De forma inesperada y sorpresiva, mientras recorría junto a mi amigo Jesús la Feria del Libro 2025 de Madrid, fuí a dar con la editorial Pepitas de Calabaza, a la que conocía por otro libro de esmerada edición “Veintidós cuentos picantes” de Felix María de Samaniego y en la misma línea de cuidada composición aunque rústica y de tapa blanda, me encontré con la agradable narración de Xavier Montanyá que describe los avatares de todo un mito del boxeo conocido como Kid Tunero y apodado El Caballero del Ring, haciendo honor a una personalidad entregada a este deporte de manera casi sagrada, pues es difícil encontrar semejante dedicación sin conocer el contexto en el que se desarrollaron los acontecimientos y su biografíalas. Recomiendo especialmente su lectura y aún más para quienes sentimos un vivo interés por el pugilato en los años más dúctiles de nuestra infancia y cuya aceptación quedó demonizada al comienzo de la transición política en nuestro país. Los siguientes párrafos resumen cabalmente estas afirmaciones.
…”Los de mi generación nacidos a finales de los 50, tenemos grabado el recuerdo infantil de aquella sociedad franquista que entraba en casa, en blanco y negro, a través de las antenas de cuernos de los televisores. Entre la mediocridad de la época, la omnipresente chochez del Caudillo, los desfiles militares, Marisol, Joselito, fray Escoba y los nazarenos de la Semana Santa, ante nuestros ojos infantiles, brillaban dos jóvenes de contorsiones abracadabrantes. Los suyos eran gestos, arriesgados, espectaculares, de malabaristas del cuerpo. Uno era el “salto de la rana” del torero, Manuel Benítez, El Cordobés. El otro, el “juego de la bicicleta”, del boxeador José Legrá, el puma de Baracoa. Eran los Reyes de la televisión y del NODO. Ellos forman parte del paisaje de nuestra infancia. José Legrá, a quien los locutores franquistas se habían tomado la familiaridad de llamar Pepe, era el más atractivo. Se jugaba la vida a puñetazos, era simpático, con una acusada tendencia al Show, y llegó a ser dos veces campeón del mundo.
La irrupción de Legrá en nuestras rutinarias vidas infantiles era casi una inocente transgresión. Las retransmisiones de sus peleas internacionales solían ser de madrugada y, como algo digno de hombres, nuestros padres, eludiendo las estrictas normas cotidianas, nos dejaban quedarnos levantados para verlo. El boxeo era el boxeo.
Además, el campeón le suponía una excepción. Su imagen en blanco y negro, irrumpía desde lugares ignotos, en plena noche, en las tinieblas del comedor. Se nos iluminaba la cara cuando practicaba aquel charlotesco y efectivo, juego de piernas que llamaban “juego de la bicicleta”. Derrotaba al contrario, y, al mismo tiempo, parecía que se burlaba de él. Yo le tenía, le tengo, un gran respeto. Lo que yo no sabía entonces es que todas aquellas emociones, en realidad, se las debíamos a Kid Tunero”.
Del libro “El Caballero del Ring” de Xavier Montanyá.