miércoles, 5 de marzo de 2014

DON MANUEL, PRIEGO, OCAÑA... CICLISMO EN DEFINITIVA



Fue emocionante. Han transcurrido casi dieciséis años desde aquel agosto de 1998 cuando el grupo de cicloturistas autollamado "El loco y sus amigos" nos presentábamos en la localidad conquense de Priego después de recorrer parte de la serranía y hacíamos un acto de homenaje al mito ciclista Luis Ocaña nacido en esa población aunque afincado desde muy joven en la francesa de Mont de Marsan.
El grupo cicloturista "El loco y sus amigos" ante el monolito de recuerdo a Luis Ocaña en Priego 1998

Pues bien, ayer tuve la fortuna de regresar a Priego y reencontrarme casualmente con el señor Manuel. Don Manuel Canales Serrano, como consta en el membrete de la factura que aún conservo de nuestro paso por su Hostal y Restaurante "El Rosal", hoy en manos de diferentes propietarios. Don Manuel está a punto de hacerse octogenario, pero se conserva bien, es reconocible e incluso me manifestó que aún se acordaba claramente de nuestro grupo, del acto de entrega de aquel maillot arco iris en el monolito al ciclista y de las historias que nos contó sobre el mito y su desgraciado final. Insiste en que fue María Martinez Martinez, la morena que partió el corazón del ídolo y le llevó a tener que tomar una decisión salomónica que finalmente no supo resolver y prefirió ser él quien cediera suicidándose.

Justo con Manuel dieciséis años después de la imagen anterior

Don Manuel nos contó aquellas historias cuatro años después del fallecimiento del ciclista, con todo muy reciente en su memoria y presumiendo de una amistad y trato cercanos. Ahora vive como jubilado y ayuda a una de sus hijas en el Bar España, situado en plena Plaza Pricense, como a él le gusta llamarla, aunque realmente le han puesto otro nombre, como nos dijo con desdén, añorando ese gentilicio tan singular y bello.
Nos desplazamos después al lugar del monolito y pudimos contemplar que está transformado. Han colocado una silueta en metal de un ciclista coronando la piedra y han derribado la casa que había de fondo al mismo. Ahora las vistas son más amplias aunque el monumento sigue siendo cutre. Se pueden comparar estos cambios en las fotos de este relato que lo ilustran.

Justo ante el monolito a Luis Ocaña que ha tenido algunas modificaciones

Como nos decía la dueña del Hostal Los Claveles donde comimos, también conocedora del mito cuando ella era  una niña y del que conserva algunas fotos que no llegó a localizar para enseñarnos, Ocaña nunca fue del todo aceptado como hijo del pueblo porque desde sus primeros triunfos se declaraba francés y ese punto identitario lo perjudicó para siempre entre sus paisanos de cuna.

El día no daba para muchos paseos pues soplaba un viento frío y huracanado que más pedía abrigo y brasero que aire libre. Nos dedicamos a visitar las cerámicas cercanas: Magán, Luna, Fernández... en esta población aún pervive un arte sencillo pero pulcro y práctico en sus producciones. En el camino previo tuve nuevamente ocasión de comprobar la dureza de la subida hasta la población viniendo desde San Pedro Palmiches, una etapa que me produjo, en otra de las anteriores salidas, un estado de estrés como pocas veces he vivido sobre la bicicleta. Eran las dos de la tarde, nos faltaba el agua y el sol caía de plano... las cuestas se hicieron interminables y había que acabar la etapa como fuera. Todavía quedan secuelas.

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