domingo, 14 de junio de 2015

POR LA SIERRA DE MADRID

Ante el castillo en Manzanares El Real

El pasado viernes 11 de junio llevé a cabo una de las salidas más satisfactorias de esta temporada. Salí junto a mi hijo Héctor a realizar una ruta por las inmediaciones de la sierra madrileña. Partiendo del carril bici que se inicia en Fuencarral, y que nosotros tomamos en Valdelatas, hasta volver por el mismo después de hacer un bucle que tuvo como principales puntos de referencia las localidades de Miraflores de la Sierra, Soto del Real y Manzanares El Real, al pie de cuyo castillo fui fotografiado por Héctor en una preciosa instantánea para la posteridad. Fueron cien kms. justos y espléndidos.

Héctor y Justo en Miraflores

Lo primero que me llamó la atención fue el dominio de Héctor sobre el trazado de la vía, hasta el punto de advertirme de las zonas de baches, de las curvas con más peligro y hasta de la inclinación aproximada de los repechos a los que teníamos que hacer frente. Así durante todo el recorrido, pese a que el carril lo abandonamos en Colmenar Viejo para continuar por Guadalix de la Sierra por el Alto de San Pedro para llegar hasta Miraflores de la Sierra en donde fuimos amablemente atendidos por el dueño del bar de la Plaza que prepara una excelente tortilla de patatas.

El día estaba nublado y fresco, casi al límite con el frío y eso lo notamos en los siguientes kilómetros de bajada hasta Soto del Real. Allí recuperamos el llano y la carretera incrementó el tráfico, incluyendo a algún que otro irresponsable que giró bruscamente ignorando a los ciclistas y poniéndonos en peligro. La llegada hasta Manzanares el Real puso de manifiesto los mejores atractivos turísticos de la zona. La pedriza, que es un espectacular entorno de roca redondeada con abundante vegetación. El Embalse de Santillana, que casi rodea al pie de la población y permite unas fantásticas vistas con el agua de fondo y, finalmente, el Castillo de los Mendoza, cuya exquisita conservación llama la atención a cualquiera que lo contemple.
Castillo en Manzanares El Real

Sin apenas saborear estos alicientes por temor a enfriarnos, reemprendimos el pedaleo para volver hasta Soto del Real nuevamente y allí tomar de nuevo el carril bici para retornar por el mismo al punto de partida aunque ahora siguiendo un tramo antes inédito. Lo cierto es que la experiencia de un carril bici de estas características me llamó mucho la atención positivamente. Poder circunvalar Madrid protegidos del intenso tráfico automovilístico, que en ocasiones deja a los ciclistas entre dos vías de automóviles en diferentes sentidos, es una gozada como desafío.

En el carril-bici junto a la autovía

También el poder circular en paralelo dejando libre la mitad del carril da idea de la amplitud y buen diseño del mismo, pese a que, como todo, es mejorable en algunos aspectos. Pero, entre la novedad del recorrido, los alicientes del paisaje y los numerosos ciclistas con los que nos encontramos a lo largo de la ruta, aún siendo día laborable, hacen que el impacto fuera mucho mayor.


El remate de la jornada lo puso la necesidad de cambiar las ruedas al haber tenido problemas mecánicos con los radios y las llantas de mi bicicleta. Nada mejor que tener a alguien cercano, como Fran Aguilar, que precisamente fue el valedor de la compra de la Ridley en Murcia al entonces equipo Contempolis Ampo, para conocer su actual faceta de profesional de Mérida Bikes Castellana en plena calle Capitán Haya y valorar su pericia y sus conocimientos en labores tanto mecánicas como comerciales, al lado de Marta y Arturo.

Fran Aguilar en plena tarea


Al final volví no solo con la satisfacción de la buena jornada ciclista vivida sino como un niño con zapatos nuevos, pues las ruedas son precisamente el calzado de una bicicleta y estrenarlas no deja de ser una ocasión para lucirlas y celebrarlo, además de circular con mejor rodaje.







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