miércoles, 21 de junio de 2023

I.C.C. MACUTILLO 2023 "SIERRA DEL SEGURA"

1ª ETAPA

VIERNES 16 DE JUNIO DE 2023

DATOS TÉCNICOS

ITINERARIO: LETUR – SOCOVOS – CALASPARRA – LAS MURTAS – ULEA – CAMARA – CEHEGIN

DISTANCIA: 71 Km.

DESNIVEL: 835 m.

TIEMPO: 3 h 41’ 40’’

VELOCIDAD MEDIA: 19 k/h

CALORIAS: 1.289 kcal.



Apareció Petrosian con su Volvo, por primera vez para estos viajes, como portador de las dos bicicletas hasta Tomelloso donde aguardaban el carrito, Giuliano y Bernard para partir hasta La Solana, con transbordo mediante, donde nos esperaba Malaño con su histórico y fiable FIAT que nos llevaría al punto de arranque ciclista en Letur, ya tierras albaceteñas.

Largo viaje por rutas conocidas que pasan por Infantes, Villahermosa, Villanueva de la Fuente y Alcaraz, para adentrarnos poco a poco en la sierra por Salobre, el Puerto de las Crucetas, Riopar, Molinicos, Elche de la Sierra y, por fin, Letur, la cuna de crianza de la cantante Rozalén.

Aparcado el FIAT en un hueco cabal de Letur a vuelta de la Plaza Mayor y al lado de una fuente seguida de un pilón que presagiaba su uso al regreso como improvisado lugar de refrescante aseo, nos acercamos a un cercano bar para tomarnos un café cuando ya era hora más propia del aperitivo y desde allí iniciamos la marcha ciclista sobre las 13 horas.

Atravesamos Ferez y Socovos para acercarnos hacia Calasparra que se quedó a unos tres km. En ese trayecto abundaban las esparragueras en las cunetas y algunos espárragos tardíos que aún no se habían florecido. Demasiado lejos para dedicarle una jornada esparragueril el próximo año en su momento álgido.

Pasamos también por pequeñas aldeas, mencionadas en el itinerario, que aparecían entre los numerosos ascensos y descensos que salpicaban la ruta. Cerca ya de Cehegín divisamos la panorámica de Moratalla a unos 3 km. que, como un “gato al sol dormido eternamente, se enrosca dibujando la curva del cerro en que descansa, la ladera escarpada que da altura a sus casas…” (Texto tomado del libro “Gato al Sol”, pág. 15 de Paco Morata).

Y llegamos a Cehegín y atravesamos su Gran Vía para desembocar en la carretera hacia Murcia y desviarnos a la derecha para llegar al albergue de La Estación, lugar recuperado por una Escuela Taller y parada estratégica en la Vía Verde del Noroeste de Murcia.



Sin embargo, el albergue nos deparó algunas carencias e incertidumbres: no había toallas, no había llaves, no estaba el gerente, no funcionaba el bar ni la restauración y poco sabíamos del resto de clientes, si es que los hubiere. En mi peculiar catalogación turística lo situé como un peldaño superior a la fraternidad de la lona que preside nuestras estancias en los campings considerándolo como de camaradería cuartelera o de residencia estudiantil con sus literas, los espacios mínimos y la convivencia estrecha y libre de intimidad y de prejuicios.

Pero este I.C.C. todo lo asume y saca fuerzas de flaqueza tanto en lo físico como en lo anímico y, como dijo el gitano del chiste: “No siga usted Padre, que yo en comiendo, se me quitan todos los males”. Y nada hay más gratificante después de una ducha y un cambio de ropa que salir en busca de unas refrescantes cervezas que tomamos en una de las plazas del casco antiguo tras recorrer algunas de sus calles y edificios más notables, no sin antes solucionar el problema de una de las ruedas de la bici de Petrosian que, pese a estar tubelizada, perdió aire y tuvo que comprar una cámara y solventar un nuevo pinchazo.

Animados por una camarera simpática y atenta tomamos un aperitivo nocturno en una terraza situada en una encrucijada pintoresca en una de cuyas edificaciones antiguas se encuentra el Hospital de la Piedad, aún en uso, en donde asomaba al balcón uno de sus pacientes con pijama. Desde allí regresamos hacia el albergue por las callejuelas iluminadas y Giuliano y Petrosian fueron a la Gran Via a completar su noche con unos cubatas y Fontaine se dejó caer en la litera cuartelera bajo los efectos del Lorazepam que lo aisló de manera casi fulminante del mundo consciente.

Nos despertaron unas voces madrugadoras que se quejaban de un bicho cuyo ruido había perturbado el descanso. Al final se desveló que dicho ruido obedecía al intenso castañeteo de dientes que el bruxismo de Petrosian le produce y cuyo remedio es una férula que se dejó olvidada.

Ya no hubo más novedades y la familia del encargado no apareció por el albergue a la mañana siguiente por tener que acudir a una celebración.

2ª ETAPA

SÁBADO 17 DE JUNIO DE 2023

DATOS TÉCNICOS

ITINERARIO: CEHEGÍN – CARAVACA DE LA CRUZ – MORATALLA – EL SABINAR – PUERTO DE LOS ÁLAMOS – LETUR

DISTANCIA: 81 km

DESNIVEL: 1.461 m

TIEMPO: 5 h 03’ 16’’

VELOCIDAD MEDIA: 16 km/h

CALORIAS: 2.080 kcal



Con la nula oferta gastronómica del albergue nos vimos obligados a buscar el desayuno en uno de los locales abiertos en la Gran Vía de Cehegín que ya estaban ocupados por un personal tempranero, con aire descuidado y seguramente ajeno a la marcha de la noche previa.

A las 8:30 iniciábamos la ruta en dirección a Caravaca de la Cruz siguiendo el trazado paralelo a la Vía Verde del Noroeste por la que deambulaban ya algunos ciclistas de MTB y atravesamos un frondoso túnel vegetal formado por hileras de gigantescos árboles que proporcionan una sombra tupida con escasos resquicios.

Nos presentamos en la conocida y santificada ciudad de la Cruz, lugar laboral de Giuliano en tiempos pasados y nos fotografiamos en su céntrico templete de columnas, edificio barroco construido en 1762 y que pone fin a la espléndida alameda que en él desemboca.

A partir de la reanudación de la ruta todo fue un sube y baja de distinta consideración frente a escarpadas paredes de roca, inmensos pinares y abundante verde vegetación. Nada que se pareciera a nuestras llanuras manchegas.

El calor y el cansancio junto a la falta de una dieta más consistente nos obligó a una parada en el punto casi intermedio y único existente en medio de la nada en donde había un bar. El lugar era El Sabinar, dada la abundante de este árbol en sus inmediaciones.

La terraza del bar quedaba acogedora entre las parras vegetales y las lonas que impedían al sol traspasarlas. Petrosian aprovechó para arreglar el pinchazo que arrastraba desde el día anterior y el resto nos fuimos acomodando en uno de los rincones al frescor del toldo y de las cervezas que entraban por nuestras gargantas como agua en acequia.

Los montados de lomo que nos sirvió la recia camarera serán difíciles de olvidar por su sabor y por reponer los nutrientes que necesitábamos para llegar al destino. Con una calzada en irregulares condiciones y una subida exigente alcanzamos el Puerto de los Álamos cuya cima fue el reto ciclista más importante de la etapa y desde allí, sube y baja continuados hasta llegar a Letur que nos esperaba con escaso personal en sus calles y con el pilón frente al coche invitándonos a un chapuzón espontáneo.

En uno de los bares de su Plaza Mayor, con el ruido de fondo de una fuente también con pilón, tomamos otra ronda de cervezas mientras un grupo de turistas entrados en años recorrían las callejuelas cercanas.

De regreso al coche para llegar a La Solana, donde hicimos el cambio de vehículo y tomamos la última consumición en El Cangrejo, un reducto nostálgico del franquismo decorado con toda la parafernalia de imágenes del fascismo español más rancio y hasta con el esperpéntico montaje de la imagen del general Franco de joven con una camiseta del Real Madrid y las bandas de Adidas. De todo lo demás mejor ni comentar porque se cae por su propio peso.

Desde La Solana y ya con el KIA de Giuliano llegamos al Tomelloso cuando la luz declinaba y un rato más tarde, con el VOLVO de Petrosian, hasta Alcázar, dando por concluida felizmente esta nueva aventura ciclista.