lunes, 25 de abril de 2016

MEMORABLE RUTA POR LOS MONTES DE TOLEDO

Gran parte del grupo  en la Plaza de Retuerta antes de salir

Con la inesperada presencia a última hora de Josemi, que iba a ser baja pese a su interés previo y que posteriormente pudo incorporarse, y la también sorpresiva ausencia de Juan Garrido, que se descolgó a ultimísima hora dejando a José Escelio como alma en pena buscando acomodo en la expedición, nada menos que trece ciclistas nos presentamos en la Plaza de Retuerta del Bullaque cuando el reloj de la misma marcaba las 9:30 horas y la cigüeña que coronaba la torre de su Ayuntamiento crotoraba sin cesar mientras arrimaba pequeños haces de ramas secas para aumentar el volumen de su nido.

Josemi llora desconsolado por su avería


Dispersos, como si de un un ejército anárquico se tratase, nos fuimos acicalando con las prendas de montar y posando para la posteridad en un grupo inicial que no nos reunía a todos pero daba una idea aproximada de los participantes. Y antes de partir el primer contratiempo, precisamente protagonizado por una de las ruedas de la bici de Josemi que se encontraba deformada y con riesgo de no poder rodar con la seguridad ni la garantía necesarias. Menos mal que siempre hay un salvador que saca de la chistera la solución, esta vez en forma de cubierta, y logra que lo que iba a ser un retorno no deseado pase a ser solamente un rato de retraso pero con todo el grupo al completo.

Las lágrimas de Josemi se tornaron en sonrisas y el grupo arrancó con un suave rodar en los primeros kilómetros bajo el fresco de la mañana que pedía cierta protección para los más osados  en su corta indumentaria, frente a los que, bien pertrechados de ropa, podían después tener que deshacerse de ella por sobrarles con la subida de la temperatura.  Lo cierto es que esos primeros fueron de calentamiento, con el grupo muy junto y con posibilidades de intercambio verbal dado el escaso conocimiento mutuo entre la mayoría de los integrantes de la salida.
El grupo pedalea camino del Robledillo

Así llegamos al cruce que señaliza el atajo hacia San Pablo de los Montes, no sin antes subir la gran dificultad del puerto El Robledillo, de sobra conocido para casi todos. En ese transcurrir, el paisaje ya vislumbraba lo que seria una constante acrecentada en todo el recorrido: verde intenso, brotes de hojas con fuerza renovada, hilillos de agua formando los primeros arroyos ocasionales y cauces que recuperan su caudal pese a que las lluvias no han sido intensas en cantidad. También la nota pintoresca de las numerosas reses de ganado bovino que, junto a sus cachorros, pastan plácidamente al sol en estos espléndidos días.
Verdes prados, animales y ciclistas...

Pero el cuento de hadas se ve truncado en cuanto se dejan de paso los Baños del Robledillo y la carretera se empina bruscamente para dar paso a las primeras rampas que rompen la armonía grupal y marcan las diferencias de un colectivo heterogéneo. Como era previsible unos se ponen en cabeza y suben con relativa facilidad, otros se acomodan al ritmo de los más lentos con el fin de sobrellevar mejor la tarea y, hubo quién, como Bernardino, un madridista de pro, se vio desbordado por el panorama y dio marcha atrás, creo que como resorte psicológico por una falsa estimación de sus propias fuerzas. Esto dio lugar a que en lo alto del puerto y cuando tuvo conocimiento de ello, Josemi, como buen líder y compañero a diario del rezagado, volviese a su encuentro en un gesto que le honra deportivamente. Bajó y además lo estimuló para hacer juntos nuevamente la subida a un paso aguantable. 

El resto seguimos camino hacia San Pablo de los Montes en una bajada rápida y fresca en la que todo el grupo se volvió a concentrar antes de tomar la desviación hasta el siguiente paso por Menasalbas. No es fácil acomodar ritmos y cadencias de un colectivo tan heterogéneo que rueda junto por primera vez pero, como en todas las facetas  de la vida, hay códigos que se asumen con solo ver y pensar. Así, el ir en abanico, protegiéndose y haciendo relevos para evitar el desgaste del primero es algo elemental y asumido por casi todos los aficionados. No hubo que dar la consigna para que todos entrasen espontáneamente a la cadena... salvo algún irreductible y despistado.

Todos los que alcanzaron el Risco de las Paradas


Con las fuerzas algo mermadas  y casi en el  ecuador del trazado llegamos a Navahermosa, en cuya travesía se encuentra una gasolinera con un pequeño bar, regentado por unas simpáticas rumanas, que nos sirvió de parada y avituallamiento para reponer fuerzas y acometer la segunda parte de la etapa. Además, nuestro particular "Purito" Barco, encendió un nuevo cigarro para asombro del personal que no lo conocía y para tranquilidad de Malaño, que fuma tras la conclusión de las etapas, pero que encontró en este particular deportista la referencia de que tabaco y deporte pueden convivir en determinados casos. Posiblemente Renard,  desde Andermatt, no pueda argumentar ni sancionar en su contra después de vista la experiencia.

Atravesado Navahermosa tomamos un desvió a la izquierda en dirección al Risco de las Paradas. Un camino bien asfaltado, estrecho, señalizado y con una pendiente progresiva que no exige de grandes esfuerzos pero sí de una continuidad y tesón en el ascenso. En definitiva, un panorama muy ciclista, paraíso de cualquiera que tuviera su centro de entrenamiento en sus alrededores y en el mejor momento climatológico de la temporada. Los primeros en llegar a la cima del Risco esperaron al resto para hacernos la foto de rigor ante el cartel, pero dando la espalda a una panorámica sobrecogedora, profunda, colorista y salpicada de latifundios de labor a cual más impresionante.
Josemi y Bernardino en la cima del Robledillo

Breve parada y descenso en dirección a Navas de Estena a toda velocidad, porque la pendiente lo propicia, la carretera acompaña y el viento favorable permite alcanzar los 60 k/h sin apenas esfuerzo. El paraje del Boquerón del Estena queda a la derecha y sin posibilidad de verlo por la hora y el tipo de bicicleta que llevamos. El último tramo hasta Retuerta es una sucesión de subidas y bajadas que sintetizan el conjunto de la ruta. Además, pasamos delante de la finca Dehesa del Carrizal donde se elabora uno de los mejores vinos de la zona.


De regreso a Retuerta



Finalmente llegamos a la referida meta, donde Bernardino aguarda nuestra presencia, Josemi ya ha partido hacia Alcázar de regreso y donde poco a poco vamos alcanzando nuestros vehículos para cambiar la vestimenta, dejar la ropa ciclista y disponernos a reponer energías, ahora sí, en el marco de un nuevo establecimiento recientemente inaugurado "Casa Román" que se encuentra muy concurrido por ser domingo y que nos recibe con unas cazuelas de migas de pastor deliciosas. Más tarde, bajo el palio de una carpa en el exterior nos preparan una mesa corrida en la que podemos departir en amena conversación las incidencias de la salida, los chistes ocasionales e inevitables y las siempre recurrentes rencillas futbolísticas que le ponen salsa a cualquier corrillo hispánico donde se junte más de un españolito. Pero todo ello en armónica convivencia y sin estridencias verbales. ¡Cosa rara!

Ahora que cada cual valore la experiencia y añada, quite o ponga esta ruta en su calendario. Si lo hace en similares circunstancias seguro que repetirá. Y si los que no fueron quieren disfrutarla, que se apresuren porque en esta tierra, lo que ahora es verde, en dos semanas limonea, en palabras de un ínclito ciclista alcazareño venido a menos, que ahora hobarea (neologismo mezcla de hogar y bar)  sin terminar de decidirse a montar de nuevo en su bicicleta. 

Degustando el menú de Casa Román



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