viernes, 11 de marzo de 2016

MANOLO DELGADO EN ACCIÓN

Manolo Delgado durante su intervención

 Ayer por la tarde tuve el placer de asistir, acompañado de mi hermano Luis Miguel y de mi amigo Isidoro Salcedo,  a una charla de nuestro paisano Manolo Delgado, que tuvo lugar en el pintoresco marco del patio interior del Ayuntamiento de Herencia, con la presencia de su alcalde Sergio y de la concejala de Festejos, Conchi, ambos exalumnos y amigos también.

Manolo puso de manifiesto no sólo su amor por el fútbol como principal deporte, sino la pasión con la que lo vive pese a su condición de septuagenario, que ya ha conseguido sus metas más relevantes, que no son pocas, por cierto. Su intervención me recordó otra velada compartida con él en Villafranca de los Caballeros, en la que homenajeó a sus antiguos compañeros de equipo en sus inicios y a dos de sus maestros futbolísticos de aquellos tiempos, El Jaro y Garrido, referencias vivas entonces del fútbol local, y en la que puso de manifiesto sus dotes de comunicador y animador del grupo en cualquier circunstancia.

Ayer, se saltó el habitual protocolo y rigidez de este tipo de actos y se lanzó hacia el público, mayoritariamente juvenil, futbolero y con deseo de aprender, para ponerles en tensión verbal como si estuvieran en pleno partido. Hasta hizo salir a varios de ellos para ilustrar determinadas facetas y recordarnos el “pulso gitano”, juego en desuso, que en su opinión encierra todo un conjunto de saberes, estrategias, propiocepciones y demás ingredientes aplicables a la actividad futbolística.

Manolo es un defensor del fútbol pero entendido como un juego en el que se conjugan tres cualidades esenciales: la velocidad, factor que hace que la superioridad se incline hacia quienes la poseen por encima del resto, el engaño, es decir, la argucia, la finta, la treta, en lenguaje odiséico, como componente fundamental para vencer al adversario y, por último, la pasión, la emoción que todo lo mueve y que pone en activo al resto de capacidades si uno las sabe canalizar adecuadamente, con la ayuda de los buenos maestros, cuyo secreto consiste en quererte, en darte su confianza.

Además cree que no han perdido vigencia ni tácticas ni estrategias de otros tiempos y por eso Claudio Rainieri está triunfando en la Premier británica, con un fútbol sobrio y eficaz. Y para complacencia de Isidoro, mito de nuestro balonmano, considera que es este deporte el que más aportaciones ha hecho al fútbol moderno y de toque, por su semejanza al continuo movimiento sobre el área, hasta encontrar los pasillos de penetración.


Y para ilustrar todo esto, Manolo proyecta una foto fetiche, en la que se puede ver a una niña de unos cinco años, golpeando el balón con una pose de elegancia, de control postural, un rictus de cara apasionadamente intenso, una estampa decididamente didáctica, y todo un coro de compañeros observando la acción, unos y otras desde el asombro, la admiración o la desidia mientras se comen el bocadillo del recreo. Como en la vida real.

Filmina con la niña golpeando el balón

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