sábado, 9 de mayo de 2020

"POR SI ACASO" DE ALFREDO MATILLA



PORTADA DEL LIBRO

En estos días de trágica incertidumbre por el coronavirus tienen también lugar noticias satisfactorias, apariciones inesperadas y motivos para congratularse. Entre esta ola positiva se encuentra la puesta en escena del libro del periodista y amigo Alfredo Matilla, cuyo contenido he tenido la oportunidad de leer, casi de un tirón, los pasados días.

Lo primero que me gustaría comentar es que la figura humana y profesional de Alfredo no me permite ser rigurosamente objetivo, porque lo conozco desde crío, como compañero de clase de mi hija Alba, porque también contribuí como padre colaborador en su formación deportiva iniciándolo en el voleibol, junto al resto de colegiales del Colegio Picasso y porque siempre me prestó su colaboración, en especial cuando le pedí que sustituyera a su ahora colega T. Roncero en la presentación de mi libro Del Orujo a Chamartín, que mostraba la biografía futbolística de mi padre. De eso han pasado la friolera de catorce años y basta contemplar las fotos de ese día para hacerse una idea.



Alfredo era entonces un recién titulado en periodismo que no rehuía los retos que se le presentaban porque ya había conseguido gestionar adecuadamente el magma generado en su interior entre ilusiones, emociones y desencantos. No sin dolor, sin duda. Toda esa ebullición personal es lo que ofrece ahora en este libro, en el que aborda sus notas biográficas de modo creativo y valiente, salpicado en lo formal de ironías e hipérboles dentro de contundentes afirmaciones en frases cortas y sentenciosas  y no exento de crudeza en la crítica a estructuras o personas que hacen del negocio futbolístico un campo minado. 

El texto ofrece un ejercicio de autoanálisis existencial de una trayectoria cuyo objetivo previo era triunfar como futbolista profesional y cuya deriva posterior lo ha convertido en un periodista capaz de igualar su pluma a otros ya consagrados, que forman parte de esta curiosa colección editorial que bajo el título de hooligans ilustrados reúne todo un elenco de auténticos maestros del columnismo social y político que no desdeñan su afición por el deporte futbolístico y entre los que se encuentran nombres como Ramón Lobo, Manuel Jabois, Quique Peinado, Lucía Taboada o Patricia Cazón, entre otros muchos.



Alfredo ha evolucionado desde aquel niño que salió de Alcázar de San Juan hacia Albacete para hacer un viaje iniciático en el mundo del fútbol y retornar a su actual situación, cercana a la cuarentena en edad y plagada de experiencias que ha sabido ordenar como un puzzle en el que se mezclan el fuerte apego familiar en el que el Campe, su progenitor, con el que yo también coincidí en el Boyman alcazareño como futbolistas locales, y el resto de su familia han tenido un papel decisivo para asimilar los embates de la vida no sin tener que pagar, a veces, un alto tributo en terapias, ansiedades y desengaños como el que le supuso la salida del club de sus sueños, el Alba, no por el fondo sino por la forma, como bien explica en el libro.

Era un "mediocentro cagón y de cristal pero tenía calidad", como él mismo reconoce. Y se quedó con Kapuscinski, es decir optó por ser buena persona antes que "pisar a los demás" como le recomendaba uno de sus entrenadores. Y por eso recuerda con tanto cariño y devoción tanto  a sus grandes ídolos culés como Cruyff, Ronaldinho, Iniesta, Messi,... a otros más cercanos a los que conoció como compañeros o rivales como Pablo Ibañez, Zalazar, Menéndez, Catali, Conejo,... pero sin olvidar a personajes como Carletes, por su amor y fidelidad a unos colores o Parrita, como ejemplo que revolucionó a la hinchada del Alba con sus cánticos y animaciones, así como sus recuerdos a cronistas locales de sus comienzos como Jesús Turel o Pedro Cañas.

Un pero, para que esta valoración no quede demasiado edulcorada. Cuando en la pág. 73 cita a futbolistas que "salieron de la imponente cantera del Gimnástico de Alcázar", comienza con Manolo Delgado, y omite a otros legendarios alcazareños que deben siempre figurar, tales como Jesusín, Asensio, también jugador del Albacete Balompié en su día, Jaro y Reces, además de los señalados, por citar solo a los que alcanzaron la Primera División, que no son tantos.

Por último, comparto algunas de sus frases que encierran todo un modo de entender el fútbol y la vida, como cuando afirma que "es impresionante como la memoria almacena olores, sonidos y estampas y de qué manera permanecen silentes hasta que de repente se activan y embargan" y añade que "la memoria puede fluctuar o flaquear, haciendo que los hechos se difuminen o se desvirtúen", como le pasaba a su abuela Teresa con Carmen Sevilla. Cuenta así que en la llegada a Albacete tuvieron que ingresarlo por un extraño virus al que nadie jamás supo ponerle nombre. En estas fechas del coronavirus, espero que este pequeño en tamaño pero gran relato personal, se haga viral para bien.