Cartel principal anunciador del monumento al Tour de Francia |
En reciente incursión por el país galo, en las cercanías pirenaicas francesas, tuve ocasión de volver a Bagnères de Luchon, localidad fronteriza a la que se accede después de pasar el túnel de Vielha y de subir el Portillon, un puerto nada despreciable si se hace en bicicleta para desembocar finalmente en esta preciosa población termal, con un bonito estanque en sus céntricos jardines, un boulevard de magnífico ambiente para el ocio y la gastronomía y, lo que es más importante, sede de llegada del Tour en numerosos momentos históricos.
En el balcón principal del Ayto. de Bagnères |
Fachada del Ayto. de Bagnères de Luchon |
Por eso allí se le da protagonismo a esta prueba, se adorna la fachada principal de su Ayuntamiento con motivos ciclistas y se exaltan a los ganadores de etapa como mitos de una población que los festeja y adora especialmente. Y entre ellos, pude comprobar como nuestro paisano Fernando Manzaneque ocupaba uno de esos carteles gigantes como vencedor en 1967.
Cartel con Manzaneque vencedor en 1967 |
Pero no sólo este ejemplo delata la afición francesa por la bicicleta. En una de sus estupendas Áreas de Servicio, en plena Autopista A-63, que atraviesa de Este a Oeste la franja meridional, hay un monumento que pone en evidencia estas apreciaciones sobre el valor que se otorga a la cultura ciclista en el país vecino.
En un círculo mágico, bordeado por una colección de carteles explicativos y
dentro de un entorno verde y húmedo casi todo el año, se alza un diseño
escultórico que tiene por finalidad homenajear a la mayor prueba por etapas del
ciclismo mundial. El monumento fue inaugurado en Junio de 1996 por Jean-Claude
Killy, antiguo campeón de esquí y en esos momentos Presidente de la Sociedad
del Tour de Francia, por Jean-Marie Leblanc, Director General del Tour y por
Jean-Claude Quyolet, Presidente de las Autopistas del Sur de Francia.
El primero de los carteles resume y sintetiza el sentido que se le quiso
dar a esta conmemoración con las siguientes palabras: “El Tour de Francia dio a conocer nuestra cadena montañosa en el mundo
entero. Repetido desde 1910 la ascensión a sus puertos por los campeones
internacionales del ciclismo provoca una emoción siempre nueva. La leyenda
ciclista de los Pirineos ha nacido. Ella queda reflejada en algunas etapas
alrededor de una escultura monumental que ensalza el extenso panorama montañoso
dibujado en perspectiva. Esta obra plasma en su contenido los mejores momentos
de la prueba”.
Sobra comentar el alcance de estas intenciones y la sola contemplación del
conjunto, su peculiar ubicación y la descripción de las personas y técnicos que
contribuyeron a su diseño y realización denotan suficientemente el aprecio que
la sociedad francesa tiene por uno de sus deportes de referencia.
Visión general del enclave |
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