viernes, 17 de noviembre de 2017

COLECCIONISTAS CERCANOS



El pasado 3 de noviembre de 2017 el ahora semanario "Lanza" publicó un reportaje sobre la insólita colección de José López Carreño, es decir, mi primo Pepe, hijo del gran cronista de Manzanares Jolopca, que ha heredado no solo las colecciones de su padre sino también el gusto por este tipo de afición que conserva y aumenta con mimo y apasionado entusiasmo pero con conocimiento de sus límites.

Por ello y como pequeño homenaje a padre e hijo, quiero traerlos a mi blog de comentarios deportivos e ilustrar con algunas de las fotos de ambos y una muestra de sus colecciones al tiempo que reproduzco íntegro el contenido del reportaje firmado por Francisco J. Otero y con fotografías de J. Jurado.

JOLOPCA con sus objetos

LA INSÓLITA COLECCIÓN DE JOSÉ LÓPEZ CARREÑO


FÚTBOL DE PAPEL ES LO QUE ESCONDE LA CASA DEL HIJO DEL MÍTICO JOLOPCA. MAS DE 1.600 LlBROS, 400 BANDERINES, 3.000 PINES... REUNIDOS A LO LARGO DE UNA VlDA, “PARA ENTRETENERME”, COMO COMENTA JOSÉ, AL QUE HAY QUE LLAMAR, CON TODO EL RESPETO DEL MUNDO, PEPE

Jolopca II heredero de las colecciones

Por cierto, antes de que te vayas, a ver si encuentro la carta de Miguel Muñoz y te la enseño”. Un minuto después, José López Carreño aparece con dos hojas escritas con tinta casi violeta, con una letra de las de entonces, cuando la caligrafía estaba a la altura de la ortografía y los ordenadores no uniformaban el cómo se escribe. Del qué no es este el reportaje. Miguel Muñoz, aquel hombre con una flor en el culo, según el presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta (“Mejor tener eso que otra cosa”, le respondió Muñoz), el ganador de tres Copas de Europa como jugador, el de las dos como entrenador de su Madrid, el seleccionador del 12-1, le escribía a José López Cava, a Jolopca, el corresponsal de Manzanares por excelencia, el hombre de Marca en la provincia, el representante de jugadores, para decirle que estaba muy bien en el Celta, que su objetivo era seguir progresando en Galicia. Al año siguiente, en 1948, con Jolopca del brazo y Pahiño a su vera, Miguel Muñoz recalaba en el Madrid.

Algunos de los más de 3.000 pines

José López Carreño (19/ 08/1959), Jolopca dos palitos, el hijo de Jolopca, es así. Atesora una ingente cantidad de maravillas, en su casa y en su memoria, a las que trata con cariño pero sin reverencia. Y lo mismo te enseña la carta de Miguel Muñoz que el primer libro de fútbol que se publicó en España, siempre con la sonrisa del que disfruta con lo que hace, sin obligaciones, como cuando coleccionas cromos en la infancia, algo que Jolopca intenta seguir haciendo, “pero es que no hay manera de encontrar con quién cambiar”.

Sin duda, gran parte de la culpa la tiene su padre, el ambiente en el que creció, rodeado en Manzanares, de periódicos y fútbol por todas partes. Como todos, empecé a jugar, pero era muy malo”, confiesa Pepe López. Quizás dando  patadas no fuera el mejor, pero el fútbol ha conformado gran parte de su vida, una pasión alentada por los datos, los números, los libros, los pines, los banderines o los pósters, quizás la manera más pura de vivir este deporte. “Me entretengo por las tardes”, explica a su manera Jolopca, cuyo entretenimiento no es cualquier cosa, no es como el que echa la partida en el bar o hace puzzles. El entretenimiento de Jolopca lo ha llevado, entre otras cosas, a ser el tesorero de Cihefe, el Centro de Investigaciones de Historia Estadística del Fútbol Español, un club a la manera de los ingleses, de esos que ponen el foco donde de verdad merece la pena: en las pasiones, las aficiones, y no en el trabajo, donde la gente realiza mecánicamente sus funciones mientras sueña con lo que hará cuando acabe su jornada laboral. “Me buscaron, pero tuve que hacer hasta un discurso”, como si fuera la RAE.

Banderines dedicados y fotos

Es el tesorero en gran medida porque Jolopca dos palitos, Pepe, se gana la vida en un banco, donde lleva trabajando desde que cumplió los 18 años, primero en Manzanares, desde hace bastante tiempo en Ciudad Real. Al principio, alternaba el trabajo con las crónicas para la agencia Mencheta. La primera de ellas, de un Manzanares—Móstoles, que terminó 2-0, el 10 de noviembre de 1971, con 12 años José López Carreño firmó como Jolopca para Lanza. “Luego me case y me cansé, porque todo eso lo hacía gratis, sin cobrar nada”, desgrana. En el Cihefe, Pepe López ha encontrado a bastantes aficionados como él, que se dejan las pestañas por los datos y las historias, porque sus muchas horas echadas por las tardes en Ciudad Real han sido, casi siempre, un “placer solitario”, como hacer versos y otras cosas que decía Gil de Biedma.

Una colección de más de 1.300 libros de fútbol

“Si, la verdad es que si. Apenas hay gente con la que compartir esto que me gusta a mi”, confirma Pepe, que en otros tiempos, y aun ahora, echa en falta “hemerotecas importantes, como en Madrid, donde uno puede consultar un dato que le falta o curiosear sin más”. Con todo, mucho ha cambiado con internet y la digitalización. “Ahora todo es diferente, más sencillo. Antes, te intercambiabas pines por cartas con otros aficionados. Páginas como todo colección facilitan mucho las cosas”, comenta Pepe López, que es, sobre todo, un coleccionista, además de investigador, cuyos artículos pueden leerse en Cuadernos de Fútbol, la revista digital de Cihefe, además de los que ha publicado en Lanza.

Albumes de futbolistas de varias épocas


La colección de José López Carreño se ha ido extendiendo por toda la casa, colonizando espacios, es de suponer que ante la reticencia de los otros habitantes de la misma. “Mi hija está fuera estudiando y le he colonizado la habitación”, apunta con una sonrisa pícara, de esas que te salen cuando no puedes evitar hacer algo. La fabulosa acumulación es variopinta y se esconde por todas las estanterías, los armarios y los huecos de su casa.

La parte principal de una colección que está pidiendo a gritos espacio, la componen los libros de fútbol. Son más de 1.600 de casi cualquier tema. Pasan de 70 los dedicados al Madrid, del Barca hay 26 del Atleti 33, pero hay un buen número casi de cualquier equipo, del Betis al Sporting, del Osasuna al Oberena, del Manchester al Burgos. Pero quizás la mayor parte se dediquen a los Mundiales y las Eurocopas. Ese es el tema predilecto de Pepe López, que lleva una laboriosa estadística de la selección. Tiene casi cualquier dato. En carpetas guarda todos los partidos de la selección, con sus crónicas, estadísticas, afición... Y guarda registro todos los de la liga. Todos menos de uno, del que no encuentra una crónica con ficha, un Hércules-Racing que se jugó el 3 de diciembre de 1939. Casi puede responder a cualquier consulta. Si le dicen una fecha, Pepe puede decirles qué partidos internacionales se han jugado, al menos de las selecciones más importantes, o si les interesa los minutos jugados por alguien en concreto o qué árbitro pitó aquel partido.

Más de 200 banderines

“El primer Mundial que recuerdo con claridad es el de México 70. Desde entonces, sigo con todo el interés los Mundiales y las Eurocopas”, recuerda Pepe López, aunque cuando empezó de verdad a “acumular papeles” fue tras el mundial del 74. Precisamente el primer libro que leyó de fútbol fue el que Pedro Escartín le dedicó al Mundial azteca. “Ahora lo veo y está lleno de errores, pero por entonces era genial tener aquellos datos”, recuerda Pepe López.

Entre los libros, los dos primeros que se publicaron en España sobre el fútbol: Football, Baseball y Lawn Tennis (1912) de Alejandro Barba y el Football Association (1914) de José Elías.

Pero los libros son solo una pequeña parte de una colección que incluye más de 3.000 pines, de equipos y federaciones de cualquier lugar del mundo. “Esta es del Xelajú Mario Camposeco. Y todas estas son de Guatemala”. “¿Si? No sé, son muchas.
“Lo tengo apuntado”, responde y va a buscar sus “fichas” de catalogación, donde por cuadros y filas se van sucediendo nombres que remiten a territorios lejanos, en los que habitan recuerdos, algunos ni tan siquiera vividos: el CSKA, el Santos, la Italia dominadora... conviviendo con la liga hondureña, el fútbol africano o asiático. “En Europa del Este, el metal debía de estar más barato porque las insignias son más grandes”, bromea Pepe.

Hay, además, banderines, “no demasiados, un par de cientos”, y pósters, de equipos y trofeos. Fotos enormes de Carranzas con los colores saturados, el Valencia de la 68/69 y cosas así. Camisetas, no. La afición de José López va más por el papel, comenta él mismo, mientras recomienda libros, descarta otros, aparta algunos para mostrar unas impolutas carpetas blancas con datos diversos.

“Y en el futuro, ¿qué vas a hacer con todo esto?, pregunto. “Mira tú, ¿qué voy a hacer?” Se me ocurren una cuantas respuestas que incluyen secciones en bibliotecas, centros de estudio, mecenas con puro y frac, pero antes de responder, se desliza Pepe a por la carta de Miguel Muñoz, “antes de que te vayas”, y cuando la trae es cuando entiendo que Pepe López, Jolopca dos palitos, no ha ido formando una colección para “entretenerse”, sino que en esas tardes ha ido armando una poderosa máquina del tiempo, hecha con banderines y jirones de Marcas, con pines y álbumes de cromos, que conduce a cada cual al tiempo en el que le era permitido soñar sin compromisos. Y todo eso lo hizo, y lo sigue haciendo, como quien no quiere la cosa, con toda la importancia que tiene, pero sin nada de la pompa y el reconocimiento que parecen perseguir otros, sólo por el hecho de jugar, la actividad más seria a la que puede dedicarse un hombre, aunque no todos lo sepan.

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