jueves, 28 de febrero de 2019

PEQUEÑO HOMENAJE A WALDO




El deportista que aparece en el centro de la imagen, con el torso desnudo y el sudor resbalando por su piel, es Waldo Machado da Silva, un futbolista brasileño que triunfó en el Valencia C. F. siendo uno de sus máximos goleadores históricos y Pichichi de la Liga Española de 1ª División en la temporada 1966-67. Procedía del Fluminense de Río de Janeiro en el que aún ostenta el récord como máximo goleador histórico de dicho Club.

La fotografía fue tomada en los vestuarios del Estadio S. Bernabéu tras la final de la Copa de España de 1967, que ganó el Valencia C. F. al Athletic Club de Bilbao por 2 - 1, y en ella aparece el mencionado jugador y a la izquierda, mi tío, el periodista de Manzanares Jolopca, su hijo Pepe, y delante aparezco junto a mi hermano Luis Miguel, todos testigos directos de aquella efeméride futbolística.

Fue el primer mito del fútbol al que pude saludar directamente y, desde entonces, conservo esta imagen como uno de los preciados iconos de mi patrimonio emocional. Waldo ha fallecido recientemente a la edad de 84 años en su Valencia adoptiva, donde residía aquejado de Alzheimer y gracias a una Asociación de ex futbolistas valencianos que le dieron cobijo. Sirvan estas líneas y este recuerdo como un sencillo homenaje a su figura.

Tributo a Waldo

Resumen 
Etiquetas: 
Artículo homenaje a Waldo, futbolista brasileño que dejó huella en el fútbol español durante los años 60.
Abstract
Keywords: Waldo, Valencia, Spain, Football, History
A tribute to Waldo, Brasilian footballer who left an indelible impression on Spanish football during the 1960’s.
Artículo
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Escribo estas líneas pocas fechas antes de que salga a la luz Cuadernos de Fútbol de Marzo. Precipitado por la premura de tiempo para su publicación, no debo dejar pasar la oportunidad de rendir tributo a la figura de un gran futbolista que se nos acaba de marchar: WALDO. Con decir su nombre, para todos los que ya peinamos canas, los pajarillos de la memoria comienzan a revolotear y a extraer de nosotros los mejores recuerdos de aquellos tiempos que ya no volverán.
Cada uno de los lectores tendrá su propia vivencia del delantero centro del Valencia durante aquellos años sesenta. En estos días se recordarán los datos estadísticos y la historia de los logros conseguidos por Waldo Machado Da Silva. No soy el más adecuado para detallarlos, pero, por parte del firmante de este artículo, decirles que todavía tengo muy presente la fecha de 2 de julio de 1967.
Aquel día se jugaba la Final de la Copa de España. La disputaban en el estadio Santiago Bernabéu, el Valencia y el Atlético de Bilbao. Fue un día de mucho calor, y desde Manzanares, con mi padre (José López Cava –Jolopca-) partimos para Madrid, pasando por Alcázar de San Juan, para unirnos a su cuñado Justo López Parra –mi tío Jaro- ex jugador del Real Madrid, Racing de Santander y Real Jaén, entre otros, y a mis primos Justo y Luis Miguel.
Por razones laborales, mi padre, que era representante de fútbol, se movía por el Santiago Bernabéu como por su casa. Su amistad con el Presidente, con Miguel Malbo, o con Miguel Muñoz, hacía todo mucho más fácil. Con los valencianistas le ligaban vínculos por muchas razones. Era íntimo del gerente Vicente Peris, así como del entrenador, Edmundo Suárez, Mundo. Por otra parte, mediante sus gestiones se habían llevado a cabo los traspasos al equipo de la capital del Turia, del portero Abelardo y el medio, Poli, que jugarían aquella tarde de titulares.
A media mañana, llegamos al hotel de concentración del Valencia, situado en el Escorial, desde donde se divisaba a lo lejos el Monasterio. En la puerta, nos estaba esperando el entrenador. Para los niños que éramos mis primos y yo, que conocíamos a los futbolistas a través de los cromos, de nuestros ojos fluían estrellitas de admiración. Allí estaban todas las figuras, entre ellas el brasileño Waldo, atleta, de imponente figura, esperando a disputar la final a partir de las ocho de la tarde.
El partido lo ganaron los valencianos por dos goles a uno, con goles de Jara y Paquito, consiguiendo Argoitia el del Atlético. El espectáculo que se formaba entonces convertía el encuentro en un gran acontecimiento; por aquellos años, con anterioridad a la final de los “mayores” se disputaba la de juveniles, lo que hacía todavía más vistosa la tarde de fútbol, junto con un desfile de banderas como antesala de la gran final para entretener “al respetable”, como se decía entonces para referirse al público asistente.
Acabó la final y accedimos al vestuario de los campeones de la mano de Mundo. El Valencia, aquel día, utilizó el que estaba situado a la izquierda, según se abandonaba el terreno de juego, al final del túnel. Recuerdo que en la parte donde se producía la bifurcación de las escaleras del equipo local y visitante, que daban acceso al campo de fútbol estaba situada la estatua de Alberto Machimbarrena y Sotero Aranguren, pero eso es otra historia. Allí estaban los futbolistas, dando rienda suelta a su alegría… Sol, Roberto, Guillot, Mestre…., Mundo eufórico, y nosotros encantados, como testigos de primera fila, de aquellos momentos de gloria.
Para la historia queda la fotografía de grupo que nos hicimos con Waldo, máximo goleador de la Liga aquella temporada, con la toalla asida de su cintura, apenas acabada la reconfortante ducha.
Qué fácil es escribir sobre recuerdos.
Descanse en Paz.