jueves, 12 de abril de 2018

AUNQUE SEA DE PENALTI Y EN EL ÚLTIMO MINUTO



La clasificación de ayer del Real Madrid para las semifinales de la Copa de Europa cumple con uno de los deseos del madridismo cuando se vive una situación desesperada, ganar como sea. Esta es la esencia del juego pese a que son discutibles los procedimientos. Ayer se dio esta circunstancia en un partido que se puso cuesta arriba desde el primer minuto aunque yo lo hubiera deseado ante el Barça y en la final.

El Real Madrid acusó la falta de tensión inicial confiado en su ventaja y en el poder intimidatorio del Bernabéu, pero todos estos factores son suposiciones. La Juventus es un equipo experto y luchador con jugadores de contrastada calidad y aplomo. Solo dos madridistas respondieron con la necesaria actitud, Cristiano Ronaldo, cuya voracidad es encomiable, y Carvajal, el mejor de su equipo pese a su impotencia en la lucha aérea con el goleador Mandzukic. Por contra, el último eslabón madridista para defender su ventaja resultó un fiasco. Keylor Navas fue responsable directo de los dos últimos goles juventinos, por mucho que se quieran poner paños calientes a su actuación.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre las posibilidades de un equipo que parecía lanzado hacia la consecución de su 13ª Copa pero que puso de manifiesto su vulnerabilidad con todo a favor, es decir, público y escenario. Por tanto, ya no hay seguridades en lo sucesivo. Cualquiera de sus rivales posibles pueden dejarlo en la cuneta y con ello terminar un año en blanco y no por el color de su uniforme.

También quedó de manifiesto que el fútbol consiste en pequeños detalles cuya resolución nunca podrá quedar en manos de la tecnología. Por más cámaras que hubieran rodeado la escena del penalti, su sanción sería discutida en función de una objetividad imposible de contrastar.


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