martes, 5 de diciembre de 2023

CIERRE EN BUCLE POR RUIDERA DEL I.C.C.

La última convocatoria del año ciclista del ICC ha tenido lugar el pasado domingo 3 de diciembre de 2023 partiendo desde Ruidera pueblo, en donde los cuatro ciclistas participantes y las dos donnas senderistas, confluyeron a primera hora de la mañana para acometer las correspondientes rutas.

Una vez aparcados los vehículos frente al Victoria, lugar previsto para el posterior almuerzo y ataviados ciclistas y senderistas para afrontar sus retos, en mañana fría y húmeda, Mª Paz y Pepy dieron el simbólico pitido de salida mientras sus cámaras captaban el momento y a continuación iniciaban un camino que, partiendo frente al célebre paraje del Hundimiento, recorre las lagunas por su margen derecha.



Los cuatro ciclistas, Bernard, Malaño, Fontaine y Petrosian, pedaleaban con cierta parsimonia en un marco de tierras escarchadas por los primeros hielos de la temporada, con ligeras ondulaciones de una carretera desierta que conduce hacia Osa de Montiel y cuyo arcén no permite su uso debido al mal estado del mismo. Pese a ello, dado el escaso tráfico de otros vehículos, entre los que únicamente se advertían algunos grupos de ciclistas y los incombustibles moteros que acuden siempre al olor de las curvas, el cuarteto del ICC comenzó a relevarse en un orden disciplinado y eficaz.



La niebla se añadió por momentos y tramos al gris paisaje y los ciclistas tuvieron que abandonar las gafas, en el caso de Fontaine por olvido, para facilitar la visión ante el empañado constante de las mismas. La moquita de la nariz resulta ser otra de las compañías que no te abandonan durante el recorrido, pese a los intentos por controlarla o hacerla desaparecer. Es duro el pedaleo en estos días ya casi invernales.

Llegados a las inmediaciones de Ossa de Montiel, los ciclistas tomaron la CM-3123 en dirección hacia la CM-313 en cuyo cruce iniciarían un bucle de vuelta al punto de partida. La ruta seguía escasa de vehículos y trazada en un sube y baja de poca intensidad en el que solo Malaño notaba su falta de actividad acometiendo las subidas. El paisaje alternaba su carácter estepario con la vegetación de encinas y sabinares salpicadas, que dejan entre sí grandes espacios abiertos, cubiertos por diferentes especies arbustivas, en general de porte bajo y con predominio de formas almohadilladas o hemisféricas, como respuesta a las condiciones climáticas.

Llegados a la confluencia de la N-430 a escasos kms de Sotuélamos hicieron una pequeña parada ante un cartel de chapa rectangular de no más de 2 X 1 m. que condensa gráficamente el escaso respeto por el patrimonio común que existe en España. La chapa contiene, además de un croquis de la zona que alude al Campo de Montiel y Sierras de Alcaraz, varios grafitis y un numeroso grupo de impactos de bala cuyos agujeros se deben a un momento de diversión de algunos desaprensivos cazadores. Para remate, el terreno cercano está salpicado de todo tipo de restos de basura como ocurre en casi todas las cunetas de nuestro país.



Reemprendieron la marcha nuevamente girando a la derecha por la N-430 que en ese tramo si goza de arcén transitable, llegando de nuevo a Ossa de Montiel para tomar un café que a punto estuvo de abortarse por cierre del personal que recogía y limpiaba los restos de la jornada anterior. Mereció la pena el café con leche y el exquisito bizcocho de coco que lo acompañó. Con este aporte calórico y calorífico llegaron hasta Ossa circunvalando su contorno y subiendo las rampas que conducen primero al monumento a la bicicleta, ahora vallado y protegido, y más adelante a la AB-612 que poco a poco va transformándose en camino asfaltado en los márgenes de las primeras lagunas y cuyo paisaje invita a su contemplación en cualquier época del año. Así se pasa por la Cueva de Montesinos, la Ermita de San Pedro y por todas las zonas de recreo de este paraje.



El único punto negativo fue contemplar el progresivo descenso del agua en las lagunas más altas, algunas de las cuales como la Redondilla están al borde de la sequía y otras como la Lengua muestran su descenso descubriendo sus farallones de roca caliza. El tráfico se intensificó algo en este recorrido, pero nada comparado con el tiempo primaveral o veraniego cuando los visitantes son legión.



Y así, a un ritmo cómodo y placentero llegamos al punto de salida donde las donnas nos esperaban tras sus ocho kms a pie, solazándose en el porche del Victoria cerveza en mano, antes de dar paso a la comida que resultó grata y satisfactoria dentro de los límites que se le pueden exigir al establecimiento. Brindamos por el ICC, por la recuperación de Pepy y por las ausentes Luci y Pilar que no pudieron acompañarnos por sus inevitables obligaciones familiares así como por Giuliano, quien se debate entre la pereza ciclista, el aprendizaje del idioma ruso y sus guardias laborales que únicamente le dan para matar sus ratos libres restaurando piezas de anticuario y relojes de otras épocas.



El Club se reunirá en su tradicional velada festiva el 3 de enero y volverá a hacerlo el 3 de febrero en otra actividad gastronómica auspiciada por Fontaine y Pepy en torno a un puchero de judías al amor de la lumbre de encina. ¡Buen provecho! Que dijo el carmelita…

BAUTISMO MADRIDISTA

Qué mejor ceremonial que asistir a un partido en directo en el transformado Estadio Santiago Bernabéu para satisfacer un deseo largamente acariciado. Todo empezó como un juego, como un interés que fue creciendo de forma paulatina pero incesante. No por culpa de mi apasionado madridismo. Puedo dar fe que mis tres nietos han ido forjando ese seguimiento en un ambiente propio, con primos y amigos escolares, y que mi influencia ha sido meramente complementaria.

Desde hace bastantes meses les prometí que algún día visitaríamos el Bernabéu para asistir a un partido. Es la forma de disfrutar realmente de su ambiente. Me pedían también hacer el Tour, visitar la Tienda, etc. pero yo los fui convenciendo de que la auténtica experiencia es ver un partido.

Puesto en contacto con mi primo Pedro, socio y abonado del Club merengue, le plantee la posibilidad de hacer realidad este sueño. Las condiciones eran complejas. Había que elegir un partido de poca trascendencia, un horario adecuado y conseguir que el resto de sus familiares renunciasen a su plaza ese día. Todo lo gestionó con generosidad, rapidez y eficacia en el momento que advertí que se daba la posibilidad de ver al Granada C.F. en partido de Liga el sábado 2 de diciembre a las 18:30 horas.

Cuando me comunicó que los abonos estaban disponibles lo puse en conocimiento de los niños. La primera en reaccionar fue Martina, a quien se le humedecieron los ojos de alegría nada más conocer la noticia. Después sus hermanos mellizos saltaban de alegría y pensaban ya qué ropa se pondrían para acudir al estadio. Ese día previo fue una constante alusión a los jugadores que verían, a saber si con su traje madridista pasarían o no frío y, en definitiva, a vivir en su propia fantasía todo aquello que pasa por la mente de un niño antes de vivir un acontecimiento deseado.

Y llegó el gran día. Nietos y abuelos salimos por la mañana cómodamente en nuestro Honda CRV camino de Madrid para llegar hasta el parking de El Corte Inglés de Castellana, por cercanía al Bernabéu y como punto de encuentro con mis primos Pedro y Elena que llegarían desde su casa en Rivas Vaciamadrid. Todo se consumó según lo previsto y a mediodía nos dispusimos a disfrutar del ambiente prenavideño que rodeaba al centro comercial referido y a su propia oferta interior con la precaución de intentar protegernos en lo posible de los cantos de sirena del consumismo y limitarnos a decir:

- ¡Cuántas cosas no necesitamos!

Después una comida grupal en El Capataz, que nos atendió espléndidamente, y cambio de parking para aproximarnos al máximo a las inmediaciones del Estadio. El tiempo en Madrid vuela y la intención era que los peques vivieran todos los prolegómenos y rituales para empaparse de su ansiado objetivo. Todo les llamaba la atención: los puestos callejeros de bufandas del partido, que venden a 10 euros antes de comenzar y a 5 al terminar, los puestos de pipas Arias, de cuyas almendras y avellanas dieron buena cuenta, los disimulados intentos de venderte entradas de los reventas y, en suma, de esa marea humana incesante que aumenta por momentos en los alrededores pese a que aún quedaba una hora para el comienzo del partido.



Una vez pasados el cacheo y el control digital de los abonos, el momento más deslumbrante fue cuando se asomaron a la escalera desde donde se divisaba el césped como una alfombra cuyo tapiz se encontraba en perfectas condiciones. Las gradas aún no se habían llenado y los jugadores no tardaron en salir a realizar el riguroso calentamiento. Ya todo eran preguntas sobre la identidad de los protagonistas. Si Luca Modric jugaría o no. Que dónde estaba Bellinghan. Que si Lunin era tan bueno como Kepa o Curtois, y así sin parar hasta que a pocos minutos del comienzo la megafonía lanzaba los primeros compases del Hala Madrid… y nada más, cuya letra es obra de Manuel Jabois, periodista de postín y madridista empedernido.

Todo un espectáculo que quedó grabado en un breve video que muestra a las niñas Martina y Leticia, a José y al primo Pedro, entonando el singular canto al que se sumó el abuelito Justo con notables y desafinadas voces. A partir de ahí el protagonismo lo fue asumiendo la Grada Blanca que, ubicada tras la portería del fondo sur, orquestaba sus innumerables coreografías iniciadas por un personaje que, megáfono en mano, enardece a su público cuando decae el ánimo y mantiene la tensión necesaria en un encuentro que, en lo futbolístico, no ofreció gran cosa si salvamos los magistrales pases de Kros y los dos buenos goles que marcaron Brain y Rodrygo para cumplir con el compromiso de ganar al penúltimo clasificado que hizo honor al puesto en la tabla.

Prueba de lo anterior es que el público coreó el nombre de Courtois que se encontraba en uno de los palcos a escasa distancia nuestra y al que pudimos ver con relativa cercanía y al que mis nietos querían acercarse a saludar.
¡Qué chiquillos!

En un futuro llegará la resaca. Cómo lo han digerido y qué tipo de emociones seguirán acumulando cuando el paso del tiempo filtre sus recuerdos. Leticia me comentaba que no se podía creer que estuviera donde estaba. Martina era toda una sonrisa de felicidad que le brotaba espontánea y José observaba todo con su peculiar y divertida interpretación de cuanto le rodea. El abuelo había cumplido su promesa y celebrado uno de los momentos que acariciaba desde hacía tiempo y que sella la transmisión a sus herederos de una de sus pasiones más reconfortantes.