viernes, 12 de abril de 2024

FÚTBOL INDUSTRIAL VS FÚTBOL ARTESANO



A propósito del meritorio triunfo del Athletic Club de Bilbao en la Copa del Rey de Fútbol, tras una sequía de cuarenta años, un buen amigo decía que era el éxito de once aldeanos. Ese aparente espíritu de inocente estructura es el motivo de mi discrepancia.

El Athletic Club es uno de tantos representantes del fútbol actual que ha pasado a ser industria, es decir: inversión, gestión profesional, publicidad y resultados. Si alguno de estos factores no rinde, la estructura se resiente y baja o desaparece. Puede tratarse de un Club con sus propios socios, una Sociedad Anónima Deportiva o un Fondo de Inversión que tributa en bolsa. Todos y en todo el mundo desarrollado, donde tienen lugar las más importantes competiciones, están bajo la tutela y control de organismos como la UEFA de ámbito europeo o de la FIFA si el ámbito es mundial.

Utilizando el símil de un producto muy manchego como el queso, ese proceso anteriormente descrito es el industrial, donde todo está programado con arreglo a parámetros universales y fijos, donde la maquinaria repite mecánicamente sus funciones y el resultado es previsible en sabor, olor, texturas y matices. A diferencia de lo artesano, cada pieza es única e irrepetible, el procedimiento está heredado de los ancestrales pastores que transformaban la leche y el suero en piezas que podían sorprender por sus peculiares resultados.

El fútbol artesano es hoy patrimonio de los llamados equipos modestos, los que no disponen de otro presupuesto que el aportado por sus fieles aficionados y cuyos jugadores forman parte de la larga cadena de practicantes que aún logran divertirse con la esencia de este deporte: una amplia explanada de terreno, un balón, dos piedras como porterías y una inagotable ilusión.