martes, 5 de diciembre de 2023

BAUTISMO MADRIDISTA

Qué mejor ceremonial que asistir a un partido en directo en el transformado Estadio Santiago Bernabéu para satisfacer un deseo largamente acariciado. Todo empezó como un juego, como un interés que fue creciendo de forma paulatina pero incesante. No por culpa de mi apasionado madridismo. Puedo dar fe que mis tres nietos han ido forjando ese seguimiento en un ambiente propio, con primos y amigos escolares, y que mi influencia ha sido meramente complementaria.

Desde hace bastantes meses les prometí que algún día visitaríamos el Bernabéu para asistir a un partido. Es la forma de disfrutar realmente de su ambiente. Me pedían también hacer el Tour, visitar la Tienda, etc. pero yo los fui convenciendo de que la auténtica experiencia es ver un partido.

Puesto en contacto con mi primo Pedro, socio y abonado del Club merengue, le plantee la posibilidad de hacer realidad este sueño. Las condiciones eran complejas. Había que elegir un partido de poca trascendencia, un horario adecuado y conseguir que el resto de sus familiares renunciasen a su plaza ese día. Todo lo gestionó con generosidad, rapidez y eficacia en el momento que advertí que se daba la posibilidad de ver al Granada C.F. en partido de Liga el sábado 2 de diciembre a las 18:30 horas.

Cuando me comunicó que los abonos estaban disponibles lo puse en conocimiento de los niños. La primera en reaccionar fue Martina, a quien se le humedecieron los ojos de alegría nada más conocer la noticia. Después sus hermanos mellizos saltaban de alegría y pensaban ya qué ropa se pondrían para acudir al estadio. Ese día previo fue una constante alusión a los jugadores que verían, a saber si con su traje madridista pasarían o no frío y, en definitiva, a vivir en su propia fantasía todo aquello que pasa por la mente de un niño antes de vivir un acontecimiento deseado.

Y llegó el gran día. Nietos y abuelos salimos por la mañana cómodamente en nuestro Honda CRV camino de Madrid para llegar hasta el parking de El Corte Inglés de Castellana, por cercanía al Bernabéu y como punto de encuentro con mis primos Pedro y Elena que llegarían desde su casa en Rivas Vaciamadrid. Todo se consumó según lo previsto y a mediodía nos dispusimos a disfrutar del ambiente prenavideño que rodeaba al centro comercial referido y a su propia oferta interior con la precaución de intentar protegernos en lo posible de los cantos de sirena del consumismo y limitarnos a decir:

- ¡Cuántas cosas no necesitamos!

Después una comida grupal en El Capataz, que nos atendió espléndidamente, y cambio de parking para aproximarnos al máximo a las inmediaciones del Estadio. El tiempo en Madrid vuela y la intención era que los peques vivieran todos los prolegómenos y rituales para empaparse de su ansiado objetivo. Todo les llamaba la atención: los puestos callejeros de bufandas del partido, que venden a 10 euros antes de comenzar y a 5 al terminar, los puestos de pipas Arias, de cuyas almendras y avellanas dieron buena cuenta, los disimulados intentos de venderte entradas de los reventas y, en suma, de esa marea humana incesante que aumenta por momentos en los alrededores pese a que aún quedaba una hora para el comienzo del partido.



Una vez pasados el cacheo y el control digital de los abonos, el momento más deslumbrante fue cuando se asomaron a la escalera desde donde se divisaba el césped como una alfombra cuyo tapiz se encontraba en perfectas condiciones. Las gradas aún no se habían llenado y los jugadores no tardaron en salir a realizar el riguroso calentamiento. Ya todo eran preguntas sobre la identidad de los protagonistas. Si Luca Modric jugaría o no. Que dónde estaba Bellinghan. Que si Lunin era tan bueno como Kepa o Curtois, y así sin parar hasta que a pocos minutos del comienzo la megafonía lanzaba los primeros compases del Hala Madrid… y nada más, cuya letra es obra de Manuel Jabois, periodista de postín y madridista empedernido.

Todo un espectáculo que quedó grabado en un breve video que muestra a las niñas Martina y Leticia, a José y al primo Pedro, entonando el singular canto al que se sumó el abuelito Justo con notables y desafinadas voces. A partir de ahí el protagonismo lo fue asumiendo la Grada Blanca que, ubicada tras la portería del fondo sur, orquestaba sus innumerables coreografías iniciadas por un personaje que, megáfono en mano, enardece a su público cuando decae el ánimo y mantiene la tensión necesaria en un encuentro que, en lo futbolístico, no ofreció gran cosa si salvamos los magistrales pases de Kros y los dos buenos goles que marcaron Brain y Rodrygo para cumplir con el compromiso de ganar al penúltimo clasificado que hizo honor al puesto en la tabla.

Prueba de lo anterior es que el público coreó el nombre de Courtois que se encontraba en uno de los palcos a escasa distancia nuestra y al que pudimos ver con relativa cercanía y al que mis nietos querían acercarse a saludar.
¡Qué chiquillos!

En un futuro llegará la resaca. Cómo lo han digerido y qué tipo de emociones seguirán acumulando cuando el paso del tiempo filtre sus recuerdos. Leticia me comentaba que no se podía creer que estuviera donde estaba. Martina era toda una sonrisa de felicidad que le brotaba espontánea y José observaba todo con su peculiar y divertida interpretación de cuanto le rodea. El abuelo había cumplido su promesa y celebrado uno de los momentos que acariciaba desde hacía tiempo y que sella la transmisión a sus herederos de una de sus pasiones más reconfortantes.

2 comentarios:

Antonio Victor dijo...

Que alegría poder celebrar con tus nietos tan fascinante aventura. Tú ya has sembrado, ahora ellos engrandecerán la historia.

vpanil dijo...

Día perfecto Y te comprendo perfectamente.No lo olvidarán nunca.