Comenzaré por este segundo evento por ser el más cercano y espectacular. Tuvimos que madrugar para llegar hasta el polideportivo de Herencia antes de las nueve de la mañana, acreditarnos y recibir el obsequio y la confirmación oficial de nuestra participación. Aunque yo fui solo en mi coche, mi hijo Héctor y su amigo Fernando Marín lo hicieron en otro paralelamente. De todos modos, a la llegada no encontramos a numerosos alcazareños, fundamentalmente cercanos a David del Repabike. No faltaban de otras localidades vecinas como Campo de Criptana, Pedro Muñoz, Villarrubia, Consuegra ... y hasta algunos murcianos, seguramente por tener familiares de la zona.
Tras un largo y tedioso proceso de confirmación de inscripciones en el pabellón que prolongó la salida hasta las diez de la mañana, casi trescientos participantes emprendimos la marcha por las calles vacias de la población herenciana que empezaba a despertar. Hay que decir que esta cifra, teniendo en cuenta que a la misma hora había otras convocatorias deportivas en distintos pueblos de la zona, confirma que en nuestro país la práctica del ejercicio y del deporte va consolidándose como una realidad y sustituyendo al espíritu deportivo de grada y de sillón televisivo.
Continuamos camino de la sierra por las huertas cercanas a la ermita de San Antón y, una vez abandonado el camino principal de los Pozos del Agua, nos adentramos en plena zona serrana, con fuertes pendientes, terreno embarrado a causa de la incesante lluvia durante toda la noche anterior, cantos desprendidos de la pedriza propia del terreno y así hasta llegar al primer avituallamiento en un descampado de la vegetación. Hay que decir que todo estaba bien señalizado, con numeroso personal de la organización siguiendo a la comitiva desde diversos vehículos tanto técnicos como de asistencia o avituallamiento.
El paso por Puerto Lápice congregó a bastantes más espectadores y especialmente a un grupo de japoneses de los que habitualmente se citan en la Venta del Quijote y le permitió a Héctor hacer un caballito delante y para deleite de los mismos y de su cámaras que no pararon de dispararse.
A continuación una fuerte subida a un alto estratégico para continuar por la otra cara de la sierra en dirección a Mingoliva, el olmo centenario y las cercanías del paraje de Valdehierro. llegados al punto donde comienza la reserva de animales, señalada por la entrada de tubos en el suelo, hubo que dar un rodeo por la falda de la sierra para volver al mismo punto e iniciar así el retorno. Continuamos de nuevo por Puerto Lápice que volvimos atravesar por el mismo trazado y llegamos finalmente al segundo punto de avituallamiento. Estabamos próximos a la zona de los Pozos del Agua y a los pies de La Rendija. A partir de ese momento se iniciaba el tramo de libre competición que terminaría en los molinos de la Sierra de San Cristóbal. Tramo pues de gran dureza, cuyo final por la ladera de los cerros de los molinos hasta llegar al tercero es durísima. Yo opté por el tramo más sencillo y volví por el camino de la Ruta de Don Quijote para dar por concluida mi particular aventura con 58 duros kilómetros pero satisfecho de haberlo logrado.
El otro evento deportivo fue la asitencia al partido de fútbol sala entre Alcázar y Olías del Rey , en cuyo equipo se alineaba un compañero de curso de Héctor, que finalmente terminó con marcador favorable a los alcazareños por 9 - 7 goles.
El partido fue muy intenso, como suele ser propio de este deporte de sala, con buenos goles por los locales que llegaron a ganar por cinco de diferencia pero con un gran oficio de los toledanos que supieron mantener la tensión y no darse por vencidos. A base de aprovechar las faltas y varios dobles penaltys lograron encrespar a la no muy numerosa pero sí agresiva y vociferante afición local hasta que finalmente el tiempo impidió que el marcador se alterase.
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