domingo, 6 de noviembre de 2011

V SUBIDA AL ROBLEDILLO



Como si de un gigantesco telón teatral se tratara, los hados del destino descorrieron el encapotado cielo que cubría la Mancha Centro en la víspera de nuestro evento ciclista y, lo que eran cántaros de agua al anochecer del sábado 5 de noviembre, se transformó en una espléndida mañana soleada y fría pero idónea para la práctica ciclista y el nuevo acercamiento de dos clubs de diferentes características.

Y allí estuvieron Juan, José Escelio, Pedro Peinado y José Yuste, por el grupo ELYSA y Bernard, Pepe, Joseph y Giuliano por el ICC, además de Just y Petrosian que tienen doble militancia. No sirvió de obstáculo el predecible retraso inicial sobre la hora prevista para que a las 9:30 la expedición partiese desde El Molinillo.

Esta vez había dos rutas alternativas: la primera y más clásica consistía en la subida al Robledillo por su cara sur, para finalizar en San pablo de los Montes. Todo el grupo llegó unido hasta el comienzo de las primeras rampas y allí se adelantaron los miembros del ICC, con sus más ligeras bicicletas de carrera y coronaron el puerto para descender hasta San Pablo con rapidez. El resto llegó con algo más de retraso y se unió a los primeros en la churrería del pueblo, que se ha convertido en el lugar de referencia para ese café intermedio aderezado con cortaditos y otros dulces.

A partir de ahí el grupo del ICC continuó camino de Menasalbas, con viento en contra pero con trazado descendente que les permitió una buen velocidad y hacer relevos para acelerar la marcha, siguiendo por Cuerva y Ventas con Peña Aguilera para salvar el puerto Valdelaganga y llegar al cruce del Molinillo pasadas la una y media de la tarde. Habían recorrido un total de 68'5 kms., en 2 h 59' de pedaleo a una media de 22,8 kms/h. Allí les esperaban los demás que habían descendido por el puerto del Lanchar y acortado así el recorrido respecto a los anteriores.

En el restaurante de El Molinillo tuvo lugar la comida del encuentro a la que no asistieron Juan y Jose Yuste que volvieron hasta Alcázar rápidamente. Lamentablemente no quedaba venao, por lo que hubo que reponer fuerzas con el menú del día en el que se dió buena cuenta de solomillos y ternera de buena calidad entre otros platos y dentro de un clima de camaradería y cordialidad.

Y como si de un cuento se tratara, fue regresar al destino y de nuevo se volvieron a mover las cortinas del telón celeste y regresó la lluvia y las calles se llenaron de agua. La aventura había terminado con éxito y gozado de ese privilegiado paréntesis dentro de un tiempo inestable y lluvioso. ¡Qué cosas!

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