El pasado 3 de noviembre de 2017 el ahora semanario "Lanza" publicó un reportaje sobre la insólita colección de José López Carreño, es decir, mi primo Pepe, hijo del gran cronista de Manzanares Jolopca, que ha heredado no solo las colecciones de su padre sino también el gusto por este tipo de afición que conserva y aumenta con mimo y apasionado entusiasmo pero con conocimiento de sus límites.
Por ello y como pequeño homenaje a padre e hijo, quiero traerlos a mi blog de comentarios deportivos e ilustrar con algunas de las fotos de ambos y una muestra de sus colecciones al tiempo que reproduzco íntegro el contenido del reportaje firmado por Francisco J. Otero y con fotografías de J. Jurado.
JOLOPCA con sus objetos |
LA INSÓLITA
COLECCIÓN DE JOSÉ LÓPEZ CARREÑO
FÚTBOL DE PAPEL
ES LO QUE ESCONDE LA CASA DEL HIJO DEL MÍTICO JOLOPCA. MAS DE 1.600 LlBROS, 400
BANDERINES, 3.000 PINES... REUNIDOS A LO LARGO DE UNA VlDA, “PARA
ENTRETENERME”, COMO COMENTA JOSÉ, AL QUE HAY QUE LLAMAR, CON TODO EL RESPETO
DEL MUNDO, PEPE
Jolopca II heredero de las colecciones |
Por cierto, antes
de que te vayas, a ver si encuentro la carta de Miguel Muñoz y te la enseño”.
Un minuto después, José López Carreño aparece con dos hojas escritas con tinta
casi violeta, con una letra de las de entonces, cuando la caligrafía estaba a
la altura de la ortografía y los ordenadores no uniformaban el cómo se escribe.
Del qué no es este el reportaje. Miguel Muñoz, aquel hombre con una flor en el
culo, según el presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta
(“Mejor tener eso que otra cosa”, le respondió Muñoz), el ganador de tres Copas
de Europa como jugador, el de las dos como entrenador de su Madrid, el
seleccionador del 12-1, le escribía a José López Cava, a Jolopca, el
corresponsal de Manzanares por excelencia, el hombre de Marca en la provincia,
el representante de jugadores, para decirle que estaba muy bien en el Celta,
que su objetivo era seguir progresando en Galicia. Al año siguiente, en 1948, con
Jolopca del brazo y Pahiño a su vera, Miguel Muñoz recalaba en el Madrid.
Algunos de los más de 3.000 pines |
José López Carreño
(19/ 08/1959), Jolopca dos palitos, el hijo de Jolopca, es así. Atesora una
ingente cantidad de maravillas, en su casa y en su memoria, a las que trata con
cariño pero sin reverencia. Y lo mismo te enseña la carta de Miguel Muñoz que el
primer libro de fútbol que se publicó en España, siempre con la sonrisa del que
disfruta con lo que hace, sin obligaciones, como cuando coleccionas cromos en
la infancia, algo que Jolopca intenta seguir haciendo, “pero es que no hay
manera de encontrar con quién cambiar”.
Sin duda, gran
parte de la culpa la tiene su padre, el ambiente en el que creció, rodeado en
Manzanares, de periódicos y fútbol por todas partes. Como todos, empecé a
jugar, pero era muy malo”, confiesa Pepe López. Quizás dando patadas no fuera el mejor, pero el fútbol ha
conformado gran parte de su vida, una pasión alentada por los datos, los números,
los libros, los pines, los banderines o los pósters, quizás la manera más pura de
vivir este deporte. “Me entretengo por las tardes”, explica a su manera
Jolopca, cuyo entretenimiento no es cualquier cosa, no es como el que echa la partida
en el bar o hace puzzles. El entretenimiento de Jolopca lo ha llevado, entre
otras cosas, a ser el tesorero de Cihefe, el Centro de Investigaciones de
Historia Estadística del Fútbol Español, un club a la manera de los ingleses,
de esos que ponen el foco donde de verdad merece la pena: en las pasiones, las
aficiones, y no en el trabajo, donde la gente realiza mecánicamente sus
funciones mientras sueña con lo que hará cuando acabe su jornada laboral. “Me
buscaron, pero tuve que hacer hasta un discurso”, como si fuera la
RAE.
Banderines dedicados y fotos |
Es el tesorero en
gran medida porque Jolopca dos palitos, Pepe, se gana la vida en un banco,
donde lleva trabajando desde que cumplió los 18 años, primero en Manzanares,
desde hace bastante tiempo en Ciudad Real. Al principio, alternaba el trabajo con las crónicas para la agencia Mencheta. La primera de ellas, de
un Manzanares—Móstoles, que terminó 2-0, el 10 de noviembre de 1971, con 12
años José López Carreño firmó como Jolopca para Lanza. “Luego me case y me
cansé, porque todo eso lo hacía gratis, sin cobrar nada”, desgrana. En el
Cihefe, Pepe López ha encontrado a bastantes aficionados como él, que se dejan
las pestañas por los datos y las historias, porque sus muchas horas echadas por
las tardes en Ciudad Real han sido, casi siempre, un “placer solitario”, como
hacer versos y otras cosas que decía Gil de Biedma.
Una colección de más de 1.300 libros de fútbol |
“Si, la verdad es que si. Apenas hay gente con la que compartir esto que me
gusta a mi”, confirma Pepe, que en otros tiempos, y aun ahora, echa en falta
“hemerotecas importantes, como en Madrid, donde uno puede consultar un dato que
le falta o curiosear sin más”. Con todo, mucho ha cambiado con internet y la digitalización.
“Ahora todo es diferente, más sencillo. Antes, te intercambiabas pines por
cartas con otros aficionados. Páginas como todo colección facilitan mucho las
cosas”, comenta Pepe López, que es, sobre todo, un coleccionista, además de
investigador, cuyos artículos pueden leerse en Cuadernos de Fútbol, la revista
digital de Cihefe, además de los que ha publicado en Lanza.
Albumes de futbolistas de varias épocas |
La colección de José López Carreño se ha ido
extendiendo por toda la casa, colonizando espacios, es de suponer que ante la
reticencia de los otros habitantes de la misma. “Mi hija está fuera estudiando
y le he colonizado la habitación”, apunta con una sonrisa pícara, de esas que te
salen cuando no puedes evitar hacer algo. La fabulosa acumulación es variopinta
y se esconde por todas las estanterías, los armarios y los huecos de su casa.
La parte
principal de una colección que está pidiendo a gritos espacio, la componen los
libros de fútbol. Son más de 1.600 de casi cualquier tema. Pasan de 70 los dedicados
al Madrid, del Barca hay 26 del Atleti 33, pero hay un buen número casi de
cualquier equipo, del Betis al Sporting, del Osasuna al Oberena, del Manchester
al Burgos. Pero quizás la mayor parte se dediquen a los Mundiales y las
Eurocopas. Ese es el tema predilecto de
Pepe López, que lleva una laboriosa estadística de la selección. Tiene casi
cualquier dato. En carpetas guarda todos los partidos de la selección, con sus
crónicas, estadísticas, afición... Y guarda registro todos los de la liga. Todos
menos de uno, del que no encuentra una crónica con ficha, un Hércules-Racing que
se jugó el 3 de diciembre de 1939. Casi puede responder a cualquier consulta.
Si le dicen una fecha, Pepe puede
decirles qué partidos internacionales se han jugado, al menos de las
selecciones más importantes, o si les interesa los minutos jugados por alguien
en concreto o qué árbitro pitó aquel partido.
Más de 200 banderines |
“El primer
Mundial que recuerdo con claridad es el de México 70. Desde entonces, sigo con
todo el interés los Mundiales y las Eurocopas”, recuerda Pepe López, aunque
cuando empezó de verdad a “acumular papeles” fue tras el mundial del 74. Precisamente
el primer libro que leyó de fútbol fue el que Pedro Escartín le dedicó al
Mundial azteca. “Ahora lo veo y
está lleno de errores, pero por entonces era genial tener aquellos datos”,
recuerda Pepe López.
Entre los libros,
los dos primeros que se publicaron en España sobre el fútbol: Football,
Baseball y Lawn Tennis (1912) de Alejandro Barba y el Football Association
(1914) de José Elías.
Pero los libros
son solo una pequeña parte de una colección que incluye más de 3.000 pines, de equipos
y federaciones de cualquier lugar del mundo. “Esta es del Xelajú Mario
Camposeco. Y todas estas son de Guatemala”. “¿Si? No sé, son muchas.
“Lo tengo
apuntado”, responde y va a buscar sus “fichas” de catalogación, donde por
cuadros y filas se van sucediendo nombres que remiten a territorios lejanos, en
los que habitan recuerdos, algunos ni tan siquiera vividos: el CSKA, el Santos,
la Italia dominadora... conviviendo con la liga hondureña, el fútbol africano o
asiático. “En Europa del Este, el metal debía de estar más barato porque las
insignias son más grandes”, bromea Pepe.
Hay, además, banderines,
“no demasiados, un par de cientos”, y pósters, de equipos y trofeos. Fotos enormes
de Carranzas con los colores saturados, el Valencia de la 68/69 y cosas así.
Camisetas, no. La afición de José López va más por el papel, comenta él mismo,
mientras recomienda libros, descarta otros, aparta algunos para mostrar unas
impolutas carpetas blancas con datos diversos.
“Y en el futuro,
¿qué vas a hacer con todo esto?, pregunto. “Mira tú, ¿qué voy a hacer?” Se me
ocurren una cuantas respuestas que incluyen secciones en bibliotecas, centros
de estudio, mecenas con puro y frac, pero antes de responder, se desliza Pepe a por la
carta de Miguel Muñoz, “antes de que te vayas”, y cuando la trae es cuando
entiendo que Pepe López, Jolopca dos palitos, no ha ido formando una colección
para “entretenerse”, sino que en esas tardes ha ido armando una poderosa
máquina del tiempo, hecha con banderines y jirones de Marcas, con pines y
álbumes de cromos, que conduce a cada cual al tiempo en el que le era permitido
soñar sin compromisos. Y todo eso lo hizo, y lo sigue haciendo, como quien no quiere
la cosa, con toda la importancia que tiene, pero sin nada de la pompa y el
reconocimiento que parecen perseguir otros, sólo por el hecho de jugar, la
actividad más seria a la que puede dedicarse un hombre, aunque no todos lo
sepan.
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