lunes, 14 de diciembre de 2009
LUCES Y SOMBRAS
El partido del sábado en Mestalla puso de manifiesto una notable mejoría en el juego y en la solvencia como equipo del Real Madrid de esta temporada. Si en el enfrentamiento con el Barcelona ya avisó de sus posibilidades reales, dejando una buena impresión, pero no culminando con goles su planteamiento y sus oportunidades, en el partido en Marsella frente al Olimpique, ratificó esa escalada hacia la consolidación como colectivo, que es, en definitiva, lo que le permitirá dar una imagen de equipo grande.
Y todo porque en el fútbol, deporte primitivo como refiere Valdano acertadamente, como en la vida, las prisas y las decisiones improvisadas nunca son buenas. Se hacen proyectos que luego se desvanecen a las primeras presiones del periodismo más visceral y fagocitario, que desde hace décadas influye en el comportamiento de las instituciones deportivas o de un graderío que no perdona los necesarios periodos de adaptación que todo grupo humano, por mucha calidad que posea, necesita para conformar un equipo en su expresión más auténtica.
Pues bien, el Real Madrid demostró el sábado ante el Valencia no sólo que va siendo el equipo que se desea, sino que reunió las notas características que han distinguido al club durante toda su trayectoria desde su fundación: juego directo, personalidad y agallas defensivas ante un ambiente hostil, calidad en el control y distribución del juego y eficacia rematadora, amén de no dar por perdido el encuentro a pesar de que el empate hubiera podido ser un buen resultado a priori. No fue así, el Madrid silenció con autoridad finalmente a ese público valencianista que desde hace años ya lo considera como su principal enemigo y hacia el que muestra una animadversión lejana a aquellos años 60 y 70 cuando le ofrecían ser sede local de sus partidos europeos si el campo madridista estaba inhabilitado por alguna circunstancia o sanción.
Y ahí estuvieron las sombras. Una por la desdichada lesión del central madridista Pepe, el mejor jugador defensivo con que cuenta el equipo y que lamentablemente será baja para el resto de la temporada. Si el Madrid juega bien sin Kaká y sin C. Ronaldo, también debe hacerlo sin Pepe, pero está claro que con todos ellos su potencial sería mejorado.
Por otro lado, vimos en ciertos reportajes en off de alguna cadena televisiva, la triste realidad que preside el fútbol como espectáculo entre bambalinas. Un niño, que apenas llegaba a la adolescencia, arremete contra el portero madridista Casillas, mediante insultos y tópicos de mal gusto, ante la presencia permisiva de su padre y del coro de adultos que ejemplifican la cara más soez e impresentable de este espectáculo. ¡Qué vergüenza de situación! Que nuestro internacional guardameta se viera obligado a llamarle educadamente la atención en su propio campo a ese aprendiz de energúmeno, lo dice todo. Ahora no nos extrañaría que alguien hiciera una llamada para que desde la escuela se enseñe a esos niños a comportarse adecuadamente en los estadios. Y si no, al tiempo.
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