miércoles, 31 de mayo de 2017

HÉCTOR EN LA ORBEA GRAN FONDO 2017 VITORIA-GASTEIZ



El reto de los deportistas aficionados está en conseguir la propia superación o en alcanzar objetivos que reporten valor a la práctica y satisfacción por el logro, además de los beneficios propios de toda actividad física en el contexto de una sociedad con tendencia al sedentarismo. A diferencia de ello, los profesionales están atrapados en las cada vez más exigentes marcas y tiempos, en calendarios  saturados de pruebas que apenas les permiten recuperar y en la respuesta a la confianza de sus patrocinadores o dueños a expensas de que si su rendimiento es bajo les retiren total o temporalmente su apoyo o reduzcan sus salarios y primas.



Héctor ha entendido que está entre el primer grupo desde un principio y, afortunadamente, nada le ha hecho plantearse esa otra posibilidad. De ahí que pese a competir en pruebas como el Open de C. Real, en el que ya triunfó el pasado año, sigue en el actual como líder momentáneo. Pero ello no le impide hacer incursiones en pruebas que le resultan atractivas tanto por el paisaje en el que se desenvuelven, como por el tipo de reto deportivo que le plantean.

Este mismo fin de semana ha marchado hasta Vitoria, la capital alavesa, para participar en la Orbea Gran Fondo 2017, una prueba cicloturista de carretera que discurre por tierras de esa comunidad vasca y que consiste en un recorrido de 180 kms. con seis puertos de montaña de notable desnivel. Su reto era terminar en el menor tiempo posible, dado que no existen clasificaciones y únicamente se otorgan tres tipos de diplomas en función de las horas transcurridas desde la llegada del primer participante hasta el cierre del control. Entre 5 y 6 horas de oro, entre 6 y 8 horas plata y más de 8 horas bronce.



Héctor lo realizó en 7 horas 15' por lo que obtuvo el diploma de plata. Pero lo importante es lo señalado en el inicio, afrontar el reto como superación personal y lograr terminar para propia satisfacción. El resto viene por añadidura, como bien saben todos los deportistas, pues se conocen nuevas tierras y rutas, se hacen nuevos amigos y se mantiene vivo el interés por la mejora de la propia condición física y la motivación para entrenar y estar en la mejor forma posible. Enhorabuena.

RUTA AL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA

SÁBADO 27 DE MAYO DE 2017

Plaza de Alcázar con el socavón
Tras una espectacular rotura de la conducción de agua en pleno centro de Alcázar, que acaparó la información por vía de las redes sociales la noche anterior, comprobé a la mañana  siguiente el socavón gigante que había en mitad de la Plaza al tiempo que me dirigía a la casa familiar a recoger a mi hermano Luis Miguel que, a la postre, fue el único acompañante fiel para este viaje.

La primera sorpresa tuvo lugar porque no solo no estaba preparado, sino que no contestaba al móvil ni daba señales de vida. Como me temía, me lo encontré roncando a pierna suelta y con la mochila sin preparar. Tras despertarlo un tanto bruscamente, salí a la calle para observar el desaguisado de la inundación y me topé con Juan Garrido, que me llamó la atención desde donde se encontraba, en medio del volcán de agua y barro, exhibiendo una mezcla de irónica sonrisa  y preocupación. Aqualia sigue cavando su propia fosa ante la opinión pública alcazareña. Otros concejales del equipo de gobierno local deambulaban por la zona como almas en pena.

En el cruce de Solana del Pino
Salimos, por fin, pasadas las 9 horas y llegamos hasta Daimiel a tomar un café. Luis Miguel conduce a partir de ahí el coche y le va tomando el pulso a la tarea al tiempo que se despereza de la modorra nocturna que lo embargaba. Pasamos por C. Real, Puertollano y finalmente llegamos a  Mestanza. A la salida de esta población me preparo para comenzar mi andadura ciclista. El trazado de inicio es favorable con una bajada casi continuada hasta el Embalse de Montoro. Desde allí hasta Solana del Pino se inicia una ascensión suave pero constante.

Luismi va parando donde se le ocurre, sin mucho criterio ciclista, lógico porque es la primera vez que hace este tipo de tarea. Le hago ciertas observaciones para facilitar la mejor coordinación. Paramos a la salida de la variante que rodea la población de Solana y repongo agua, que va a una temperatura excelente dentro del bolso nevera. A partir de aquí nos adentramos en un terreno para mí desconocido. Es el comienzo de la ascensión y paso a Sierra Madrona, en cuyo puerto alcanzamos el punto más alto de la salida, 960 m.           
En el puerto de Sierra Madrona

Solana del Pino al fondo del valle
Continuando la ruta comenzamos la bajada y nada más entrar en la provincia de Jaén la calzada se deteriora 
hasta el extremo de plantearme la renuncia a continuar sobre la bici por los numerosos baches y descarnamientos del firme que ponen en peligro la estabilidad y la posible avería de algún componente de la máquina. Afortunadamente son solo unos cuantos kilómetros y poco a poco va mejorando lo suficiente como para desistir del posible abandono. Además el trazado, sin ser llano, no alcanza grandes desniveles y va serpenteando entre subidas y bajadas que se hacen llevaderas y breves.

Calzada deteriorada en Jaén

A lo lejos se divisa el el Embalse del Jándula y cuando la carretera mejora en su asfalto considerablemente, los árboles que la jalonan en sus orillas, encinas, quejigos, alcornoques, carrascas y chaparros proyectan una agradable sombra al tiempo que rebaños de ciervos se ocultan tras la tela metálica de las vallas y el lince ibérico se hace presente en los numerosos carteles alusivos a su presencia y protección sin que llegásemos a ver ningún ejemplar en vivo. 
Cartel avisando de ciclistas

También destacan enormes carteles que avisan de la posible presencia de ciclistas para que los demás vehículos tengan precaución. Buena medida de los responsables de la Junta de Andalucía que, sin embargo, contrasta con la penosa situación del estado general de este tipo de carreteras que se muestran semiabandonadas y necesitadas de una urgente inversión reparadora.

En torno al kilómetro sesenta se divisa al fondo la majestuosa mole del Santuario de la Virgen de la Cabeza, a cuyo pie aparecen unas cuantas edificaciones a modo de poblado. Son las casetas y los locales de las hermandades y cofradías, los bares y restaurantes que han surgido al calor de la impresionante romería que cada año atrae a miles de personas en peregrinación y que acababa de celebrarse unas semanas antes. 

Llegando al Santuario de la
Virgen de  la Cabeza

Ahora el ambiente está menos concurrido pero no por ello solitario. En uno de los locales se anuncia con letras gigantes sobre la fachada: “Comunión de Juan”, lo que da lugar a pensar lo que en él se cuece. También son numerosos los jinetes que recorren las inmediaciones a la grupa de caballos que trotan con suave galope.


Habíamos agotado las reservas de agua y parte de los bocadillos. La llegada a la Hospedería del Santuario sobre las 3:15 de la tarde tras 75 kms. de pedaleo no me ha supuesto un esfuerzo excesivo y la ducha reparadora, la amable hospitalidad que nos proporciona Eva, la recepcionista, y el descanso necesario en la habitación, solo alterado por los ronquidos insufribles de Luismi, contribuyen a devolver al cuerpo su tono habitual.

DATOS TÉCNICOS:

Distancia: 75 kms.
Tiempo de pedaleo: 3 h. 41’ 49’’
Veloc. Máx.: 61 k/h.
Veloc. Med.: 20 k/h.
Calorías: 1845

Con Diego en el centro de Andújar
Tras la siesta ya mencionada bajamos hasta Andújar a bordo del coche en busca de los dos objetivos sociales de la salida. El primero era saludar al Padre Reyes Castaño, el trinitario que nos tutorizó en los años de escolaridad infantil. El segundo, contactar con mi excompañero y amigo Diego Santaella, iliturgitano que pasó por Alcázar tiempo atrás y también aficionado ciclista que nos acompañó e invitó a unas cervezas en el céntrico bar Ciro’s,  justo al lado del lugar donde tienen la casa y colegio los PP. Trinitarios.

Luego decidimos comer algo en una de las terrazas cercanas que se encontraban muy concurridas y animadas con motivo de ofrecer en sus televisores el partido de fútbol de la final de la Copa del Rey, que estuvimos mirando de soslayo y que finalmente no terminamos de ver, para emprender el viaje de retorno al Santuario pensando en la intrincada carretera que nos esperaba con las luces nocturnas.

DOMINGO 28 DE MAYO DE 2017
  
Tras una noche narcotizado por un miolastán para poder soportar los ronquidos de Luismi, llegó la madrugada y el perturbador ruido que no cesaba. A las 8:15 forcé la diana encendiendo la luz de la habitación y preparando el atuendo para una nueva jornada ciclista.

Con el P. Reyes en Andújar
Durante el desayuno en la cafetería de la Hospedería abordamos a un trinitario que nos dijo que encontraríamos al P. Reyes si insistíamos llamando al timbre de la puerta principal. Después de recoger y fotografiarnos ante la fachada del Santuario, emprendimos el descenso y en poco más de tres cuartos de hora llegamos a las calles de Andújar que recordábamos bien de la tarde anterior.

Volvimos a llamar y apareció por fin el ya nombrado fraile trinitario, que no me reconoció de inicio y que tras identificarme y con la inmediata presencia de mi hermano, se volcó en atenciones, recuerdos, vivencias y otros comentarios que nos llenaron con gran rapidez el escaso tiempo que pensábamos dedicarle a la repetida visita. Al fin, se empeñó en regalarnos una muestra de su producción artística dándonos a elegir alguno de sus cuadros. Cada uno nos inclinamos por los que nos resultaron más significativos.

Con Luis Miguel ante
 la fachada del Santuario
Salimos en dirección a Marmolejo con algunas dudas debido a instrucciones equívocas del GPS, que aumentaron con motivo de unas obras en dicha ciudad que tenían cortado el tránsito señalado. Eran pues las 11:30 horas cuando inicié la segunda etapa ciclista sin tener muy claro donde la daría por finalizada al ser un itinerario desconocido y realizado por vez primera en todo el recorrido.

Atravesamos el Embalse de Yeguas sobre el río Guadalquivir para continuar serpenteando en un incesante sube y baja por la Sierra de Cardeña arropado por encinares, carrascas y quejigos en unas dehesas inmensas que acogen a rebaños de vacas, toros y cerdos que se alimentan ahora del seco pasto que les rodea. Al llegar a Venta del Charco vuelven a aparecer los cartelones que indican precaución por el paso de ciclistas, otros de protección del lince ibérico y uno más que anuncia el comienzo del Parque Natural de Los Pedroches, de cuyas bellotas no solo se nutren los cerdos sino los refranes que las comparan con los más estimados pezones femeninos.

Cartel protector del lince ibérico


La llegada a Cardeña y la conexión con la N-420 en dirección Puertollano marca una sucesión de bajadas con buen asfalto y amplio arcén que permite un pedaleo fluido y rápido hasta llegar a la desviación a Fuencaliente que se culmina con una brusca subida de 1,5 kms. con un considerable desnivel que se aprecia a lo lejos como si hubieran colgado las casas en la ladera de las sierras. Buen final para dar por terminado el recorrido dadas las circunstancias y el tiempo, puesto que nos dieron las 14:30 cuando paramos ante el cartel de la entrada dando por concluida la etapa ciclista donde Luismi había aparcado el coche.

Con el ganado pastando en las dehesas



DATOS TÉCNICOS:

Distancia: 55 kms.
Tiempo de pedaleo: 2 h. 33’ 10’’
Veloc. Máx.: 58 k/h.
Veloc. Med.: 22 k/h.
Calorías: 1473

Cambiado de ropa y listo para la comida nos dirigimos al Bar “Robleo” por indicación de Diego que había pasado por allí como cliente y amigo en su etapa docente. Acertamos de pleno dado que, Alfonso, su dueño, nos preparó un menú casero compuesto de ajoblanco seguido de cochinillo cochifrito que nos resultaron manjares especiales.

Bar Robleo en Fuencaliente

La tranquila soledad del local contribuyó aún más al éxito de la velada solo alterada por el volumen del televisor que emitía los ecos del triunfo azulgrana de la noche anterior a los que, afortunadamente, daba la espalda por mi ubicación como si de un designio feliz del destino me ausentara de esas imágenes.  Tiene miga que un Club con vínculos independentistas, apoyo de la Esquerra Republicana, con varios defraudadores al fisco entre sus filas y una parte notoria de su afición pitando al himno de España, se proclame Campeón de la Copa del Rey de ese mismo país. ¡¡¡Qué país!!!