lunes, 11 de febrero de 2013

VÍA VERDE DE ALCARAZ 2013


SÁBADO 9 DE FEBRERO DE 2013

Cumpliendo uno de los deseos largamente acariciados por el grupo de cicloturismo "El Loco y sus amigos" (ELYSA), por fin este pasado fin de semana del 9 y 10 de febrero pudo consumarse la salida con bici de montaña que, pese a la dureza de las condiciones y al estado físico de algunos de los participantes, resultó finalmente satisfactoria.

La convocatoria quedó establecida para estas tempranas fechas de la temporada, dado que algunos de los miembros del grupo tienen que compatibilizar su calendario con el de otras agrupaciones a las que pertenecen y los fines de semana libres quedan reducidos a escasos huecos. Por otro lado, aunque las previsones climatológicas anunciaban frío, la ausencia de lluvias o de nieve se daba por segura en estas dos jornadas, con lo que los principales riesgos de nuevo aplazamiento quedaban despejados. Así fue finalmente, pese a que el viento sopló con fuerza y durante el recorrido los ciclistas tuvieron que protegerse adecuadamente, tal y como lo hacen a lo largo de la temporada invernal.

Tren Regional Express camino de Albacete


La cita quedó establecida para tomar el tren regional con destino a Albacete, que partió el sábado a las 8 horas de la mañana desde la estación de Alcázar, a la que llegaron con exquisita puntualidad los miembros del grupo que nos sumamos  al evento, estos fuimos: Justo, Gabriel, José Escelio, Pedro El Joven, Pedro Peinado y Antonio Rubio, que llegó desde los LLanos tras una larga temporada de ausencias y con el reto de volver a subirse a la bici desde el pasado septiembre, que lo hizo por última vez. La aventura era arriesgada para él y más aún cuando las circunstancias se fueron complicando, como ahora explicaremos, pero por ello, por su capacidad de aguante y sacrificio, por su espíritu de adaptación a los planes establecidos, hay que considerarlo como el héroe de la salida.
Gabriel, tocado con gorra de Armani, sigue las instrucciones


Ya desde el inicio las sensaciones fueron favorables. Había ganas de juntarse para salir del contorno alcazareño después de la última  subida al Robledillo al inicio del pasado otoño. Además, las características de este grupo, ajenas a compromisos firmados ni a planficaciones rígidas, hacen que sus miembros salgan y entren en las actividades con la misma facilidad que lo hacen en su pertenencia o continuidad en el mismo. El Club ELYSA, al carecer de estatutos, de cuotas o de normas preestablecidas tiene sus puertas abiertas y por él desfilan, aparecen y desaparecen numerosos aficionados que se sienten cercanos a esta filosofía cuyo denominador común suele ser la buena acogida y el intento de que "reine la armonía".

Ese espíritu ya se dejó entrever en el viaje ferroviario hasta Albacete, con las bicis acomodadas en el vagón al efecto en una de sus plataformas y donde Gabriel empezó a apuntar unas dotes de locuacidad y optimismo en el encuentro, que no decayeron hasta el final del mismo. Llegados a la nueva y espectacular estación de Albacete Los Llanos, alguien tuvo la feliz idea de tomar un reconfortante café con algún dulce para acometer el intenso frío bien pertrechados por dentro y por fuera. Afortunadamente, en la planta baja sólo existía una pastelería con variedad de pastas y un sabroso chocolate como única bebida caliente, que nos aportó el toque dulce y calórico que necesitábamos para el arranque.
Un sabroso chocolate en la Estación de Albacete AVE

La travesía por la ciudad, siguiendo las indicaciones de Antonio Martinez, ciclista y albaceteño, que ha realizado numerosas veces la ruta, nos sirvieron de referencia para plantarnos en el Parque de la Fiesta del Árbol en cinco minutos, a pesar de las confusas explicaciones que un transeunte voluntario se empeñó en darnos al pie de la estación. Tomada la ruta del Canal de Mª Cristina y sus numerosas ramificaciones, pudimos contemplar la cantidad de usuarios de estas vías, pese al frío de la mañana. El primer problema nos vino cuando al seguir la supuesta ruta, no nos cercioramos de que comenzaba propiamente la Via Verde, con lo que continuamos los caminos un tanto por inercia hasta que nos dimos cuenta de que estábamos cerca de Aguas Nuevas, población cercana pero desviada del itinerario correcto. Por fin preguntamos a un agricultor que nos recondujo hacia la dirección adecuada y tras pasar por unas zonas regadas inexplicablemente por aspersores, como en las peores épocas de esquilmación de los acuiferos, conectamos ya sí con uno de los primeros puentes señalizados con la balizas propias de la Vía Verde y que a Gabriel le recordó nada menos que el Arco de Bará, expresando con ello una de sus múltiples revelaciones psicoanalíticas infantiles con las que salpica sus conversaciones y en las que mezcla recuerdos familiares, escolares y personales en un entramado verbal de difícil desentrañamiento.
Antonio surcando los campos de regadío albacetenses

Gabriel junto al Canal de Mª Cristina
A partir de ese momento la ruta nos adentró en la zona más árida de la llanura albacetense, con rectas interminables de casi siete kilómetros con el mismo firme y paisaje, con la zahorra del piso algo suelta y con un viento casi siempre desfavorable. El segundo despiste nos lo provocó otro lugareño que, desde la valla de su finca, nos indicó que podíamos continuar por caminos para salvar el tramo en el que la Vía desaparece cerca de Balozote hasta volver a retomarla unos kms. más allá. De nuevo, esta vez por intuición, nos volvimos al camino correcto no sin antes vadear un arroyo gracias a unos troncos de árboles a modo de puente improvisado y llegando a la población de San Pedro, donde además de reponer fuerzas en uno de los bares de la misma y comprar plátanos en el mercadillo a punto de cerrar, conseguimos ser definitivamente orientados para volver a tomar la Vía Verde a escasos kilómetros de dicha población.

El grupo recupera la orientación de la Vía en uno de sus numerosos puentes-tuneles

Jose Escelio y su toque "minero"
A partir de aquí cambia totalmente el paisaje que empieza a alternar terraplenes con trincheras excavadas en materiales rojizos sobre espectaculares choperas que arropan al río Jardín, que por cierto llevaba una gran corriente de agua pese a lo estrecho de su cauce. Antonio dió muestras de agotamiento y mentalmente tuvo dudas sobre su posible capacidad para resistir los casi cincuenta kilómetros que aún restaban. Por fortuna siguió a su ritmo atravesando un terreno abrupto mediante largos túneles curvos y valles encerrados entre paredes verticales, encinas y pinos. La espectacularidad de los túneles se suma a las precarias condiciones de iluminación., algunos con paneles solares que se activan con sensores a los que hay que vocear para que se activen. Otros deben ser salvados con las luces de cada ciclista y en nuestro caso eran pobres y escasas, por no decir nulas en algunos casos. José Escelio dio la nota pintoresca portando una especie de lámpara de minero sobre su frente, que dió lugar a numerosas chirigotas y a que el resto del grupo entonara la canción de Antonio Molina "Soy minero..." que era un modo de hacer más ameno y distendido el esfuerzo y el sufrimiento que iba mellando la resistencia de los ciclistas.

Vadeando el río Jardín para recuperar la Vía Verde

Saliendo hacia El Cubillo
El objetivo era llegar a comer a la población de El Cubillo, que nos habían recomendado igualmente con anterioridad, pero habíamos traspasado las cuatro de la tarde y el último de los camareros estaba subiéndose a su coche tras cerrar el establecimiento.  No quedaba otro remedio que avanzar y llegar hasta El Robledo, siguiendo la carretera para ir más deprisa y de este modo lograr tomar algo antes de acercarnos definitivamente a las inmediaciones de Alcaraz. A pocos kms. nos encontramos con la Venta Bonanza, que se encuentra ante la continuación de la Vía en el km. 289 de la Nacional hacia Jaén y, con mucha suerte, conseguimos que su propietario, que estaba a punto de cerrar y marcharse, nos proporcionara unas raciones de tortilla recalentada, jamón, queso y chistorras con lo que paliar el apetito y conseguir reservas para afrontar el último tramo.

Antonio entrando en la zona de túneles

Pasamos por la estación de Salinero, en el km. 66 de la Vía, donde ésta alcanza su punto más alto y tras la cual se encuentran los viaductos de Solanilla desde los que ya se divisan el Santuario de la Virgen de Cortes y la ciudad de Alcaraz, además de que el trazado se hace descendente. Ello favoreció la moral y el aguante del grupo que veía cada vez más cerca su objetivo. Con las fuerzas al límite pero el ánimo alto, alcanzamos las primeras rampas de subida a la población y subimos caminando por una de las calles empedradas hasta la plaza salvando una fuerte pendiente que además llevó a Gabriel a rodar por los suelos debido a los tacos de sus zapatillas y a solicitar ayuda a José Escelio que se peocupó más por la bici que por el jinete, hasta que finalmente pudo levantarlo.

En la Plaza Mayor ante la Iglesia de la Trinidad de Alcaraz
Una foto de grupo en la espléndida y monumental plaza de Alcaraz, con escasa luz por la hora, y nos acomodamos en, para algunos un viejo conocido Hostal, el Alfonso VIII, que ya sirvió de alojamiento al grupo en una de sus primeras salidas en el verano de 1983. ¡Cuánto tiempo! Aunque con las correspondientes reformas, el local mantiene su tono cutre, frío y de rigurosa austeridad. No obstante la propietaria actual, Elisa, nos atendió con amabilidad y nos ofreció la posibilidad de cenar allí mismo. Una vez aseados y cambiados, tras una vuelta de reconocimiento del ambiente por la calle principal, donde nos cruzamos con una única máscara carnavalera, y los lugares de ocio del entorno, nos inclinamos por tomar una cena algo más consistente en el Restaurante Los Rosales, colindante con el alojamiento y especializado en platos de cuchara.

El remate lo llevamos a cabo en un pub cercano dentro de la calle mayor donde televisaban al Real Madrid frente al Sevilla, lo que nos iba a permitir descansar, tomar una copa distendidamente, entablar los consiguientes duelos dialécticos entre madridistas y antis, además de observar a esa España profunda recostada en la barra del local, emitiendo ruidos ininteligibles y tratando de no perder el equilibrio al soltarse de la misma y recuperar la verticalidad, mientras Gabriel seguía con las historias de su abuelo Jesús y su inclinación al tinto que le hacía exclamar frases, cuando oía tonterías a su alrededor, como ésta:
- ¡Joder! que soy yo el que bebe y éstos los que se chispan.

La jornada no daba para más y pedía descanso, porque el esfuerzo había sido grande y exigente, como se desprende de los siguientes datos técnicos reflejados en el contador de la bici de Justo:

DATOS TÉCNICOS:

Tiempo de pedaleo: 7 horas 10' 32''
Distancia: 103,49 kms.
V Media: 14,4 kms./h.
V Máxima: 39,5 kms./h.
Calorias: 994

DOMINGO 10 DE FEBRERO DE 2013

A las 8:30 en punto de la mañana ya estábamos todos los miembros del grupo esperando que Elisa nos preparara el prometido y esperado desayuno para emprender el retorno, que se presentaba incierto en función de algunos factores que nos podrían sorprender, pero con la experiencia del día anterior para no cometer ciertos errores en el itinerario.
Para empezar, Gabriel nuevamente, nos provocó la risa al comentar que Pedro El Joven no le había dejado pegar ojo porque no dejó de hacer ruidos como si hubiera estado comiendo "garbanzos torraos" y lo escenificaba haciendo ¡ra,ra,ra,ra...!

Una primera noticia favorable fue que el cielo estaba completamente despejado de nubes, lucía un espléndido sol y la temperatura, dentro de la frialdad, era más que soportable. Con estos buenos augurios salimos en dirección del Santuario de la Virge de Cortes, desconocido para la mayoría de la expedición y que nos hizo de entrar en calor dadas las imponentes rampas que hay que superar hasta alcanzarlo. Además, nos encontramos con una peregrina joven, que se arrastraba de rodillas hasta el lugar, a modo de cumplimiento de alguna promesa. ¡Ver para creer!

Reorientándose en ruta


Realizada la visita de Cortesía, nunca más adecuado el término, retomamos el camino de la Vía que arranca desde la misma subida y, a partir de ese momento, todo fue coser y cantar porque todas las circunstancias se pusieron a favor: el fuerte viento nos daba de espaldas y nos empujaba con una fuerza inusitada, el sol calentaba lo preciso para llevar una agradable sensación térmica y con todo ello, el ánimo y las fuerzas se fueron fortaleciendo sobre la marcha. De tal modo que lo que la tarde anterior era penoso y forzado, se tornó en un disfrute imprevisto de pedaleo cómodo, vistas espectaculares iluminadas por un sol radiante, contemplación de una manada de corzos que deambulaban sueltos por esos parajes  y el convencimiento de que ya no se iban a producir errores en el seguimiento del trazado.


Parada reparadora en el bar de San Pedro
Llegados a San Pedro, repetimos parada y café en el mismo lugar y aprovechamos para reparar un pinchazo en la bici de Justo que iba perdiendo aire lentamente. Después un tramo de carretera hasta Balazote para retornar definitivamente  a la Vía Verde para atravesar la parte más árida de encinares y de campos llanos de labranza antes de entrar en los últimos 20 kms. donde la Vía se cruza con el Trasvase Tajo-Segura y termina alcanzando los canales cercanos a la carretera de Barrax por donde se encuentra el final de la misma. Antonio sufrió también un pinchazo en su bici y tuvimos que detenernos a repararlo. Cerca de allí ya teníamos también un punto de referencia por parte de Antonio. Se trataba del Cortijo del Aguila, un comedor popular con carpa en el exterior donde pudimos dejar las bicis sin problemas y donde nos sorprendió la cantidad de personas que se sentaban a sus mesas para degustar los sencillos pero suculentos platos que nos ofrecieron, basados sobre todo en unas sabrosas carnes hechas a las brasas. No pudimos menos de brindar con un tinto Canforrales por el éxito de la salida y,  tras reposar brevemente tras el postre, volvimos a tomar las bicis para llegar hasta la estación y esperar la hora de tomar el Media Distancia de Renfe que nos devolvería hasta Alcázar. Un reproche a estos nuevos trenes que lucen el símbolo ciclista entre sus servicios: un tren que sólo lleva tres espacios para tres bicicletas es un fraude para unos usuarios que quieran hacer uso de este transporte como alternativa. Bastaría con dejar libre de máquinas expendedoras ese mismo espacio y sería suficiente, pero, claro, el consumo está por encima del deporte y de los hábitos saludables en este país.

Lo que sí sorprende es el número de usuarios enganchados a los dispositivos tecnológicos en una especie de aula digital viajera, que fomenta la incomunicación real a diferencia de lo que se hacía en los trenes tradicionalmente, por lo que los relatos de Gabriel sobre sus abuelos, escuchados con atención por nosotros, simbolizaban por contraste un mundo en vías de extinción en el que los humanos hacían uso de la palabra hablada para comunicarse y contar sus historias. Gabriel, ¡sin GPS ya no somos nadie!

DATOS TÉCNICOS:

Tiempo de pedaleo: 4 horas 51' 09''
Distancia: 91,97 kms.
V Media: 20 kms./h.
V Máxima: 42,6 kms./h.
Calorias: 1250

3 comentarios:

Antonio Rubio Carretón dijo...

Genial como siempre. Estupendo relato.
Yo destacaría la solidaridad del grupo, elemento esencial que se percibe al instante, sin la cual no hubiera sido posible por mi parte llevar a buen término la ruta.
Gracias por este fin de semana.
Un abrazo.

Diego Santaella dijo...

Muy buena crónica, como siempre Justo. Y buena ruta... e alegro que Antonio esté de vuelta. Un año entero me tiré esperándote en Valdepeñas, jejejeje.
Abrazos desde Andújar.

Vía verde Alcaraz (Albacete) dijo...

Si sois un grupo, para recuperar fuerzas podéis quedaros a cenar, dormir y desayunar en el Albergue rural de la granja escuela Atalaya de Alcaraz.
Su web: http://www.granjaescuela-atalaya.com/via-verde
Un saludo