jueves, 16 de agosto de 2012

EL I.C.C. VUELVE A LOS ALTOS PIRIENOS




¡Irrefrenable vocación internacional! El ICC ha vuelto por sus fueros llevando a cabo un viaje deportivo de altura en las alturas: tres etapas de alta montaña en los “cols” más famosos y renombrados de los Pirineos franceses.
Sí, la tenacidad de unos, la ilusión de otros, el espíritu viajero y deportivo pudieron más.
Pudieron más que las infundadas dudas, los temores al esfuerzo desconocido, el apego a la rutina, la inclinación al individualismo y el amor a las trincheras de la vida familiar.
La furgoneta y el carricoche de Martinelli salvaron los últimos obstáculos. El ICC ha sido fiel a sus orígenes y ha cruzado la raya pirenaica.

Laruns:
Humedal francés al pie del Portalet. Francia verde. Camping verde. Cesped verde, acogedor. Alegría de tiendas que se despliegan. Río cantarín. Por la mañana, rumbo seguro y pedaleo fácil por los vericuetos del bosque de Baguer camino de St. Christau. Tierras de la “Quebrantahuesos”. Recuerdos de otras citas deportivas. Y al fin Escot y el Marie Blanque. Los cuatro kilómetros más duros de los Pirineos esperan. No hay estrategias de grupo. Cada cual según sus fuerzas debe alcanzar la cima. Duro bautismo internacional para Fontaine y Dfa. Primer logro, primer objetivo conseguido. Sin fraudes ni decepciones; la ascensión está ahí,  para quien quiera comprobar su dureza.  

Argelés:
La historia del Tour nos contempla. Argelés, carrefour de caminos, escenario de gestas, patrimonio del ciclismo internacional. Pradera acogedora. Limpieza francesa y silencio francés que contrastan con las pautas vocingleras y los usos incívicos de otros lugares. Espaguetis, cervezas y helados. Espera el Aubisque. De “bonne heure” el club rueda hacia el col de Soulor, el escudero de aquél. Los kilómetros más bellos que pueda anhelar un ciclista enlazan ambos puertos. Pegatinas de todo tipo cubren el famoso hito que señala la “sommet”. Descensos vertiginosos al pie del precipicio. Ferriéres aguarda. Las Espandelles también. Es la hora de aceptar los errores y decidir. Los mapas aconsejan la ruta de Asson y Lourdes (antigua conocida). Relevos, calor, sufrimiento compartido, búsqueda de un cuartel que se prolonga y no llega. Normalidad en la etapa.
Y al fin, ducha y restauración posterior en la ciudad. Martinelli explica al camarero, por infalibles señas, cómo deben ser la cervezas.
Llegó el momento. El Tourmalet aguarda impaciente. Alegría en la carretera. Atascos (“as usual”) en Luz. Saludos al camping que prestó una caravana hace veinte años (¡casi nada!) en la primera subida. Gentes espigadas que adelantan. Malaño que ajusta la pedalada y no puede evitar comparaciones con otros ascensos. Solidaridad de Martinelli. Alegría de la cima hecha mito, que se muestra como una auténtica Babel. Guiños complices con Lapize. Reconocimientos a Christophe. El chasquido de la horquilla de éste resuena aún en cada descenso. Bajada prolongada que se siente en la espalda y en la manos. Objetivo alcanzado ¿Volveremos de nuevo? Es la pregunta latente.
Incidente internacional en Luz. Cosa de poca monta. No llegó a intervenir la gendarmería. El carrillo espera impaciente un nuevo desplazamiento. Le ha cogido el gusto a eso de andar por la France.

Arreau:
Camping poblado que obliga a contrastar recuerdos. Hueco en la memoria para el Talbot: “Monsieur, le ventilateur ne marche pas”. Las aguas del Neste viajan con rapidez en la inmediatez del campamento. Se deja el Aspin para mejor ocasión. Algunos corredores han hecho el cupo. Hay acuerdo. Siguiendo la tradición: búsqueda dificultosa de restaurant bueno bonito y barato. Al final se encuentra y se ajusta al presupuesto. Compra y olvido de salchichones. Cena alegre (formule A). Cambio de pareceres sobre temas que interesan al ICC (¡ay, las mujeres…y sus maridos!) Desatención hostelera a la hora de las copas. Normalidad. Sueño tranquilo, arrullado por las aguas bravas del río murmurador.

L’ Ainsa:
Túnel estrecho. Calor. Ciudad medieval enclavada en otros Pirineos (“… los que los separan Francia”). Acentos familiares, inteligibles. Cafés con hielo en su punto. Piedras centenarias que hablan de otros esfuerzos y trabajos, muy distintos a los nuestros (¿o quizás no?). Calor en la carretera que anuncia el valle del Ebro. Prisa contagiosa. El desierto que acecha y, al igual que el moro africano de otros tiempos, llega hasta el Pirineo enseñando sus garras: 43º.
Horas de coche. Conversación que languidece (se vuelve, no se va a la feria). Y el tiempo que se ha estirado. Cinco días que son más. Impresiones y recuerdos ya imborrables. Tímidos proyectos. El ICC ha alcanzado los objetivos propuestos en todos sus planos; sobrevive y se agranda un poco más la leyenda.

                                                                              Tarbes, 13 de agosto de 2012

                                                                                                     Philipe Camus

No hay comentarios: