JUEVES 13 DE JUNIO DE 2024
ITINERARIO:
Fuenlabrada de los Montes – Herrera del Duque – Castilblanco – Alía - Guadalupe
DISTANCIA: 70 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 18 k/h.
TIEMPO DE PEDALEO: 3 h 42’ 30’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 1.497
Disciplinada salida horaria desde Alcázar de San Juan a las 8:15 para llegar al Tomelloso en el Honda de Fontaine que junto a Petrosian era conducído por Pepy para retornarlo, una vez que todo el grupo, salvo Malaño, ultimase los preparativos de este nuevo reto a bordo del Citröen Xantia de Bernard, que ofrecía su dinámica movilidad con casi tres décadas de servicios, acompañado del ya tradicional y fiel escudero carrito, cuyo régimen de préstamo se resiste a ser abordado por su propietario, desperdiciando así una suculenta fuente de ingresos extra. No tardamos en alcanzar el segundo punto de cita en Manzanares tras surcar la CM-43 vía Argamasilla y contactar con Malaño que estaba aparcado junto al cercano hospital.
En el viaje hacia el punto de arranque ciclista no faltó la recurrente intromisión de los móviles que apenas dejaron respiro salvo al conductor y a Fontaine que ejercía de pasmado observador y añoraba esos sabrosos relatos que produce la acertada oralidad espontánea. Tendremos que cuidar que esta no sea otra lamentable pérdida y nos quedemos sin conocer las últimas aventuras del gitano del mercadillo y su incombustible rijosidad.
Transitamos desde la autovía ya referida a la N-430 a la altura de Ciudad Real circunvalando sin grandes complicaciones pese a la sucesión de atajos que se descartaron al paso por La Poblachuela. A partir de ahí, todo fue un constante cruce de camiones en una zona que está pidiendo a gritos la construcción de la reclamada autovía con urgencia.
Llegados a Fuenlabrada de los Montes, ya en tierras extremeñas y punto de arranque del pedaleo, tuvimos que ubicar el lugar de parking del coche y carrito además de visualizar un pilón con caño de agua que siempre evoca la posibilidad de un reconfortante alivio para el regreso.
Continuas subidas y bajadas jalonaban la ruta tras dejar al paso Herrera del Duque y continuar hacia Castilblanco, en cuyo bar conseguimos una reserva hídrica de valor incalculable dadas las posteriores necesidades que se fueron produciendo. La señora que nos atendió amablemente no escatimó cubitos de hielo, agua y Acuarius, que fueron providenciales.
Pese a que el calor no era excesivo y el termómetro no rebasaba los 29º, la necesidad de agua unida al ascendente
terreno y ausencia de viento en algunos tramos, nos produjeron sensación de agobio. Nada comparado a ocasiones anteriores. Al llegar al punto de Alía girando hacia la izquierda, el viento vino de cara y ello nos animó a terminar por la entrada sur de Guadalupe, previa parada ante un espectacular viaducto rodeado de especies de árboles gigantes como los eucaliptos, así como un mirador desde el que se contempla una panorámica de la población en alto rematada por el espectacular e imponente conjunto del Monasterio. Bernard, que se recuperaba como podía de un fuerte catarro, se bajó de la bici de manera poco ortodoxa y nos dio un ligero susto sin mayores consecuencias.
Eran las 18:15 horas cuando nos adentramos en el siempre asombroso entorno guadalupeño, con cuestas y revueltas de consideración, hasta dar con el Hotel Hispanidad, céntrico y cercano, cuyo encargado se encontraba ausente y nos obligó a llamarlo para poder hacer la recepción y proceder al aseo correspondiente antes de la salida a recorrer la población.
Visitamos de forma exprés la Basílica del Monasterio, título otorgado al templo por el Papa Pio XII, que quedó interrumpida por el comienzo del rezo del Rosario e impidió que Fontaine continuara con la lectura de su apreciada Guía turística que conserva con celo desde 1981 de una anterior visita entre docente y turística. “El gótico se hace espíritu y luz en los ventanales y en las portadas que separan cinco columnas de hermosos pináculos flamígeros. Un airoso rosetón gótico-mudéjar restaurado, engrandece la fachada del viejo templo”. Seguimos con la visita al claustro y después al Parador de Turismo, antiguo Colegio de Infantes cuyo patio, plagado de limoneros, encanta a sus visitantes.
Llegó la hora de tomar una cerveza para aliviar el cuerpo de sus pérdidas y nos vimos envueltos en un casting de forzosa deliberación dada la inusual e incruenta lucha que tiene establecida el clan de los Cerezo por el dominio de la clientela turística de la plaza. Una joven sudamericana nos captó la atención para hacernos llegar sus ofertas mientras sus compañeros nos abordaban, carta en mano, para no dejarnos escapar. Sin embargo, tanto Bernard como Malaño no son presas fáciles cuando de elegir un lugar o menú se trata.
La cerveza inicial si nos la sirvió Cerezo, pero tras constatar el cierre de otros lugares y descartar los reconocidos, dimos con nuestros huesos en otro de los Cerezo de notable posicionamiento frente a la fachada del Monasterio y unos serviciales ecuatorianos a quienes Fontaine les apremió para que fueran diligentes en su tarea so pena de cambiar de establecimiento. El menú no pasó de la discreción culinaria y pese a sus detractores, el vino de Caraba, bodegas que divisamos antes de la llegada, fue de lo más suculento de la elección. El chupito final al que nos invitaron nuestros anfitriones limó asperezas dándonos un toque de euforia a los momentos últimos de la jornada.
Dimos un paseo nocturno por las desconocidas callejuelas que rodean el centro de la población analizando sus luces y sombras arquitectónicas y decorativas para finalmente llegar al Hispanidad que nos ofreció unas horas de descanso, no sin ciertas interrupciones nocturnas de voces y ruidos. Seguimos en España.
VIERNES 14 DE JUNIO DE 2024
ITINERARIO:
Guadalupe – Obando – Navalvillar de Pela – Casas de Don Pedro – Talarrubias – Fuenlabrada de los Montes
DISTANCIA: 108 kms.
VELOCIDAD MEDIA: 22 k/h
TIEMPO DE PEDALEO: 4 h 54’ 54’’
CALORÍAS CONSUMIDAS: 2.025
Poco apresuramos la salida cuando ya habían sonado las nueve de la mañana y aún deambulábamos por el vestíbulo de acceso a la cafetería del Hispanidad donde tomamos un buen desayuno para hacer frente a una etapa que se planteaba llena de indecisiones.
Siendo las diez ya pasadas arrancábamos en dirección a Obando atravesando más dehesas, plantaciones de pinos, eucaliptos, olivas abedules y, lo más sorprendente, un encinar de reforestación con alineados ejemplares jóvenes desafiando su longevo proceso de crecimiento. ¡Si se puede!
Al descenso brusco de los kilómetros iniciales le ha sucedido un largo trecho de llano favorable que recorrimos con rigor de equipo en disciplinados relevos. El primer núcleo habitado tras casi 50 kms. de pedaleo ha sido Obando y algo más retirado Navalvillar de Pela donde encontramos un local que la Junta de Extremadura ha subvencionado para su restauración y funcionamiento. Allí repusimos fuerzas y cargamos líquido con vistas al resto de la etapa.
Tramo complicado por la N-430 hasta Casas de Don Pedro debido a un intenso tráfico de camiones pesados y un firme irregular lleno de gravilla en su arcén. Evitando continuar por ese trazado, nos desviamos hacia Talarrubias por una carretera mucho más tranquila y en buen estado de conservación. La población está muy mal señalizada en sus accesos y nos costó alcanzar la plaza principal. En ella se abre la majestuosa e inclasificable iglesia formada como por módulos alineados y torres en las que las numerosas cigüeñas han asentado su presencia y emiten un crotorar inacabable.
Ahí repusimos líquidos y decidimos continuar el recorrido sabiendo de lo inconveniente de la hora y del peso añadido del calor y los kilómetros que restaban. Además, como si de un laberinto se tratase, fueron varias las indicaciones para seguir la ruta adecuada, antesala siempre de las equivocaciones, salvo las de un camionero que se encontraba parado circunstancialmente en el arcén y nos indicó la dirección correcta. De allí hasta Mejorada de los Montes todo un sinfín de subidas y bajadas en un entorno ambiental que hace honor a su denominación: La Siberia Extremeña.
Animados por la inminente cercanía de nuestro objetivo final, hicimos un esfuerzo para alcanzar la pequeña localidad adornada de guirnaldas y con el bar más cercano abierto a escasa distancia del calenturiento Xantia que aguardaba imperturbable nuestro regreso. En el bar, como muestra rural, se movía una clientela familiar resacosa de la fiesta, con el jefe al frente haciendo gala de sus deseos de acabar cuanto antes la jornada y ofreciéndonos las viandas frías de que disponía.
Dueños de la escenográfica terraza, salvados del sol por unas lonas, dimos cuenta de dos rondas de cerveza fría, lomo de orza, jamón, queso curado y morcilla extremeña. Todos ellos ingredientes generadores de posterior sed a medida que la digestión avanza, pero dignos de los chismes que se despiertan al calor de la tertulia dulcificada por la consecución de un nuevo reto, el Macutillo 2024.
Malaño nos refirió el caso de Bernabé, un sacamuelas solanero en el que confiaba la gente y cuya tarifa era de lo más pintoresco al finalizar su trabajo.
- ¿Qué te debo, Bernabé?
- Déjame pagado un litro en ca Urigas.
Atravesamos Ciudad Real con la rapidez que ofrece el conocimiento de la travesía y llegamos a Manzanares donde las aves del cielo habían decorado el coche de Malaño, que se despidió allí del grupo. Un rato más tarde y tras repostar el depósito del Xantia, llegamos al Tomelloso a la par que Pepy hacía su entrada con el Honda para retornar hasta Alcázar a sus expedicionarios. El Macutillo 2024 había llegado a su fin.
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