lunes, 8 de febrero de 2010

SENDERISMO, CICLISMO Y FÚTBOL



SENDERISMO POR VALDEHIERRO

El pasado sábado 6 de febrero salimos en pequeño grupo de tres, Pedro El Joven, Antonio Garrido y yo, para recorrer el precioso paraje de las sierras que rodean la ermita de Valdehierro, cercana a los municipios de Puerto Lápice, Madridejos y Consuegra.
Lo que me ocurrió fue insólito pero aleccionador. Llegué al lugar de la partida sin la rueda delantera de mi bicicleta. Ya era imposible rectificar, no merecía la pena. Así pues, mis compañeros emprendieron la ruta a bordo de sus bicis, mientras yo me puse a caminar vadeando los arroyos, saltando los charcos y contemplando un panorama ciertamente espectacular. Era lo que había deseado, pero sobre el suave deslizarme con las dos ruedas, abarcando más paisaje y llegando a los puntos más atractivos del recorrido, que de esta forma no pude alcanzar.
Mereció no obstante la pena, porque siempre el viaje a pie, la musa pedestris, como decía el profesor López-Aranguren, es el modo más auténtico de saborear los aromas, sentir las cuestas y las bajadas, en suma, de formar parte de esa naturaleza desbordante que te envuelve.
Y llegué tras hora y media de caminata, con dolor en los músculos por falta de costumbre, pero contento.


CICLISMO POR LOS CAMPOS DE MONTIEL



Invitado por los componentes del Club Ciclista Internacional, representado en la figura de M. Renard, acudí a su cita en la mañana del domingo 7 de febrero, no sin antes cometer una nueva torpeza o despiste: dejarme las zapatillas de montar en casa y tener que regresar con urgencia. Tras superar una intensa niebla llegué hasta Tomelloso y desde allí de nuevo en coche hasta La Solana. En esta localidad se fijó el inicio de la ruta ciclista y la presentación del grupo, en el que únicamente uno de sus componentes me resultó desconocido, José Angel Dominguez, compañero de profesión y de afición, por lo que no resultó nada complicado el rápido entendimiento.

Tomamos la carretera que conduce a Villanueva de los Infantes, uno de los nombres de pueblo más bonitos de nuestra geografía y tras pasar por delante de la presa de Vallehermoso, ahora plena de agua, iniciamos uno de los rituales a los que no estoy acostumbrado, pero que me complace cuando se ejecuta con buen ritmo y complicidad, los relevos. En este caso lo hacíamos cada kilómetro recorrido.
Esta técnica, tan usual por otra parte entre los ciclistas profesionales, es el necesario estímulo cuando se quiere avanzar y evitar que la ruta se haga tediosa, especialmente cuando el terreno es llano y la torre de la iglesia del próximo pueblo parece no alcanzarse nunca.

En la plaza de Infantes tuvimos ocasión de tomar un café aderezado por churros, para quienes dudasen de sus reservas nutritivas, así como de fotografiarnos en su precioso conjunto urbano.
Más adelante tomamos dirección hacia Valdepeñas, dejando al paso Alcubillas y Pozo de la Serna, localidad en la que tomamos la carretera a la derecha para continuar hasta San Carlos del Valle, pueblo éste que me recuerda mis inicios profesionales, pues no en vano fue mi primer destino como maestro en los años setenta.

También hubo fotos de rigor y pequeña parada en su majestuosa y a la vez coqueta plaza, que se conserva inalterable con los años. Después acometimos los últimos kilómetros hasta La Solana, atravesando el valle por el que discurre el río Azuer, desbordado en su cauce e invasor de los terrenos cercanos, tantos años secos.

Bernardo sufrió la rotura de uno de los radios de su bicicleta, pero ni siquiera ese incidente fortuito mermó la moral y la buena marcha del grupo, que finalizó la andadura en el punto de inicio para retornar a sus respectivos lugares.

Fue mi bautismo oficial en el International Cycling Club Andermatt-Uri-SWZ. Espero que sea el comienzo de una larga amistad y que mis compañeros del otro club "El loco y sus amigos" de Alcázar, no se sientan celosos por mi doble militancia.


TABLAS EN EL DERBY FUTBOLÍSTICO COMARCAL: GIMNÁSTICO 1 - 1 TOMELLOSO



Después de la experiencia ciclista y a pesar del ligero cansancio acumulado tras los setenta kilómetros de carretera, me trasladé, junto con mi grupo de amigos con los que hacía tiempo que no coincidíamos para ver fútbol, al campo de Alcázar para presenciar el derby comarcal entre los equipos del Gimnástico de Alcázar y el Tomelloso C.F.
Lo más llamativo fue ver una larga cola ante la taquilla del campo municipal como hacía mucho tiempo que no se veía. Alguien la comparó con el agua de los ríos que también corren como no lo hacían en muchos años. Se calcula que unos 600 espectadores asistieron al partido, lo que supone triplicar la asistencia que viene siendo habitual. Que siga la racha.
El partido en su conjunto fue igualado con escasas ocasiones de gol en las porterías y un dominio más acusado por los alcazareños en los comienzos pero que se fue diluyendo a medida que avanzaba el mismo, hasta derivar en un juego de escasa calidad y menos profundidad de lo deseable. El gol tomellosero, que abrió el marcador en el minuto 19, despertó a los locales que trataron de nivelar la contienda con un fútbol hilvanado y rápido que dio sus frutos cuando Alberto, el jugador más incisivo y eficaz de los locales, empalmó una volea que se coló por la escuadra de la portería tomellosera.
A partir de ahí y durante toda la segunda parte, el Tomelloso jugó con más orden y control sin permitir el acercamiento de los locales. Sólo Alberto volvió a inquietar levemente a la defensa contraria pero sus intentos fueron neutralizados con cierta comodidad. Al final, justo empate y a seguir esperando la salida del túnel en el que se siguen encontrando los alcazareños.

1 comentario:

calata dijo...

aún recuerdo aquella tarde de busqueda de esparragos en esa zona tan bonita, bueno, los esparragos los buscabas y encontrabas tu, yo estaba embelesao con mis bichejos, te acuerdas que aquel día se nos olvidaron los bocatas, si es qué...
las cabezas están pa pocos trotes.

un abrazo