lo importante es que el río vuelva a fluir. Nada fue semejante a otras ediciones, pero de lo que no hay duda es que se respiró nuevamente ambiente ciclista del que se habían evaporado los últimos aromas.
Al comienzo de la mañana del sábado 15 de junio de 2024 y sin que aún hubieran terminado de montar las señalizaciones del arco de salida y de las pequeñas carpas organizativas y publicitarias, comenzó el desfile de grupos de jóvenes ciclistas que, remedando a los actuales profesionales, ya empiezan a practicar rutinas impropias de tan jóvenes deportistas.
Nos llamó especialmente la atención ese corro de cadetes sentados sobre sus sillas camperas pespunteando sus dorsales sobre los maillots en una ceremonia poco común. Ellos aún sin terminar de vestirse, pero haciendo grupo con sus compañeros y comenzando un ritual que tiene pocas diferencias con los equipos profesionales.
Ya no se perciben los olores del linimento Sloan que poblaba la atmósfera en los años sesenta para calentar las piernas. Ahora todos usan un rodillo portátil que instalan en cualquier rincón, o bien deambulan en un ida y vuelta constante hasta que se va aproximando la hora de la salida.
Allí encontramos a varios antiguos aficionados con mirada nostálgica sobre tiempos que no han de volver. Extasiados ante unas bicicletas que hubieran sido prototipos futuristas a mediados de aquellos años cincuenta y sesenta, con las que hoy cuentan todas estas jóvenes promesas como material imprescindible para aspirar a ser alguien en este duro deporte. Algunas capadas en sus desarrollos para proteger la incipiente precocidad de los aspirantes que parecen poder con todo, pero que el tiempo suele finalmente poner en su sitio.
Llegó la hora de la verdad y a lomos de uno de los espléndidos Volskwagen Touareg eléctricos cedidos a la organización por Talleres Manchegos, nos subimos con un juez árbitro que dirigió el desarrollo de la carrera con el auxilio tecnológico de unas emisoras capaces de conectar a jueces, guardias civiles y directores de equipo en una sucesión permanente de cortes de entrada y salida de voz.
A las diez en punto de la mañana y previo corte protocolario de cinta por parte de Ricardo Carreño, legatario documental de la Vuelta Ciclista Alcázar y uno de los coleccionistas, documentalistas y aficionados más relevantes de esta modalidad en nuestro país, se dio la salida neutralizada desde la Avda. Pablo Iglesias para acometer el primer paso por la cuesta de los molinos que daba el punto de contraste de lo que supone pedalear en el inmenso llano manchego.
El grupo siguió compacto por la variante de la N-420 hasta entrar en Campo de Criptana donde se produjeron ya algunos escarceos. Especialmente en la nueva subida hacia la Ermita del Cristo de Villajos con posterior viraje hacia la carretera de Miguel Esteban con entrada a Alcázar de San juan y de nuevo inicio de una segunda subida que ya estableció diferencias con dos grupos que aún permanecían compactos. La tecnología comunicativa de la emisora Radio Vuelta sufrió un pequeño contratiempo y una joven experta subió a nuestro coche de manera imprevista e impulsiva para solucionar la avería. Sin duda que lo consiguió pese al estrés desencadenado por la aproximación cercana de los ciclistas.
El juez árbitro daba referencias mediante un top cada cierto tiempo y así tuvimos constancia de que un grupo de doce corredores se hizo fuerte y fracturó al gran pelotón inicial. El ritmo de carrera era fuerte pese al aumento del calor ambiental. Los jóvenes y espigados ciclistas no cejaban en su empeño y dieron un nuevo impulso al que solo pudieron sumarse cinco corredores que mantuvieron una diferencia cercana al minuto desde ese momento hasta el final.
Se presagiaba ya que la llegada sería muy disputada. Al término del último paso por la Avda. de Pablo Iglesias, los relevos se mantuvieron con cortés camaradería, pero una vez entramos en la salida hacia Tomelloso y la subida hacia el cerro de los molinos, las hostilidades no dieron tregua y las últimas y empinadas rampas, con desniveles cercanos al 19 % fueron una tortura que solo los incipientes campeones como Emilio Lapaz del Sanse Elecox Madrid fueron capaces de afrontar, con una media horaria de 37,8 kms/hora, y un tiempo de 1 h 35’ 09’’ sobre los 60 kms. del recorrido total. Le siguieron Carlos González Casero de Galapagar y Mauro Ibáñez López del Vatios Qatar, nieto de un alcazareño, ahora ausente.
En lo alto del cerro de los molinos se respiraba un ambiente en el que autoridades, aficionados, ciclistas y organizadores mostraban su satisfacción por lo conseguido mientras se tomaban un refrigerio agradecido por las circunstancias y se hacían propósitos de repetición y consolidación de esta mítica prueba que no está exenta de dificultades, que deberán ser analizadas para, como todo lo humano, tratar de mejorarlo. Pero, de momento, nuestra total felicitación por el empeño.
15 de JUNIO DE 2024
Sí, veintisiete años más tarde ha vuelto a celebrarse una nueva edición de lo que fue la Vuelta Ciclista a Alcázar, una de las más veteranas y afamadas en el calendario nacional en su época y que arrancó en 1933, dos años antes que la propia Vuelta a España.
Gracias a la labor del Club Alcázar Bikes, con su Presidente, José Luis Pinar, a la cabeza, rodeado de un entusiasta grupo de voluntariado colaborador, más la ayuda institucional del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, que no solo han sido capaces de elevar la Titán de La Mancha a una de las referencias del Ciclismo de Montaña o MTB, sino que apuestan por otras modalidades, sabiendo que la carretera es la reina de este deporte.
Salvando todas las comparaciones y sabiendo que nadie se baña dos veces en las mismas aguas, lo importante es que el río vuelva a fluir. Nada fue semejante a otras ediciones, pero de lo que no hay duda es que se respiró nuevamente ambiente ciclista del que se habían evaporado los últimos aromas.
Al comienzo de la mañana del sábado 15 de junio de 2024 y sin que aún hubieran terminado de montar las señalizaciones del arco de salida y de las pequeñas carpas organizativas y publicitarias, comenzó el desfile de grupos de jóvenes ciclistas que, remedando a los actuales profesionales, ya empiezan a practicar rutinas impropias de tan jóvenes deportistas.
Nos llamó especialmente la atención ese corro de cadetes sentados sobre sus sillas camperas pespunteando sus dorsales sobre los maillots en una ceremonia poco común. Ellos aún sin terminar de vestirse, pero haciendo grupo con sus compañeros y comenzando un ritual que tiene pocas diferencias con los equipos profesionales.
Ya no se perciben los olores del linimento Sloan que poblaba la atmósfera en los años sesenta para calentar las piernas. Ahora todos usan un rodillo portátil que instalan en cualquier rincón, o bien deambulan en un ida y vuelta constante hasta que se va aproximando la hora de la salida.
Allí encontramos a varios antiguos aficionados con mirada nostálgica sobre tiempos que no han de volver. Extasiados ante unas bicicletas que hubieran sido prototipos futuristas a mediados de aquellos años cincuenta y sesenta, con las que hoy cuentan todas estas jóvenes promesas como material imprescindible para aspirar a ser alguien en este duro deporte. Algunas capadas en sus desarrollos para proteger la incipiente precocidad de los aspirantes que parecen poder con todo, pero que el tiempo suele finalmente poner en su sitio.
Llegó la hora de la verdad y a lomos de uno de los espléndidos Volskwagen Touareg eléctricos cedidos a la organización por Talleres Manchegos, nos subimos con un juez árbitro que dirigió el desarrollo de la carrera con el auxilio tecnológico de unas emisoras capaces de conectar a jueces, guardias civiles y directores de equipo en una sucesión permanente de cortes de entrada y salida de voz.
A las diez en punto de la mañana y previo corte protocolario de cinta por parte de Ricardo Carreño, legatario documental de la Vuelta Ciclista Alcázar y uno de los coleccionistas, documentalistas y aficionados más relevantes de esta modalidad en nuestro país, se dio la salida neutralizada desde la Avda. Pablo Iglesias para acometer el primer paso por la cuesta de los molinos que daba el punto de contraste de lo que supone pedalear en el inmenso llano manchego.
El grupo siguió compacto por la variante de la N-420 hasta entrar en Campo de Criptana donde se produjeron ya algunos escarceos. Especialmente en la nueva subida hacia la Ermita del Cristo de Villajos con posterior viraje hacia la carretera de Miguel Esteban con entrada a Alcázar de San juan y de nuevo inicio de una segunda subida que ya estableció diferencias con dos grupos que aún permanecían compactos. La tecnología comunicativa de la emisora Radio Vuelta sufrió un pequeño contratiempo y una joven experta subió a nuestro coche de manera imprevista e impulsiva para solucionar la avería. Sin duda que lo consiguió pese al estrés desencadenado por la aproximación cercana de los ciclistas.
El juez árbitro daba referencias mediante un top cada cierto tiempo y así tuvimos constancia de que un grupo de doce corredores se hizo fuerte y fracturó al gran pelotón inicial. El ritmo de carrera era fuerte pese al aumento del calor ambiental. Los jóvenes y espigados ciclistas no cejaban en su empeño y dieron un nuevo impulso al que solo pudieron sumarse cinco corredores que mantuvieron una diferencia cercana al minuto desde ese momento hasta el final.
Se presagiaba ya que la llegada sería muy disputada. Al término del último paso por la Avda. de Pablo Iglesias, los relevos se mantuvieron con cortés camaradería, pero una vez entramos en la salida hacia Tomelloso y la subida hacia el cerro de los molinos, las hostilidades no dieron tregua y las últimas y empinadas rampas, con desniveles cercanos al 19 % fueron una tortura que solo los incipientes campeones como Emilio Lapaz del Sanse Elecox Madrid fueron capaces de afrontar, con una media horaria de 37,8 kms/hora, y un tiempo de 1 h 35’ 09’’ sobre los 60 kms. del recorrido total. Le siguieron Carlos González Casero de Galapagar y Mauro Ibáñez López del Vatios Qatar, nieto de un alcazareño, ahora ausente.
En lo alto del cerro de los molinos se respiraba un ambiente en el que autoridades, aficionados, ciclistas y organizadores mostraban su satisfacción por lo conseguido mientras se tomaban un refrigerio agradecido por las circunstancias y se hacían propósitos de repetición y consolidación de esta mítica prueba que no está exenta de dificultades, que deberán ser analizadas para, como todo lo humano, tratar de mejorarlo. Pero, de momento, nuestra total felicitación por el empeño.
viernes, 12 de abril de 2024
FÚTBOL INDUSTRIAL VS FÚTBOL ARTESANO
A propósito del meritorio triunfo del Athletic Club de Bilbao en la Copa del Rey de Fútbol, tras una sequía de cuarenta años, un buen amigo decía que era el éxito de once aldeanos. Ese aparente espíritu de inocente estructura es el motivo de mi discrepancia.
El Athletic Club es uno de tantos representantes del fútbol actual que ha pasado a ser industria, es decir: inversión, gestión profesional, publicidad y resultados. Si alguno de estos factores no rinde, la estructura se resiente y baja o desaparece. Puede tratarse de un Club con sus propios socios, una Sociedad Anónima Deportiva o un Fondo de Inversión que tributa en bolsa. Todos y en todo el mundo desarrollado, donde tienen lugar las más importantes competiciones, están bajo la tutela y control de organismos como la UEFA de ámbito europeo o de la FIFA si el ámbito es mundial.
Utilizando el símil de un producto muy manchego como el queso, ese proceso anteriormente descrito es el industrial, donde todo está programado con arreglo a parámetros universales y fijos, donde la maquinaria repite mecánicamente sus funciones y el resultado es previsible en sabor, olor, texturas y matices. A diferencia de lo artesano, cada pieza es única e irrepetible, el procedimiento está heredado de los ancestrales pastores que transformaban la leche y el suero en piezas que podían sorprender por sus peculiares resultados.
El fútbol artesano es hoy patrimonio de los llamados equipos modestos, los que no disponen de otro presupuesto que el aportado por sus fieles aficionados y cuyos jugadores forman parte de la larga cadena de practicantes que aún logran divertirse con la esencia de este deporte: una amplia explanada de terreno, un balón, dos piedras como porterías y una inagotable ilusión.
martes, 5 de diciembre de 2023
CIERRE EN BUCLE POR RUIDERA DEL I.C.C.
La última convocatoria del año ciclista del ICC ha tenido lugar el pasado domingo 3 de diciembre de 2023 partiendo desde Ruidera pueblo, en donde los cuatro ciclistas participantes y las dos donnas senderistas, confluyeron a primera hora de la mañana para acometer las correspondientes rutas.
Una vez aparcados los vehículos frente al Victoria, lugar previsto para el posterior almuerzo y ataviados ciclistas y senderistas para afrontar sus retos, en mañana fría y húmeda, Mª Paz y Pepy dieron el simbólico pitido de salida mientras sus cámaras captaban el momento y a continuación iniciaban un camino que, partiendo frente al célebre paraje del Hundimiento, recorre las lagunas por su margen derecha.
Los cuatro ciclistas, Bernard, Malaño, Fontaine y Petrosian, pedaleaban con cierta parsimonia en un marco de tierras escarchadas por los primeros hielos de la temporada, con ligeras ondulaciones de una carretera desierta que conduce hacia Osa de Montiel y cuyo arcén no permite su uso debido al mal estado del mismo. Pese a ello, dado el escaso tráfico de otros vehículos, entre los que únicamente se advertían algunos grupos de ciclistas y los incombustibles moteros que acuden siempre al olor de las curvas, el cuarteto del ICC comenzó a relevarse en un orden disciplinado y eficaz.
La niebla se añadió por momentos y tramos al gris paisaje y los ciclistas tuvieron que abandonar las gafas, en el caso de Fontaine por olvido, para facilitar la visión ante el empañado constante de las mismas. La moquita de la nariz resulta ser otra de las compañías que no te abandonan durante el recorrido, pese a los intentos por controlarla o hacerla desaparecer. Es duro el pedaleo en estos días ya casi invernales.
Llegados a las inmediaciones de Ossa de Montiel, los ciclistas tomaron la CM-3123 en dirección hacia la CM-313 en cuyo cruce iniciarían un bucle de vuelta al punto de partida. La ruta seguía escasa de vehículos y trazada en un sube y baja de poca intensidad en el que solo Malaño notaba su falta de actividad acometiendo las subidas. El paisaje alternaba su carácter estepario con la vegetación de encinas y sabinares salpicadas, que dejan entre sí grandes espacios abiertos, cubiertos por diferentes especies arbustivas, en general de porte bajo y con predominio de formas almohadilladas o hemisféricas, como respuesta a las condiciones climáticas.
Llegados a la confluencia de la N-430 a escasos kms de Sotuélamos hicieron una pequeña parada ante un cartel de chapa rectangular de no más de 2 X 1 m. que condensa gráficamente el escaso respeto por el patrimonio común que existe en España. La chapa contiene, además de un croquis de la zona que alude al Campo de Montiel y Sierras de Alcaraz, varios grafitis y un numeroso grupo de impactos de bala cuyos agujeros se deben a un momento de diversión de algunos desaprensivos cazadores. Para remate, el terreno cercano está salpicado de todo tipo de restos de basura como ocurre en casi todas las cunetas de nuestro país.
Reemprendieron la marcha nuevamente girando a la derecha por la N-430 que en ese tramo si goza de arcén transitable, llegando de nuevo a Ossa de Montiel para tomar un café que a punto estuvo de abortarse por cierre del personal que recogía y limpiaba los restos de la jornada anterior. Mereció la pena el café con leche y el exquisito bizcocho de coco que lo acompañó. Con este aporte calórico y calorífico llegaron hasta Ossa circunvalando su contorno y subiendo las rampas que conducen primero al monumento a la bicicleta, ahora vallado y protegido, y más adelante a la AB-612 que poco a poco va transformándose en camino asfaltado en los márgenes de las primeras lagunas y cuyo paisaje invita a su contemplación en cualquier época del año. Así se pasa por la Cueva de Montesinos, la Ermita de San Pedro y por todas las zonas de recreo de este paraje.
El único punto negativo fue contemplar el progresivo descenso del agua en las lagunas más altas, algunas de las cuales como la Redondilla están al borde de la sequía y otras como la Lengua muestran su descenso descubriendo sus farallones de roca caliza. El tráfico se intensificó algo en este recorrido, pero nada comparado con el tiempo primaveral o veraniego cuando los visitantes son legión.
Y así, a un ritmo cómodo y placentero llegamos al punto de salida donde las donnas nos esperaban tras sus ocho kms a pie, solazándose en el porche del Victoria cerveza en mano, antes de dar paso a la comida que resultó grata y satisfactoria dentro de los límites que se le pueden exigir al establecimiento. Brindamos por el ICC, por la recuperación de Pepy y por las ausentes Luci y Pilar que no pudieron acompañarnos por sus inevitables obligaciones familiares así como por Giuliano, quien se debate entre la pereza ciclista, el aprendizaje del idioma ruso y sus guardias laborales que únicamente le dan para matar sus ratos libres restaurando piezas de anticuario y relojes de otras épocas.
El Club se reunirá en su tradicional velada festiva el 3 de enero y volverá a hacerlo el 3 de febrero en otra actividad gastronómica auspiciada por Fontaine y Pepy en torno a un puchero de judías al amor de la lumbre de encina. ¡Buen provecho! Que dijo el carmelita…
Una vez aparcados los vehículos frente al Victoria, lugar previsto para el posterior almuerzo y ataviados ciclistas y senderistas para afrontar sus retos, en mañana fría y húmeda, Mª Paz y Pepy dieron el simbólico pitido de salida mientras sus cámaras captaban el momento y a continuación iniciaban un camino que, partiendo frente al célebre paraje del Hundimiento, recorre las lagunas por su margen derecha.
Los cuatro ciclistas, Bernard, Malaño, Fontaine y Petrosian, pedaleaban con cierta parsimonia en un marco de tierras escarchadas por los primeros hielos de la temporada, con ligeras ondulaciones de una carretera desierta que conduce hacia Osa de Montiel y cuyo arcén no permite su uso debido al mal estado del mismo. Pese a ello, dado el escaso tráfico de otros vehículos, entre los que únicamente se advertían algunos grupos de ciclistas y los incombustibles moteros que acuden siempre al olor de las curvas, el cuarteto del ICC comenzó a relevarse en un orden disciplinado y eficaz.
La niebla se añadió por momentos y tramos al gris paisaje y los ciclistas tuvieron que abandonar las gafas, en el caso de Fontaine por olvido, para facilitar la visión ante el empañado constante de las mismas. La moquita de la nariz resulta ser otra de las compañías que no te abandonan durante el recorrido, pese a los intentos por controlarla o hacerla desaparecer. Es duro el pedaleo en estos días ya casi invernales.
Llegados a las inmediaciones de Ossa de Montiel, los ciclistas tomaron la CM-3123 en dirección hacia la CM-313 en cuyo cruce iniciarían un bucle de vuelta al punto de partida. La ruta seguía escasa de vehículos y trazada en un sube y baja de poca intensidad en el que solo Malaño notaba su falta de actividad acometiendo las subidas. El paisaje alternaba su carácter estepario con la vegetación de encinas y sabinares salpicadas, que dejan entre sí grandes espacios abiertos, cubiertos por diferentes especies arbustivas, en general de porte bajo y con predominio de formas almohadilladas o hemisféricas, como respuesta a las condiciones climáticas.
Llegados a la confluencia de la N-430 a escasos kms de Sotuélamos hicieron una pequeña parada ante un cartel de chapa rectangular de no más de 2 X 1 m. que condensa gráficamente el escaso respeto por el patrimonio común que existe en España. La chapa contiene, además de un croquis de la zona que alude al Campo de Montiel y Sierras de Alcaraz, varios grafitis y un numeroso grupo de impactos de bala cuyos agujeros se deben a un momento de diversión de algunos desaprensivos cazadores. Para remate, el terreno cercano está salpicado de todo tipo de restos de basura como ocurre en casi todas las cunetas de nuestro país.
Reemprendieron la marcha nuevamente girando a la derecha por la N-430 que en ese tramo si goza de arcén transitable, llegando de nuevo a Ossa de Montiel para tomar un café que a punto estuvo de abortarse por cierre del personal que recogía y limpiaba los restos de la jornada anterior. Mereció la pena el café con leche y el exquisito bizcocho de coco que lo acompañó. Con este aporte calórico y calorífico llegaron hasta Ossa circunvalando su contorno y subiendo las rampas que conducen primero al monumento a la bicicleta, ahora vallado y protegido, y más adelante a la AB-612 que poco a poco va transformándose en camino asfaltado en los márgenes de las primeras lagunas y cuyo paisaje invita a su contemplación en cualquier época del año. Así se pasa por la Cueva de Montesinos, la Ermita de San Pedro y por todas las zonas de recreo de este paraje.
El único punto negativo fue contemplar el progresivo descenso del agua en las lagunas más altas, algunas de las cuales como la Redondilla están al borde de la sequía y otras como la Lengua muestran su descenso descubriendo sus farallones de roca caliza. El tráfico se intensificó algo en este recorrido, pero nada comparado con el tiempo primaveral o veraniego cuando los visitantes son legión.
Y así, a un ritmo cómodo y placentero llegamos al punto de salida donde las donnas nos esperaban tras sus ocho kms a pie, solazándose en el porche del Victoria cerveza en mano, antes de dar paso a la comida que resultó grata y satisfactoria dentro de los límites que se le pueden exigir al establecimiento. Brindamos por el ICC, por la recuperación de Pepy y por las ausentes Luci y Pilar que no pudieron acompañarnos por sus inevitables obligaciones familiares así como por Giuliano, quien se debate entre la pereza ciclista, el aprendizaje del idioma ruso y sus guardias laborales que únicamente le dan para matar sus ratos libres restaurando piezas de anticuario y relojes de otras épocas.
El Club se reunirá en su tradicional velada festiva el 3 de enero y volverá a hacerlo el 3 de febrero en otra actividad gastronómica auspiciada por Fontaine y Pepy en torno a un puchero de judías al amor de la lumbre de encina. ¡Buen provecho! Que dijo el carmelita…
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